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-¿Quacks, de qué hablas?- estaba super confundida.

-¡Sé que suena raro! Pero te juro que vi a alguien con pupilas así- dijo alarmado de que Lana lo tome de un loco.

-Quacks, tu...ya sabes, ¿no tiene nada que ver?- Esa respuesta rompió el corazón de Quackity.

-Lana por favor, creeme, te juro que lo vi...- dijo ya sin esperanza de tener el apoyo de Lanita.

Lana soltó un suspiro, pero sabía que Quackity nunca mentiría de esa forma o se inventaría esto.

-De acuerdo Quackity, te creo, pero no creo que sea posible...a no ser...- dijo Lana recordando su infancia donde había alguien así.

-El hijo de las estrellas...- susurró para ella misma sin posibilidad de que Quackity la escuche.

-¿El qué?- preguntó intrigado por lo que dijo su amiga, sacándola del trance en el que entró cual mencionó ese caracteristico nombre.

-Nada, creo que me confundí de persona- dijo escondiendo muy bien su nerviosismo y sorpresa.

-¿¡O sea que si conoces a alguien con pupilas de estrellas!?- preguntó con sus ojos brillando por la esperanza de que alguien lo entienda y no lo tache de loco.

-No Quacks, lo siento, he conocido a gente rara, pero no a ese extremo- dijo en el momento exacto donde llegó al aula de Rubius y Quackity.

-Aquí te dejo, más tarde seguimos, solo no lo pienses mucho, ¿si?- acto seguido abrazó a Quackity en forma de despedida. Un abrazo lleno de amor, afecto y comprensión, Lanita era la persona más linda que ha conocido nunca. Espera que nunca cambie.

Se despidieron y entró rápidamente al ver que la profesora se acercaba.

-¡Pato!- gritó su amigo.

-¡Rubia!- respondió con el mismo ánimo, acercandose a él.

Se sentaron juntos justo en el momento exacto en el que entró la profesora de arte.

Mientras explicaba como debía ser su trabajo de dibujo, Quackity miraba al techo pensando en qué dibujar, no era por presumir, pero él tenía un talento con el dibujo. Un talento único, según sus amigos.

Luego de un parpadeo vió estrellas en el techo, estrellas doradas de diferentes tamaños, regresó su vista al suelo para buscar el proyector causante de esas hermosas figuras pero no encontró nada, así que decidió hablar con su amigo.

-Rubius- dijo susurrando.

El rubio movió su cabeza en señal de que lo estaba escuchando.

-mira el techo- pidió.

Lo regresó a ver confundido para seguidamente hacerle caso para ver el techo.

Luego de un rato le regresó a ver más confundido.

-¿Qué se supone que tengo que ver?- preguntó confundido por el pedido de su amigo.

-¿Qué?- tras las palabras de su amigo regresó a ver el techo dandose cuenta que las estrellas no se habían ido, por lo que no había razón por la que Rubius no las haya visto.

-Las estrellas, ¿no la ves?- preguntó confundido.

-¿no te sientes mareado?- respondió preocupado el más alto.

Quackity soltó un suspiro y le hizo una seña de que es mejor dejar el tema de lado.

Luego de las explicaciones de la profesora, Quackity salió de su mundo estrellado para empezar a pintar en el lienzo que se le fue entregado

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Luego de las explicaciones de la profesora, Quackity salió de su mundo estrellado para empezar a pintar en el lienzo que se le fue entregado. Incluso luego de los minutos que había mirado al techo pensando en qué hacer nada más que estrellas llegó a su mente.

Rubius seguía preocupado por su amigo, aún cuando el pelinegro le decía que estaba bien y que solo fue producto de su imaginación.

Luego de largos minutos donde pensó el qué dibujar, sintió como si su mano se moviera sola y empezara a recorrer el lienzo suavemente, dibujando lo que ha estado en su cabeza por un tiempo. Estrellas.

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