Una semana y Jimin ya estaba enamorado de su trabajo.
Ignorando el hecho de que su jefe era Jeon, todo andaba realmente... bien.
Era un lunes en la mañana, Jimin se encontraba informando sobre su día a Jungkook, mientras que este revisaba- como siempre- a saber que cosa en su ordenador.
-... tiene una reunión en quince minutos con el departamento de ventas - informó el rubio para finalizar.
[...]
Al llegar a la sala de reuniones se encontraban ya varias personas, en la puerta para sorpresa del menor, Suga y Taehyung también estaban.
Rápidamente, apresuró el paso hasta su amigo, dejando a Jungkook de tras.
- ¡Hey, Yoon! -exclamó, levantando su mano derecha para llamar su atención.
-¡Pitufo! -sonrió mirando a Jimin acercarse a él.
Con una mueca entre alegre e incrédulo le dio un pequeño golpe en la nuca por el apodo por el que se le había llamado.
-¿Pitufo?, ¿En serio?
Arqueó una ceja.
-Okay, okay, Jimin, mi Jiminie, cariño mío... mi poste de luz andante.
Y ambos estallaron en carcajadas, sonido que no fue para nada ignorado por dos pares de ojos que los miraban atentos desde otro ángulo.
¿Uno con cara de bobo y otro... molesto?
- Veo que tu secretario es muy amistoso - dijo Jeon a lo que Taehyung se volteó rápidamente hacia él.
¿Era sarcasmo lo que se escuchaba en la voz de su imperturbable hermano?
-No me digas que estás celoso de Min - se tapó la boca aguantando la risa.
-No inventes Taehyung- respondió.
- ¿De verdad?, ¿entonces porque parece que quisieras matar a Mi secretario Omega con los ojos?
_ Al instante de que Jeon escuchara, rápidamente escaneo al otro chico disimuladamente, dándose de cuenta de que efectivamente él era un omega. Dios era aún más enano que Park y no parecía para nada un Alfa.
Qué puta vergüenza...
-Vamos, esperan por nosotros.-ese fue Taehyung.
[•••]
¿Qué mierda estaba mirando el puto de su jefe de ventas?
Jungkook estaba que echaba humo por los oídos mientras apretaba su lapicero en la mano derecha, perforando una y mil con sus ojos láser al jodido de Lee.
Jimin había ido a por café para todos, el se lo había ordenado -de lo que ahora se arrepiente como el infierno- y desde que les dió la espalda para salir del lugar, los ojos del tipo no dejaron de comerle el trasero a su secretario y no dejaba de morderse sus asquerosos y fruncidos labios.
Bastardo - su lobo gruño, partió el objeto en su mano.
-Señor Lee, quiero que busque mejores vías, estos no sirve para nada, no les veo el beneficio ni las verdaderas ganancias.
-Pero...-No pudo continuar, fue interrumpido por... ¿un gruñido?
Acaso, ¿Jeon le había gruñido?
Al parecer sí, no era el único con los ojos prácticamente fuera de su lugar.
Jimin, que se había detenido en la puerta, se sobresaltó junto con su lobo, por lo que se detuvo y con una ligera mirada a su jefe dio dos pasos hacia atrás, olvidando los dichosos cafés.
