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Jeongin no quería bañarse ese día, estaba sentado en medio del colchón con mantas y edredones cubriendo todo su cuerpo a excepción de su cara, sus pomposas mejillas ardían en furia por la invasión de aquel ser repugnante que preparaba con tranquilidad su bañera, añadiendo con una sonrisa jabones y bombas de baño para que aquellos minutos fuera de su nido fueran llevaderos. Sin embargo, su pequeño se rehusaba siquiera a salir del colchón.

La tarde anterior sucedió algo similar pero con el paseo obligatorio, Jeongin armó un escándalo en medio del parque y se abrazó a un árbol de tronco pequeño y débil, no quería regresar a casa con Chan y tampoco quería irse aún, se sentía tranquilo en aquel parque y dijo querer trasladar su nido allí mismo, obviamente Chan no podía conceder ninguna de las dos ocurrencias del menor, no quería ni imaginar los peligros que a los que pequeño se enfrentaba al ir solo por las calles y por obviedades más drásticas, era imposible trasladar su nido a un parque público.

Pero quién era él para juzgar.

—Innie, ven —llamó sutilmente, una sonrisa convincente en sus labios, el aludido rechazó su llamado corriendo el rostro a otro lado, en su boquita un pequeño puchero y sus manitas hechas puños sosteniendo firmemente la manta. Chan hizo un mohín viendo cómo las cosas se torcían si el bonito y gordito Omega no sé bañaba—. Vamos, bonito, será un baño corto.

—N-No —dijo rotundo, su ceño frunciéndose a la vez que le lanzaba una molesta mirada—. E-eso dijiste el último día, y ¡tocaste m-mi pancita! —Bang jadeó frustrado.

—Amor, quería tocar a mi cachorro.

—N-No pediste permiso —refutó.

Chan aceptaba la culpa y las acusaciones de su menor, pero tenía curiosidad y ciertos deseos en tocar aquella elevación morenita y dura, besar su piel morenita y pasar allí mucho tiempo. Jeongin se asemejó a un gatito rabioso cuando sus dedos rozaron apenas la parte baja de su vientre, donde se suponía que debía estar su retoño. Sus ojos se abrieron desmesuradamente y se abalanzó contra el pobre Alfa que fue golpeado con botes de champú y gel corporal.

—Te prometo que no haré nada que no quieras, ven a bañarte, ¿sí? —intentó y Jeongin negó suavemente, esa imagen implacable de Omega testarudo a la que Chan se enfrentaba no era sencillo de sobrellevar—. Haremos galletas y tartas después del baño —sobornó, pero Jeongin meneó su cabeza—. Llamaré a Jisung para que te haga compañía...

—N-No quiero Omegas en mi nido. N-No me voy a bañar, sal-sal de la habitación y no m-molestes más más...

Sentenció agachando su cabeza y clavando su mirada en el azabache, quien ya se había puesto de pie.

—N-No me voy a bañar —repitió Chan avanzando lentamente por las baldosas blancas del baño, a sabiendas por dónde iban los tiros, Jeongin soltó un chillido y se acostó con rapidez, sin hueco existente—. N-No me vas a obligar, A-Alfa tonto...

—Oh, claro que te voy a obligar, llevas tres días en esa cama —le retó, buscando forma humana en el relieve para poder tomar al Omega y no hacerle daño, primero palpó una superficie blandita y gordita, una incógnita nació y el Omega la resolvió rápidamente.

—M-Me estás tocando el trasero, maldito indecente.

Y Chan no sabía cómo sobreviviría si su bolita de amor apenas contaba con dos meses.

Y Chan no sabía cómo sobreviviría si su bolita de amor apenas contaba con dos meses

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Whiny Baby Noises² ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora