4.- Espero que no... (Parte 2)

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Las semanas que le siguieron fueron confusas y convulsas, nuevamente estaba fuera de mí pero en ese momento, por las razones equivocadas. La extrañaba y el terror más grande que tenía, se había materializado; yo mismo había firmado la sentencia. Poco nos llegamos a ver y ella fue cada vez más requerida por él o en reuniones con otros militares, al grado incluso, de ser solicitada en una reunión en Seúl para entretener a miembros de las Naciones Unidad y dignatarios de Estados Unidos.

Sentía que ella me evitaba y no podía culparla, le dije cosas horribles, lastimándola. Conforme avanzaba el otoño, las conversaciones para formalizar el lazo entre Jisoo y Jung Hae-in avanzaban sin inconveniente alguno. Por lo que supe, él tenía que llegar a un acuerdo con la haengsu encargada de la formación de Jisoo, entre otras formalidades que, para mi fortuna, podían llegar a ralentizar todo. Tal vez te preguntes si después de esa noche la busqué... sí, lo hice, decidí tragarme mi orgullo infantil y estúpido; muchas veces la busqué pero había sido demasiado hijo de puta con ella, sin que lo mereciera.

Conforme se procesaba el lazo entre ellos, Jisoo era cada vez más vigilada, casi a cada paso que daba, de manera asfixiante; otra de las razones por las que no pude hablar con ella.

Una noche ya harto y cansado de todo... me encontré en el lugar donde siempre nos veíamos cada noche. Sentado en el piso de madera, lloré como no había hecho desde que era niño, abrazado a mis piernas, con una fuerza de la que no fui consciente en un rato; necesitaba contenerme de algún modo. Entonces, escuche unos pasos sobre la madera.

—Quien quiera que sea... ¡lárguese!, quiero estar solo —, oculté el rostro en mis brazos sobre las rodillas, pero no pude evitar que mi voz sonara ahogada y rota; no quería que nadie me viera llorar.

Pero el suave crujir de la madera sólo me anunció que quien había llegado no sólo no se había ido, sino que por el contrario, se había acercado.

—Yeongie —dijo de pronto una voz... esa voz. Levanté la vista y la vi, ahí estaba ella, de pie junto a mí sosteniendo un folio enrollado.

—Jisoo...

Me levanté tan rápido como pude, intentando torpemente limpiar mis lágrimas para que ella no las viera.

Solo puedo decirte que ella poseía el corazón más puro que alguien podía tener, porque habiéndome comportado como lo hice y habiéndole dicho todas las cosas que le dije; me miró con ternura mientras se acercaba a mí, tomó mis mejillas y limpió cada una de mis lágrimas... ¿puedes imaginar lo que fue eso?, yo tendría que haber limpiado las suyas que fueron más dolorosas.

Quedamos en silencio, ella mirándome y yo sin poder verla a los ojos, sólo podía percibir el delicioso aroma que emanaba, una mezcla florar y con ligero acento a maderas; me volvía loco ese olor en su piel. Creo que ninguno de los dos sabía qué decir, quizá en el fondo ella me estaba dando la posibilidad de enmendar mi error y suplicar su perdón... pero era demasiado lento para leer entre líneas.

Decepcionada, sólo suspiró y bajó la vista; lo sé porque en cuanto soltó ese ligero soplo, fui capaz de mirarla.

—Pensé... que tal vez te encontraría aquí... quería darte esto —dijo en un susurro y me entregó el folio que sostenía en sus manos.

Lo tomé y de nuevo silencio, ambos sabíamos que estábamos perdiendo valioso tiempo y que tal vez era momento de la despedida; pero no quería, no quería despedirme de ella, no podía dejarla ir y tenía que actuar rápido porque sabía que ella se iría en cualquier momento. Nervioso, comencé a desenrollar lo que me había entregado pero me detuvo tomándome las manos.

HASTA ENCONTRARLA | CHAESOO/JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora