𝘚𝘦𝘷𝘦𝘯 ⁷⁰⁷

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Dedicado a JP2727

Unas semanas han pasado desde que Cassidy y sus dos amigos habían llegado a Kanezaka, Japón, y he de admitir que el castaño estaba bastante tranquilo y alegre, además, estaba avanzando en su relación con Hanzo, claro está que también por su reciente descubrimiento a empezado a "coquetearle" de manera indirecta, incluso, está pasando más tiempo con él, que con su mejor amigo.
Pero a decir verdad se la pasaba bien con el mayor de los Shimada, había aprendido como era él. Cole callaba cuando veía que Hanzo necesitaba silencio, siempre escuchaba lo que el japonés tenía que decir y él simple y sencillamente actuaba como era él, podía ser él mismo sin ningún problema y el arquero nunca lo criticaría, también, en muchas ocasiones lo ha hecho reír, cosa que, según le había contado Kiriko, él no era de reírse por todo.

Hoy Hanzo se encontraba en el patio trasero de la casa haciendo flechas mientras meditaba, unos de los pasatiempos favoritos del pelinegro era hacer munición para su arco, que siempre llevaba con él.
— Admiro a aquellos que tienen gusto por el armamento tradicional. — Dijo Cassidy acercándose y se sentándose en el suelo para acompañar al japonés.
— ¿Alguna vez haz disparado un arco? — Preguntó Shimada volviendolo a ver sin dejar de hacer su actividad.
— No... Pero jamás me verás con esos rifles de pulso. — Comentó el castaño para luego sacar un puro de su bolsillo.
El arquero acomodó en su carcaj las nuevas flechas que había hecho y se puso de pie.
— Sígame. — Dijo mientras le ayudaba al vaquero a levantarse.
Hanzo lo llevó un poco lejos de la casa y se dispuso a hacer un tipo de diana en medio del patio (que era bastante grande). Con una hoja y un lapiz de grafito comenzó a dibujar un gran punto en el centro, clavó la hoja en un árbol con una flecha y se acercó a Cole mientras le daba su arco.
— ¿Qué estás planeado hacer? — Preguntó el americano curioso por lo que estaba haciendo el pelinegro.
— Le voy a enseñar como usar un arco, usted me había dicho que tenía muy buena puntería, entonces... Aprender a usar uno no le será tan difícil. — Mencionó el mayor de los Shimada decidido a lograr lo que le había propuesto. — Lo que tiene que hacer es disparar justo en el blanco, no está tan complicado. — Dijo el arquero mientras se hacía a su lado y le ayudaba a acomodar la flecha en el arma.
El castaño lo sentía cerca, bastante cerca, su corazón comenzó a latir a un ritmo rápido, mientras que sus manos le empezaban a sudar, se sentía nervioso, volverlo a tener así a su lado, después de tanto tiempo, lo estaba volviendo loco.
— ¿Estás listo? — La voz de Hanzo lo sacó de sus pensamientos y rápidamente recobró la compostura.
— Sí, claro... — Dijo nervioso mientras empuñaba el arco y se disponía a disparar. La flecha cayó en la esquina izquierda del papel, muy cerca de su blanco.
— Nada mal para ser la primera vez que lo hace. — Comentó el pelinegro con una leve sonrisa en su rostro. Expresión que se había vuelto la favorita de Cassidy, cada vez que la veía su corazón se regocijaba y aceptaba aún más el hecho de su enamoramiento hacia el pelinegro. — Mi turno, con permiso. — Cole le dió el arco al más bajo, Shimada se posicionó y disparó, evidentemente, la flecha cayó en el puro centro de la "diana".
— Vaya... Buen tiro. — Dijo el vaquero sorprendido. — ¿Algún consejo para hacer lo mismo que acabas de hacer? — Mencionó el castaño con una mueca en su rostro mientras que Hanzo le devolvía al arco.
— No apunte directamente al centro, la flecha tiene caída y cuando es disparada pierde altura, dispare más arriba de la diana y dará en el blanco. —
— ¿Así? — Preguntó el vaquero apuntado más arriba de lo normal.
— No, tan arriba no. — Dijo el japonés mientras se le escapaba un poco de su risa que le fue contagiada a Cole.
— ¡Ayúdame entonces! — Dijo Cassidy entre risas, Hanzo se acercó a él. Y entonces, el castaño se perdió en su mirada, en sus ojos, que eran como la noche y irradiaban un brillo muy especial, parecido al de las estrellas.
— ¿Alguna vez te han dicho qué tienes unos ojos hermosos? — Preguntó curioso el vaquero mientras tenía una tonta sonrisa en su rostro, Shimada se sonrojó y solo le dió un pequeño golpe en el hombro que fue respondido por un quejido entre risas.
El japonés no entendía a que vino esa pregunta, ya había pasado varias veces (para ser exactos, desde la pequeña travesura bajo la lluvia) que el vaquero le decía cosas así de cursis, sobre su persona o notaba que algunas veces le insinuaba cosas; le gustaba, no lo iba a negar, pero jamás lo iba a admitir en voz alta.

𝘓𝘰𝘷𝘦 𝘈𝘨𝘢𝘪𝘯 ; 𝘠𝘦𝘦𝘩𝘢𝘯 ༅ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora