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Una vez llegaron a la mansión de Verone, Brian, Roman y Verónica estacionaron sus autos frente a los de otros corredores los cuales los miraron y más a Verónica la escanearon de arriba abajo con una sonrisa pícara lo cual hizo que Verónica los mir...

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Una vez llegaron a la mansión de Verone, Brian, Roman y Verónica estacionaron sus autos frente a los de otros corredores los cuales los miraron y más a Verónica la escanearon de arriba abajo con una sonrisa pícara lo cual hizo que Verónica los mire con desagrado. Roman se dió cuenta de la mirada de los hombres en Verónica lo cual lo hizo tener un semblante serio y rudo, el moreno paso su brazo por el hombro de la castaña la cual se quedó quieta ante el tacto del Moreno.

—Oigan ustedes. —Dijo un hombre desconocido—¿De dónde sacaron esos autos? ¿De una fábrica de cereales?—

Roman iba a hablar pero Verónica se adelantó.

—Y tu ¿De dónde sacaste esa ropa? ¿De un basurero?—Roman y Brian sonrieron algo divertidos

—Ya escuchaste a la dama Rockero.—le dijo Rome al hombre—Idiota.—Verónica soltó una risa cosa que hizo que Roman también le sonriera

Era una sonrisa sincera no había juegos en esas sonrisas solo eran dos personas sonriendose con algunos sentimientos ocultos.

El brazo de Roman aún seguía en los hombros de Verónica la castaña entrelazó su mano con la mano del moreno mientras el brazo seguía en los hombros de ella.

El trío vio a Mónica hablar con los que serían los perritos falderos de Verone, los hombres de Verone llamaron a los corredores, Brian veía como Verónica y Roman seguían en la misma posición en la que anteriormente estaban así que sin poder controlarlo paso por medio de ambos separandolos, Roman lo miro fastidiado y Verónica solo soltó una sonrisa.

—Cálmate y sigueme la corriente.—Brian le dijo a Rome

—No puedo.—Dijo Roman

Verónica lo miro—Tendrás que hacerlo.—

—Hablo en serio.—Le dijo Brian a Roman

—Tu a tus asuntos y yo a los míos.—Dijo Roman mirando a Brian

Los hombres de Verone los guiaron a una gran mansión dónde se encontraba el mencionado mirando atentamente a los corredores les comunicó que su Ferrari había sido confiscado y que quería que buscarán el auto a tres kilómetros de dónde estaban, no le importaba el Ferrari solo quería el paquete que contenía el auto así que solo debían tomarlo y quiénes lo hicieran tendrían el trabajo, Mónica pidió los permisos de conducir a cada corredor.

—Licencia de conducir—Dijo Mónica cuando tuvo a Verónica frente a ella

—¿Que licencia de conducir?—Dijo Verónica con una mini sonrisa mirando a la mujer que tenía frente a ella

Mónica la miro cuando obtuvo la licencia de Verónica volvió a mirarla fijamente.

—Y tu teléfono.—Dijo Mónica, ella y Verónica se miraron fijamente—La licencia es para Verone y el número es para mí—Exclamó Mónica mirando a Verónica

Toretto.     Roman Pearce Donde viven las historias. Descúbrelo ahora