Narrador omnisciente:
17:58PMMientras Andromeda y Agustin paseaban por las calles de Barcelona, su hermano pensaba que ella estaba con su amiga, tal como le había dicho.
No faltaba nada para que el sol se esconda y Andromeda estaba muy a gusto, Agustin era un chico muy atento y amable. La hacía sentir comoda cada vez que le preguntaba si tenía frío, si quería ir a algún lugar por el cual habían pasado o si quería hacer otra cosa. Le interesaba lo mínimo de la castaña y a ella le gustaba eso.
Lo que para ella estaba siendo una tarde llena de risas y anécdotas, para Pedro estaba siendo una tarde de fingir.
Pedro estaba en la casa de su amigo, lo cual no era inusual, pero el hecho de que Andromeda se haya ido con aquel chico que no sabía ni como se llamaba le había dejado un mal gusto en la boca.
No podía hablar de como se sentía con Pablo por el hecho de que era hermano de la protagonista de su problema y a los ojos de cualquiera ellos no se aguantaban mutuamente.
Sin importar que Pablo le haya dicho que le gustaría la idea de que se transformen en una hermosa y querida pareja, Pedro no le quería decir.
Creía que si no lo decía iba a borrarse aquella sensación a la cual no sabía como nombrar.
Muy en el fondo, aunque Andromeda nunca lo admitiría en voz alta, sabía que en su mente aparecía un canario con una bonita sonrisa, sin importar las vistas, las hermosas tiendas por las que pasaban y los chistes de parte del rubio que hacían que suelte carcajadas. Ese chico seguía en su mente, y no precisamente el que estaba a su lado.
Y a ese canario le estaba ocurriendo lo mismo con cierta morena de ojos de un hermoso color miel.
Ambos, al darse cuenta de en quién estaban pensado, decidieron distraerse.
Por un lado, Andromeda aceptó la idea de ir a ver el atardecer a la playa con el rubio que caminaba junto ella. Le había parecido que era la mejor manera de despejarse, de dejar de pensar en él. Porque no le gustaba, ni un poco. La única razón por la que rondaba en su cabeza era porque no podía creer lo descarado que podía llegar a ser.
Por otro lado, Pedro comenzaba otra partida de Fifa, el juego con el que estuvieron pasando la mayor parte de la tarde con el sevillano.
Mantenerse concentrado en lo que debía de hacer en el juego hacía que por un rato desconecte su mente de aquella chica que solo rondaba en su cabeza porque era insoportable, o esa era su excusa.
-Te ves muy guapa hoy- La voz de Agustín hizo que Andromeda deje de mirar hacia el mar y que, por al menos unos segundos el canario la deje en paz, aunque ni siquiera estaba con ella
-¿Que?- Se encontraba tan sumida en sus pensamientos que no había logrado entender lo que le había dicho
-Que hoy te ves muy guapa- Ambos se dedicaron una sonrisa de labios cerrados, Andromeda iba a hablar pero se vió interrumpida por el rubio -Hoy y siempre, claro- Andromeda rió por su ocurrencia
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Llenar el vacío - Pedro González
Novela Juvenil"Siempre he querido llenar el vacío helar este frío con algo superficial porque nunca he sabido que se llenaba contigo"