CAPITULO 6.

6 1 0
                                    


Ya habían pasado dos días desde que había salido del hospital y aún no había hablado con Oliver, todo era raro, no sabía que palabras usar.

Sentía la culpa que merecía sentir después de haber tratado tan mal a Oliver, así todo no sabía cómo hablarle, no sabía cómo iniciar una conversación que nunca fue planeada. Como decirle que lo sentía.

Cada día los sentimientos por él se hacían notar más, no tenía ni idea que era lo que estaba pasando, ¿qué eran esos sentimientos? ¿por qué los sentía ahora? Después de dos años sin sentir nada, desde la última persona a la cual amé y nunca llegamos a nada.

Y ahora volvía a sentirlo, por alguien totalmente diferente a Edward. No sabía si lo que sentía era pasajero, o si era real.

Pero sentía algo en el pecho al recordar la charla que tuvimos en el hospital.

Edward fue la persona más bonita en nuestra relación a escondidas, porque ninguno podíamos decirles a nuestros padres sobre nosotros. Pero supimos mantenerlo bien en secreto. Tuvimos una relación sana, nos amábamos muchísimo, hasta que los problemas empezaron a aparecer, las peleas eran siempre, cada vez que queríamos vernos terminábamos discutiendo, hace tiempo que no funcionábamos, pero no podíamos dejarnos atrás.

Hasta que lo vi tomar las riendas y dejarme atrás, meses después termino nuestra relación porque ya no aguantaba pelear. Desde ese día algo murió en mí, nunca había amado tanto a alguien como a él. Nunca pude volver a reconstruir esa parte ya que nunca más volví a amar a alguien.

Desde que nuestra relación terminó comencé a llorar todas las noches, porque no aguantaba la soledad que sentía cuando la luna salía. Los abrazos que él me daba eran los más reconfortantes.

A los cinco meses de terminar comencé a superarlo con mucho esfuerzo. Le puse más esfuerzo a mis estudios, y llegué hasta acá.

Y cuando se los conté todo a mis padres, la otra parte de mi se cayó por completo, creo que no podré reconstruirla, no sé como volveré a ser feliz sin el apoyo de mis padres.

Necesitaba hablar con Oliver, sus ojos azules y profundos, su cabello castaño y suave, todo de él me estaba comenzando a hacer sentir cosas, y realmente no soportaba estar perdiéndolo.

Y no hay nada peor que perder algo que nunca llegó a ser formal, algo a lo que nunca llegaron a ser algo más que desconocidos.

Quería llamarlo porque lo sentía correcto, pero no sentía correcto pedirle perdón después de todo lo que le dije, después de que él intento ayudarme y yo no lo dejé.

Tomé el celular en mis manos y marqué su número de celular, miré por minutos al celular con su número en él.

Quise apretar el “marcar” pero no tuve el valor, no si aún no sabía que iba a decirle, que palabras iba a usar, o como iba a pedirle perdón

Hasta que el celular empezó a sonar, su nombre apareció en grande en la pantalla. Con un leve temblor en mis manos apreté para contestar.

-Hola Logan, pensé que no llamarías- dijo con la voz suave

-Yo también, pero no sabía que decir, tenía miedo de arruinarlo- las palabras no paraban de salir de mis labios

-Lo único que quiero que seas cuando hablas conmigo es que seas tú mismo Logan, no tenés que ser alguien más- respondió, con la voz calmada

-Pero puedo arruinarlo todo, y me da miedo…- dije y una lagrima traicionera se resbaló por el largo de su mejilla

-No vas a arruinar nada Logan, lo del otro día debo admitir que me molestó porque solo quería ayudarte, ayudar a que te cuides un poco más- el recuerdo de sus palabras que ahora sonaban como eco en mi sala de estar

-Lo siento muchísimo, yo no debía tratarte así, es una mala costumbre que tengo desde que tuve la pelea con mis padres…

-Está bien Logan… Espero que mejores- dijo y supe que iba a cortar, no quise que corte, no quise dejar de escuchar su voz, quería un abrazo de él para yo saber que lo tenía

-No quiero dejar de escuchar tu voz Oliver…- me comencé a morderme las uñas esperando su respuesta

- ¿Por qué? -preguntó con suavidad, pude ver sus hermosos ojos azules

-Porque quiero que seamos algo más que desconocidos…- no entendía que decía, de donde había salido ese valor en mi

- ¿Puedo verte? – la forma en la que odiaba amarlo, pero a la vez amaba amarlo

-Es lo que te estoy pidiendo Logan

____

Pasaron veinte minutos y el ruido del timbre sonó en todo el silencio de mi casa. Corrí hacia la puerta, y apenas abrí sus ojos azules, su suave cabello castaño. Su perfección

Siempre pensé que no había nadie perfecto, ni Edward lo era, pero Oliver… Él lo era, sentía que lo era, y no podía definir bien lo que sentía aún, tampoco iba a decírselo y arriesgarme a perderlo.

Dejé que pasara y cuando cerré la puerta, y aún sin decir sin decir una sola pregunta, o una palabra, algún suspiro dando espacio a una oración que al segundo nos arrepentiríamos, aun sin un solo roce, pero ya habíamos conectado nuestras miradas.

Caminé acortando cualquier distancia que existía entre nosotros dos, me aferré a su cuerpo con un abrazo sanador, hace semanas que quería abrazarlo. Ahora tomé valor, suspiré todo el aire que pude y me apoyé en su hombro.

Aspiré su aroma, su olor se parecía al de las flores blancas, como los jazmines mezclados con las rosas blancas. Su cabello era tan suave como imaginé, se parecía al color café mas suave del mundo. Sus ojos azules del tono cielo más oscuro y precioso del universo. Sus manos que ahora reposaban sobre mis hombros, y sus leves caricias dulces que ahora me estaba regalando.

Rodé su cintura con mis brazos y descansé mi cabeza sobre su hombro tratando de guardar en mi cabeza, corazón y alma, cada olor, cada tacto y suspiro que daba, tratando de guardar nuestro primer rocé en una cajita de música interna en mi cuerpo.

Lentamente me separé y conecté nuestras miradas, un silencio del más cómodo, del más suave, de los cuales no hacen ese ruido incomodo, del cual podía escuchar sus latidos.

-Lo siento…- dije soltando su mano y jugando con las mías

-No lo sientas Logan, ya no lo hagas- respondió volviendo a tomar mi mano dando unas dulces caricias en ella

-No te vayas por favor

-No pensaba hacerlo, quiero quedarme, y abrazarte otra vez- dijo apretando mi mano, acercándome más a él y volviendo a abrazarme, volví a sentir su aroma a flores blancas

Y fué ahí donde escuché la oración que cambió todo ese momento, que hizo que mi corazón latiera con más intensidad, que las llamadas mariposas que vuelan en tu estomago cada vez que alguien que aprecias mucho dice algo bonito, o hace algo bonito. Pero estas mariposas en vez de ser naranjas eran celestes, como sus ojos

-Me recuerdas a las cosas más bonitas de la vida…

LOS ANILLOS DE SATURNO 🪐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora