¿Por qué?

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Min Yoongi suspiró; no sabía si era por el cansancio físico o simplemente por mirarse directamente a su cuerpo que estaba lleno de marcas-específicamente en sus caderas- o simplemente por oler la habitación a un perfume de un desconocido que reposaba en la amplia cama, destendida llena de sabanas que se desbordaban hasta rozar el piso. 

Fue directo hasta su bolso de cuero negro que era amplio y de aquello, sacó una  sudadera negra que observó con tristeza; sus manos la apretaron y la llevó directo hasta su nariz. Se dejó llevar por el de quien le pertenecía y por fin su cuerpo cayó en una relajación continua  huyendo del estrés de sus músculos.

Aspiró tan profundo el aroma amaderado de un perfume altamente conocido y sin dudar cubrió su torso desnudo con el, sacó un pans del mismo color que la sudadera y al final se colocó sus zapatillas deportivas. 

Cuando recogió todas sus pertenecías, fue directo al buro de la elegante habitación y tomó de la superficie amaderada, la tarjeta plateada con un nombre en relieve, la guardó y simplemente la echó en una de los bolsillos de la sudadera, pero era más interesante lo que también se encontraba a un lado; un maletín color plateado que  empuñó y  se lo llevó con él. 

Al salir de la habitación, su cuerpo automáticamente recorrió el camino por la mansión hasta su salida, cerró la puerta y solo se enderezó al notar que un auto negro se acercaba hasta la orilla de las escaleras de concreto. Antes de subir al auto, cubrió su cabeza con la capucha de su sudadera. 

Por dentro se encontraba una mujer con un porte elegante gracias a su traje sastre de una faldilla, un saco, un esplendorosa camisa blanca que la adornaba con un gran moño en su pecho y que también ocultaba las delicadas piernas tras tela delgada de unas medias negras.  

Sin mirarlo mas que solo la ventana, se acomodó en el asiento. 

— ¿Lo contaste? — ella habló y a Yoongi lo sacaron de su pensamientos. 

— No me dejó, en cuanto llegamos me acorraló y empezó a besarme. 

— ¿Alguna marca? —preguntó.

— Se sobre pasó con mis caderas y mi entre pierna.

La mujer miró su reloj de muñequera y después da una mirada furtiva a Yoongi. 

—Son apenas las once, aún te dará tiempo para que te coloquen compresas y se te quiten antes de la siguiente cita.

— Yo creí que Eun iría por mí —musitó él con tristeza—. El cliente fue agresivo, no pude evitar que me lastimara. 

—Eun está en otra cita. Llegando te tomaras un desinflamatorio y también para el dolor — ella habló—. Mandaría a alguien más, pero da la casualidad que eres el único a quien escogieron, ambos pagaron un gran monto por pasar la noche contigo. Confío a que podrás con todo.

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