Meghan
―Jaque.
No me preocupo por el aviso, y, en cambio, me concentro en observar las piezas sobre el tablero para analizar mi siguiente movimiento. No obstante, estoy casi segura que solo podría estar retrasando su victoria. Mi padre es igual de bueno que yo en el ajedrez. Él me enseñó de pequeña, y es un pasatiempo que sigo disfrutando y que compartimos cada tanto.
―¿Me darás tu opinión? ―formulo tras cumplir mi turno, ahora mirando su semblante reflexivo dirigido hacia el tablero.
―No creo tener una respuesta que te satisfaga, pero está bien ―dice, dejando de lado el juego por un momento―. Sin embargo, voy a necesitar que seas completamente honesta sobre lo que sientes, cariño, lo bueno y lo malo.
―De acuerdo ―Asiento, aunque no sin cierta reticencia. Incluso con mi padre, sigue siendo un tanto incómodo mostrarme vulnerable.
―Y recuerda que la omisión también se considera mentira.
―Seré honesta, lo juro.
―Bien. En tal caso, me gustaría saber cuál es tu percepción de Avery, no como tu contratada, sino como persona, como mujer.
Clavando mi mirada a la mesa, me permito un minuto para reflexionar en mi respuesta, aun cuando tengo en claro ciertos puntos.
―Ella es hermosa, y no me refiero solamente a su físico, hablo de su forma de ser. Quiero decir, me gusta lo fácil que le es empatizar con cualquiera, tiene una bondad y amabilidad admirable, lleva su corazón en la manga y no teme por ello. Es genuina.
―Es una maravillosa chica ―concuerda ante mi pausa―. Continúa.
―Me gusta su sentido del humor, incluso si algunas veces no lo entiendo. Me gusta la manera en que respeta mi espacio y mis tiempos, su paciencia para conmigo, porque ambos sabemos que no soy la persona más abierta o conversacional, pero ella lograr, me siento cómoda en su presencia, incluso en los silencios.
»También me gusta la forma en la que se arruga su nariz cuando ríe, y cuando vuelca sus ojos en un gesto de exasperación pero con una sonrisa que desvela afecto. ―Modero la curvatura de mis labios al percatarme que he estado sonriendo desde algún punto. Por otro lado, mi progenitor no oculta su felicidad de oír tales admisiones de mi boca. Aclaro suavemente mi garganta―. En conclusión, soy consciente de mi atracción por ella. Sin embargo, siento inquietud por lo que podría significar posible ajuste a nuestra relación, sobre todo a futuro.
Estuve pensando toda la noche al respecto, en su confesión. Me tranquiliza en cierta medida que ella haya dejado en claro que no es su intención pelear por la custodia de los gemelos, pues, aun cuando existe un contrato, no sería divertido pasar frente a un tribunal, con la incertidumbre de cuál sería el veredicto.
Asimismo, nunca fui ignorante de que empezar a tener citas con Avery podría tener como resultado que ella estuviera presente por un tiempo indeterminado en la vida de los bebés, pero ahora estamos hablando de ¿fungir un rol? ¿Ser la otra madre? ¿Cómo sería tal arreglo?
―¿A qué le tienes miedo, cariño?
Ni siquiera tengo que pensarlo.
―A no tomar la decisión correcto.
Una de las cuestiones en las que me preparé mientras sopesaba el vientre en alquiler como una opción para tener mi propia familia, fue las preguntas que podría traer a futuro por parte de mi primogénito; explicar que lo deseaba tanto que estuve dispuesta a hacerlo sola. ¿Lo entendería? ¿Estaría molesto? ¿Querría saber sobre la madre subrogada o el donador de esperma? Esas y más preguntas fueron objeto de investigación por semanas. Esta nunca fue una decisión apresurada. Un niño es una bendición, pero también es una responsabilidad importante que no se debe tomar a la ligera, y siempre lo supe.
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Fuera Del Plan
RomanceDespués de lo que resulta un pésimo comienzo de año tras romper con su novio, ser despedida de su trabajo, y además, con el banco habiendo rechazado su petición de crédito para emprender su negocio soñado, Avery decide hacer su más loca apuesta. Bie...