Listón rojo

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Los segundos parecían convertirse en minutos y la espera por el final nunca llegó, el corazón de Tallulah se calmó un poco ante el silencio en ese momento es que se dió cuenta que ya no escuchaba los gruñidos de esa criatura aterradora pero seguía sin tener valentía suficiente para levantar la mirada.

-Papá... Papá Quacks ven por mí- Hablo entre murmullos para por fin soltarse en llanto.

Quizás pasaron unos 5 minutos pero para Tallulah fue una eternidad un momento de desesperación pura que solo la hizo sentir más miserable.

-Ten- Una manta fue puesta sobre su cabeza.

No tardó en aferrarse ha ella entrando levemente en calor al igual que calmaba ligeramente sus sollozos.

-¿Qué hace alguien tan pequeña cómo tú sola?- Pregunto la misma voz que le había dado la manta.

Tallulah iba a responder pero se detuvo en seco cuando proceso la situación un extraño le estaba hablando y le había dado una manta, levanto su cabeza para ver de quién se trataba.

Una chica un poco más grande que ella, de cabello negro, ojos castaños y su pelo estaba adornado de una manera adorable con un brillante listón rojo, no parecía mala persona.

-Gracias...- se cubrió mejor con la manta.

La niña desconocida se sentó ha un lado suyo y la miro de manera extraña, era una forma muy cariñosa, como si ya se conocieran.

-Siempre quise una hermana- Ese comentario hizo que Tallulah se confundiera.

-¿De qué hablas?

-Tener una hermana, siempre me gustó la idea de tener alguien que me acompañará cuando papá no estuviera

Eso le hizo recordar su situación, era verdad que quizás si soledad en casa sería más llevadera si tuviera una hermana aunque una parte de ella no quería que sufriera lo mismo o que al final sus padres amaran más a su hermana que ha ella.

-Yo prefiero ser hija única-

-Supongo que cada quien piensa diferente- La niña le dedici una amable sonrisa.

-Por cierto me estaba persiguiendo un mounstrou horrible- Aún no entendía como no la había atrapado.

-¡No te preocupes! Yo lo ahuyente- Se señalo a si misma de manera orgullosa.

Tallulah la miro con admiración, fue en ese momento que se percató de las cicatrices que tenía la mayoria parecían ser de caídas o accidentes inocente pero un par en particular eran realmente feas, aparto la mirada cuando sintió que incomodaba.

La niña solo soltó una risita y alboroto su cabello, era un sentimiento tan familiar que no le molestó.

-¿Cómo te llamas?-

-Tallulah ¿Y tú?-

-Tilín, lamentablemente mi papá no es el mejor escogiendo nombres-

-No me parece un mal nombre-

-Lo sé, solo que me hicieron algo de burla por el mismo...-

-Sin unos tontos entonces-

-Tienes razón- La mayor rodeo con el brazo a Tallulah. -Pero dime ¿Que haces afuera tu sola?-

-Oh... Bueno quería encontrar unas flores para darle a mi papá-

Tilín miro de arriba ha abajo a Tallulah era difícil creer que solo estaba buscando flores, parecía que había ido a masacrar mods y que la masacrada fue ella, en si esa deducción tampoco estaba del todo mal.

-Te ayudaré conozco muy bien estos lugares-

-¿Enserio? ¡Muchas gracias!- Dijo con un brillo en sus ojos.

Aunque por su mente también paso que sería mejor ir a casa, ya se encontraba muy mal y probablemente se enfermaría, miro el corte en su brazo y hizo una mueca por otra parte si llegaba a casa con las manos vacías solo recibiría un gran regaño y empeoraría su relación con Quackity.

-Vamos por esas flores-

Tilín se levantó y puse adelante de Tallulah en cuclillas mirándola sobre su hombro.

-¿Qué esperas? Sube, no dejaré que camines cuando estás lastimada-

Pronto estaba Tallulah acomodada en la espalda de Tilín mientras caminaba por los pastos de la isla, a pesar de que el cielo estaba nublado y la extraña situación en la que se habían conocido las dos niñas congeniaron hablando durante todo el camino.

-Ya llegamos- Aviso la niña de listón rojo, bajando cuidadosamente a Tallulah.

Frente ha ella había una cueva que tenía la entrada totalmente plagada de hermosas flores moradas que parecían surgir de la oscuridad misma, era precioso.

No tardó en empezar a tomar alguna haciendo un intento de ramo con sus frías y sucias manos, ignoro el hecho de los pequeños rasguños que ardían; se sentía tan emocionada de ver la cara de su papá Quacks cuando le diera esas flores.

-Seguro le encantaran-

-Eso espero-

Una nudo de nervios y felicidad se creo en su pecho, Tilín rió al imaginarse lo que estaría pensando la menor y tomando una de las flores la acomodo en el cabello alborotado de Tallulah.

-Creo que cualquier cosa que le des a tu papá le gustará porque viene de ti-

Lo dudaba pero al ver la gentil sonrisa con la que lo dijo no pudo contradecirle, ella no conocía a su papá si lo hiciera entendería porque se estaba esforzando tanto para agradarle aunque sea un poco.

En eso una gota de agua cayó en la cabeza de Tallulah y miro al cielo, una por una fueron cayendo más gotas hasta que se convirtió en una llovizna, ante eso las dos tuvieron que meterse en la cueva y obsevaron las gotas caer como si de una canción de cuna se tratara.

-Creo que vamos a tener que quedarnos un rato aquí-

Comento Tilín mientras tomaba algunas de las flores comenzando a entrelazarlas, Tallulah admiro esto y trato de imitar la, pronto las dos se encontraban haciendo coronas de flores que se regalaron entre ellas, solo se escuchaban sus risas, las gotas caer y el chapoteo de unos pasos acercándose.

¿Pasos? La mente de la menor pronto se puso en alerta.

Seguían en la interperie podría atacarlas cualquier cosa; los pasos se oían cada vez más cerca y la aparente calma que habían logrado tener se había desvanecido.

My babyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora