III. CORRIENTE TURBULENTA

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Denzel estaba de pie, inmóvil en la proa de la pequeña coca. Sin el menor gesto en su rostro, sus ojos estaban fijos, como mirando un horizonte inexistente en la oscuridad de la noche que se fundía con la del amplio rio. Pero su mente no estaba en el rio, su mente viajó millas y millas al norte, a los brazos de Magda, al perfume de violetas que soltaba su cabello castaño, al calor de su regazo, a la tibia y cómoda suavidad de sus pechos, a la firmeza de sus piernas, a la tersura de sus manos...fuertes, pero de dedos estilizados, hermosas y amables, como las de toda persona de corazón bondadoso. Esa manos que aligeraban toda su carga con una caricia que iba de su barba a su cabello ondulado...a su voz, que le decía: "duerme bien y descansa, amor bonito, que bueno que volviste" ...pero toda esa visión idílica se fundió con las imágenes de Magda envuelta en la oscuridad, odiándolo, rechazando su contacto. Magda arropada por una tristeza inexplicable que no le permitía ni moverse...y con el sonido de su voz quebrada pidiéndole ayuda: "¡Denzel, no dejes que me lleven! ¡Denzel, ayúdame!" y con su mirada extraviada, mostrando vacíos sus ojos café, que alguna vez fueron fuego y furia. Un corrientazo frío recorrió su columna y lo sacudió. Cerró los ojos y limpió su rostro; en el que Clarissa, que estaba parada junto a él; notó correr un par de lágrimas.

- Capitán, debería descansar un poco.

- No tengo tiempo para descansar Clarissa, ahora no. Mucho depende de mí, de nosotros.

- Es cierto. Pero lo necesitamos en pleno uso de sus facultades. Un par de horas de descanso no le harán mal a su cabeza...y a su corazón. No se preocupe, yo estaré atenta y vigilante. Cualquier novedad, se la haré saber.

Denzel caminó hacia el castillete que se alzaba a mitad de la embarcación, el Dardo de Luz era una nave bastante rápida para su tamaño, aunque era un poco más angosta de lo normal, lo que le brindaba más movilidad y maniobrabilidad. Tocó la puerta antes de entrar, pero no esperó respuesta, ya había escuchado las voces dentro. Decidió entrar pasados dos segundos. Fuchs estaba sentado en el mesón frente a Dorian, ambos guardaron silencio y lo vieron pasar hacia el camarote, pero su amigo no era de quedarse callado y él lo sabía.

-DeVries, ven siéntate con nosotros unos minutos. Bebe un poco de aguamiel y deja esa mente en paz un momento.

-Debo descansar Fuchs. La noche se hará muy larga en este viaje y tengo que reponer fuerzas.

Dorian se levantó de su silla, avanzó dos pasos y tomó a Denzel del brazo.

- Capitán. Sé que esta empresa es de vital importancia y que requiere del pleno uso de sus facultades, pero se encuentra en mi barco. Permítame honrarlo con mi hospitalidad y hónreme con su presencia en mi mesa, aunque sea breve. Luego descansa. Se lo pido de capitán a capitán.

Denzel asintió y sacó una silla, la giró y se sentó apoyando sus brazos en el espaldar. Fuchs le sirvió un copón por la mitad y se lo pasó. Levantó el suyo, como señal de un brindis silencioso que todos compartieron. Apuraron el contenido de sus copas en silencio. Un silencio que se vio interrumpido por un estruendoso eructo de Dorian, casi perfecto para romper el hielo.

- Empezamos con el pie izquierdo Denzel, ¿puedo llamarlo Denzel? Pero entienda que su nombre lo antecede y sé muy bien que, a pesar de no estar entre sus objetivos principales, mi nombre también suena en los pasillos de La Orden Púrpura. No soy santo ni devoto, eso lo tengo claro.

- En estos momentos y después de los sucesos recientes, creo que mi nombre está resonando también en los pasillos del fuerte Yarrut. No he logrado pasar desapercibido en este viaje. Así que, no te preocupes Dorian. A estas alturas, es difícil determinar quién está más en contra de la ley que quien. Y si, puedes llamarme Denzel.

Crónicas de Blumenheim. La Travesia del Ejecutor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora