»Capítulo 88«

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Veinticuatro de marzo de 2025.

—¿Por qué no puedo ir? No... —ríe nerviosa— no lo entiendo, Darcy.

—Se supone que nadie más lo sabría —comenta la hermana mayor de los Lewis y entonces se escucha un suspiro del otro lado de la línea—. Jojo, prométeme que mantendrás el secreto.

—Lo he hecho durante semanas, no te preocupes —Angelique presiona sus labios, después sus dedos se envuelven en el teléfono fijo de su casa y agrega—. Sólo cuídala, ¿está bien? Cualquier cosa, llámame a cualquier momento.

¿Me responderías incluso a las tres de la madrugada?

—Darcy, tengo cuatro hijos, estoy acostumbrada a desvelarme —bromea con una media sonrisa.

Oye, créeme, quisiera hacerlo en todo momento, pero tienes dos estupendos papeles que interpretar y seguir al pie de la letra. ¿Sabes cuáles son, Jojo? 

—Tengo una idea.

Eres reina de una nueva nación mundial que está creciendo y, para añadir, eres la madre de dos pares de mellizos semidioses que pronto tengo la idea de que podrían volar o desaparecer como quisquillosos traviesos que corre en sus venas —termina la explicación y Angie ríe entre dientes, imaginando la forma en que los ojos de su hermana se agrandan mientras dice todo eso.

—Debo colgar, tengo unos pendientes, pero siempre voy a estar aquí, Darcy. Mantenme informada de la salud de Jane, por favor.

Lo haré, no te preocupes. Te quiero, Jojo, cuídate y dales un beso de mi parte a todos los diablillos.

—Lo haré. Yo también te quiero, Darcy. Adiós —escucha la respuesta de su hermana y cuelga la llamada mientras Agda espera pacientemente sentada al lado de la chimenea, anotando algunas cosas en la agenda personal de la soberana de Nuevo Asgard—. Bien, estoy libre.

—¿Todo está en orden, su majestad? —pregunta la mujer asgardiana, alzando la vista mientras seguía escribiendo en su libreta.

—Si, todo bien —coloca sus manos en los reposabrazos y se inclina, alzándose con cuidado mientras alisa la falda de su vestido con delicadeza—. Sólo estoy un poco..., bueno, creo que entiendes mi sentir, Agda.

—No, su majestad —parpadea varias veces, deja de posicionar sus ojos en la libreta y, en cambio, eleva la vista, escudriñando a la monarca—. Sinceramente, me es difícil imaginar el perder a alguien. Usted sabe que me he validado e independizado por mí misma desde que tengo memoria.

—¿Nunca has tenido la sensación de angustia de que...? —se encoge de hombros— No lo sé, ¿la impotencia de no ayudar a alguien por más que esa persona se niegue a querer poner de su parte?

Agda lo piensa un rato, incluso deja el bolígrafo encima de la hoja medio rayada con su letra en cursiva y entonces realiza un tamborileo con los dedos hasta que toma la decisión de responder.

—Estoy segura de que todo el mundo se ha sentido de ese modo al menos una vez en su vida, su majestad.

—Bueno, no me alegra el sentirme de esa manera —confiesa Angelique y Agda se levanta de su asiento, lista mientras su espalda se pone erguida, colocando esa compostura firme.

—¿Hay algo que pueda hacer por usted, su majestad? —pregunta la asgardiana y entonces Angelique levanta su mano, posicionándola en su pecho de esa forma suya para cubrir sus emociones, además de transmitir esa bondad que la caracteriza desde siempre.

—Tu compañía me es suficiente, Agda —sonríe de soslayo a la mujer y después chasquea su lengua, lista para continuar—. ¿Timmy está todavía en clases? Supe que su clase se ha extendido últimamente. Me gustaría al menos tener a los niños conmigo durante ese tiempo.

𝐄𝐚𝐠𝐞𝐫𝐧𝐞𝐬𝐬 𝐟𝐨𝐫 𝐘𝐨𝐮 [𝐋𝐨𝐤𝐢]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora