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Veinte minutos antes de las cuatro Jimin se dispuso a salir.

Después de lo ocurrido, el único lugar al que podía ir solo era el taller. Esa posibilidad de caminar en soledad era un alivio, pero esto no salvó a Jimin del discurso pronunciado por su madre:

-Llámame cuando llegues. Regresa apenas termine la clase. Si a las cinco y media no estás aquí, saldré a buscarte. ¿Entendido?

Jimin guardó un libro, un cuaderno y los hilos de colores en el bolso, se despidió de su hermano Yoongi y salió de casa.

El taller no quedaba demasiado lejos, apenas quince minutos en el autobús de la línea 4 y una cuadra a pie. Se colocó los auriculares e introdujo el extremo del cable en su bolsillo sin conectarlo a ningún dispositivo. Así parecería que estaba escuchando música y nadie le molestaría. Los auriculares tenían eso de bueno, se convertían en una barrera; si alguien quería abordarlo en el autobús con comentarios sobre el clima o con esas preguntas trilladas de ligue antiguo: "Disculpa, ¿te conozco?" o "¿Tendrás la hora?", el podría seguir leyendo su libro y hacer como si no hubiera escuchado nada. Esos dos botones dentro de los oídos eran una buena manera de decir "no me interrumpas, no te escucho, alejate".

Llevaba dos semanas asistiendo al taller artesanal, casi el mismo tiempo desde que su vida había cambiado para siempre. Fue el único permiso que hicieron sus padres luego de lo ocurrido. Las salidas con amigos terminaron; las fiestas y reuniones quedaron prohibidas; su vida social, congelada.

Pero Jimin no protestó. No le quedaban fuerzas ni ganas ni amigos.

Lejos de lo que opinara su familia, el taller no tenía nada que ver ni con vocación ni con obligación: el taller era su espacio para no pensar, su pretexto para salir de casa y respirar. El colegio exigía la práctica de un deporte o el aprendizaje de un oficio durante las tardes como complemento al plan de estudios, y esta parecía una buena opción.

Sobre todo considerando que Jimin no quería apuntarse a ningúna de las alternativas que su colegio ofrecía.

El día que se inscribió, el encargado del taller, un señor delgado lleno de collares y pulceras sonoras, le pregunto que curso elegiría. Los había de cerámica, de carpintería decorativa, de pintura de tela...

Jimin lo miró con indiferencia y le respondió:

-Me da igual.

El hombre le repitió con entusiasmo las opciones y quiso saber cuáles eran los gustos o intereses del futuro alumno, pero Jimin sólo repitió en voz bajita:

-Me da igual.

El hombre lo miró con extrañeza, abrió un cuaderno caótico repleto de pelitos y garabatos, tomo nota de su nombre, dirección y teléfono; y luego lo apuntó, por supuesto, en la clase que el mismo daba y que, casualmente, era la que no tenía ni un solo alumno: taller de joyas hippies.

-No creo que mis padres acepten que yo aprenda eso -dijo Jimin cuando vió escribir su nombre en el cuaderno.

El hombre suspiró con picardía y respondió:
-No te preocupes, querido, eso está previsto. El diploma que te entregaremos al final del curso dice: "Diseño de bijoutire y joyería étnica".¿Verdad que suena importante?

Jimin sonrió y se sintió extraño. Le parecía que habían pasado siglos desde la última vez que había sonreído.

-Comenzaremos con el módulo de pulseras. ¿Te gustan los nudos? -le preguntó el instructor haciendo ruiditos de clin clan clin clan, mientras se movía. -¿Perdón?

-¡Por Dios, niño! ¿Sabes lo que es un nudo? Jimin lo miró y casi sin pensarlo respondió: -Claro... mi vida es un nudo.

















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Quiero que sepan que esto va a ser: un capítulo de Jungkook y el otro trata de Jimin asi sucesivamente

No se olviden de decirme sus tres palabras del día

Los quiero 💕

La lluvia sabe por qué  [Kookmin] [Adap]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora