12 : No solo soy tu jefa

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—A ver si entendí, ¿lo encontraste por casualidad? —pregunta Sergio después de un breve silencio durante la llamada.

Hoy es uno de esos días en los que sus llamadas no me fastidian, porque si no le cuento a él, terminaré por ahogarme en mis traumas. Sé que mis padres lo tienen en sus manos, pero, aun así, es la única persona que funge como lo más cercano a un amigo para mí.

—Sí —reafirmo— y no —me contradigo—. Yo estaba en la cafetería cuando él llegó; por eso te digo que sospecho que me persigue.

—Mónica, eso no tiene nada de coincidencia y nada de sano.

—Lo sé.

—¿Por qué no quieres proceder por la vía legal? —pregunta, esta vez interesado.

—¿Sabes todo el dinero que costaría eso? —respondo burlándome por su absurda pregunta— Además, él tiene mucho más para defenderse.

—Ya sé que después de lo que voy a decir puedes colgarme —advierte serio—, pero nunca olvides la familia de la cual vienes, Mónica. Podrías ganarle, sin pensarlo.

—No —me niego de inmediato—. Sabes que no necesito de la ayuda de nadie.

—Dame su nombre y te olvidas de él.

—No quiero caridad familiar Sergio —le aclaro—, por favor.

—No compliques tu existencia.

—Espero que la próxima vez que llames, sea para algo mejor que esto.

Finalizo la llamada al ver que Benjamín se aproxima hacia mi lugar; no deseo que escuche una pelea que no me llevará a ningún lado.

—Con esa cara, no sé si preguntarte si estás bien o solo admitir lo contrario —se burla Benjamín.

—Creo que la segunda opción es mejor.

—Parece que no eres la única que está sufriendo entonces.

Eleva sus cejas al mencionarlo y con eso se aproxima un poco más a mi escritorio, buscando hablar con discreción.

—Escupe.

—Llegó un nuevo citatorio para Isabel —las tres últimas palabras las menciona más con los labios que con su voz, intentando guardar el secreto— y esta vez, no parece ser nada simple.

Agita el sobre amarillo que tiene en sus manos y éste cuenta con un sello enorme en color rojo que resalta la leyenda "Urgente".

—¿No era diferente la última vez? —pregunto haciendo referencia al sobre.

—Sí —confirma como si se tratara de algo muy serio—. Además, la vez pasada lo enviaron del juzgado civil —comenta bajando la voz—, pero ahora viene del juzgado de lo familiar —termina susurrando.

—Ay no...

—A tu querida Isabel se le bajará la presión cuando lo descubra —asegura Benjamín.

—No es mi querida —me veo con la necesidad de aclarar—, solo es Isabel.

—Si tú deseas engañarte sola, hazlo —defiende—, pero se nota que algo ha pasado ahí.

—¿Qué podría pasar diferente a cualquier asunto de trabajo? —me burlo.

—Eso deberías de decírmelo tú —menciona sugerente—; para empezar Isabel jamás ha sido así de amable y considerada, como lo es contigo.

—Es una buena persona, eso es todo.

—Tan buena persona que, te da una oportunidad, te abre las puertas de su familia y te pide que la acompañes —destaca esta palabra— a eventos especiales.

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