¿Quién?

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Park Jimin se encontraba destrozado y  la debilidad de sus piernas no le ayudaban a ocultar el nivel de alcohol que ingirió durante las horas que se lamentó

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Park Jimin se encontraba destrozado y  la debilidad de sus piernas no le ayudaban a ocultar el nivel de alcohol que ingirió durante las horas que se lamentó. Pero aunque, él quisiera quedar inconsciente para adormecer el dolor de su pecho, pareciera que su cerebro se reusaba a solo imaginar a Yoongi besando a otra persona.

 Su chofer y amigo, lo sostuvó a penas lo vio salir de la oficina, pasó un brazo por su espalda y lo ayudó a caminar con mas fluidez. Las luces de los pasillos le hicieron sentir mareado y eso no se sabría si era por el hecho de los rayos blancuzcos se disparaban directos en su iris, por ello, solo bajó su cara y se quedó con la mirada fija a sus pies que caminaban en torpeza. 

El chofer quiso alzarle el rostro a Jimin y se sintió tan culpable por haber sido el responsable de decirle una verdad constatada en sospechas  y que por desgracia había sido ciertas. 

Jimin ni siquiera estaba enterado de la mirada de su chofer, estaba ebrio de eso no había duda, pero lo que no lo hacia mirar con claridad era que cada vez sus ojos se empañaban con imágenes borrosa debido a las lágrimas. 

Si al menos no se sintiera tan patético y menos enojado; fuera capaz de caminar por si solo, sin la necesidad de que todos sus empleados nocturnos lo juzgaran y se burlasen más de él. 

<<Soy un idiota>>

Le dolía y se encontraba en blanco, pero aún tenía una cosa que hacer. La esperanza de sus sueños  no estaban del todo rotas, el limitado conocimiento de la ilusión le permitían seguir sus decisiones. Su necio corazón no podía haberse equivocado. 

Su Yoongi, no lo engañaría, no le cortaría esa necesidad de vivir a su lado, que cuando lo tomaba de su mano era la forma mas hermosa de sentir emociones que le incitaba respiraciones profundas. 

Su Yoongi era real y no de papel.  

Su chofer lo ayudó a subir al auto al llegar al frio estacionamiento y, de nuevo Jimin se quebró en  lágrimas, sus manos fueron directas a su cara, ocultado los sollozos  que brotaban de su garganta y entonces su chofer se dio cuenta que el alcohol no opacó en nada su mente. 

— Llévame a su casa. 

—Señor, por favor no me pida eso — habló con voz suave—. No es lo mejo...

—Te pago y tu solo obedeces. — lo interrumpió

—Jimin, por favor...

—¡Llévame! ¡Necesito verlo!

Jimin apuñó su saco en necesidad de apretar algo antes de que perdiera los estribos.

—No hay razón para que lo haga —le explicó a Jimin con paciencia a su actuar—. Él no esta en casa; no podría verlo siquiera. Tiene que pensar que este no es el momento para enfrentarlo.

—Él simplemente se a burlado en mi cara; y me dices que tenga una pisca de consideración. 

—Pero entienda que él no esta ahí. 

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