Tres días, tres putos día que Jimin llevaba esperando la llamada que se le haría.
Olvídalo— se dijo a sí mismo.
Ya sin ánimos, fue invitado por Suga, su mejor amigo, a pasar el rato, y a pesar de lo cansado — de la vida—aceptó.
[...]
¿Cuánto habían caminado?, ni idea, estaba... ido, ni siquiera recordaba lo que le había dicho Yoongi.
Su teléfono vibró asustándolo y el de su amigo sonó también, al mismo tiempo.
«¡¡Sí Soy yo!!- dijeron ambos al mismo tiempo, apretándose de las manos mientras respondían.
—claro... si sí... estaré allí mañana sin falta— reprimió un chillido para después colgar»
No hicieron faltas las palabras, tan solo se miraron y sin esperar se dieron un enorme abrazo, dándose las felicitaciones mutuamente y acordando celebrar con Jin y darle las gracias por supuesto.
[...]
El sonido molesto de la alarma del teléfono me despertó, lanzando maldiciones, aun con los ojos cerrados, me senté en forma de indio en la cama, mirando un punto fijo, una manía que tenía siempre al despertarme. Las ganas de ir a trabajar estaban los suelos; sin embargo, una voz en mi cabeza me dio una cachetada enorme.
Humano idiota... vamos levántate... nuestro Omega estará allí... lo quiero... vamos.
Ignorando el hecho de que fui ofendido por mi lobo, solo me levanté ahora repentinamente con mucha energía. Entré al baño, me bañe, baje a desayunar, me lave los dientes, me coloque uno de mis perfectos y bien planchados trajes, cogí mi Lamborghini negro y me fui hacia la empresa.
Cuando al fin llegue por instinto pasé la vista buscando a Jimin, pero en eso recordé que él entraba a trabajar a las 8:00 am y yo había llegado a las 7:30, aún faltaba media hora.
Debí de haberle dicho que llegara más temprano— chasque la lengua por el pensamiento para luego seguir a mi oficina.
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Con Jimin...
¿Que si estaba nervioso?, generalmente diría que no, este no era ni en broma la primera vez que trabajaba como secretario, los nervios aquí sobraban.
Sin aguantar, ya, a las siete y cuarenta y cinco iba entrando por las puertas de la gran empresa.
Sí que son puntuales—me dije al ver que pocos estaban en el lugar, la hora de trabajo comenzaba a las ocho de la mañana, aún faltaban quince minutos.
Con calma caminé hasta las puertas del ascensor, pulsando el mismo botón de la vez anterior. Cuando las puertas se abrieron, camine hacia la puerta que ya conocía, tocando levemente, para recibir un" puede pasar "desde dentro.
—Hola, Park — sí que era fuerte su mirada, por inercia me hizo querer bajar la cabeza, pero no lo hice.
Idiota
—Hola—le respondí, mi voz me enorgulleció.
—Supongo que ya debiste de leer el contrato— no fue una pregunta lo que me hizo.
— Sí, lo hice, aquí está— estiré la mano con una carpeta en ella— ya está firmado.
—Okay— lo miró extraño, para luego agarrarlo con una perturbadora delicadeza y colocarlo en su escritorio.
Nos quedamos en silencio.
Él me miraba fijamente.
Yo miraba el suelo como si fuera una hermosa joya.
Levanté mi vista al sentir un carraspeo de garganta, el pelo negro ahora miraba un costado de su oficina, específicamente un mediano escritorio con todo lo necesario, separado únicamente por una pared de vidrio y una puerta que conecta ambos lugares.
Estaba al lado del suyo.
—Allí — señaló— será tu nuevo hogar...
Y mi Omega solo pudo mover la cola y aullar feliz.
Entre el trabajo, Jeon, su Omega y más trabajo, pasó el día, para su sorpresa, ridículamente rápido, a pesar de los montones de trabajo que le daba Jungkook, que estaba seguro, lo hacía para joder.
Oh, pero qué equivocado estaba.
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