Capítulo 13: Mis dudas

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Llevaba horas comprobando que todo estuviese en orden. Debí haber supuesto que cuando Carlos dijo que quería que fuese a la gira en calidad de ayudante, lo que quería decir era esclava. Mientras él se había llevado a mi escritora a alguna estúpida fiesta, allí seguía yo revisándolo todo para que la presentación de mañana saliese bien y aguzando el oído por si volvían.

Era tardísimo y comenzaba a preocuparme. Aunque sabía que probablemente Kira estaría malhumorada y deseando largarse de donde fuera que aquel maldito editor la hubiese llevado, yo no podía estar tranquila hasta que no volviese. Definitivamente yo también debía de ser algún tipo de loca obsesiva. Quería  mantenerme despierta hasta que volviese pero ya eran casi las cuatro de la mañana y no me quedaban más papeles que revisar así que me metí en la cama enfadada. El estrés del día pudo conmigo en seguida y me quedé dormida sin darme cuenta hasta que empecé a escuchar golpes en la puerta y abrí los ojos molesta.

-¡Eri!

Reaccioné al oír la voz de Kira y fui corriendo a abrirle. Ella seguía con la misma ropa de antes por lo que supuse que acaba de volver. Miré de reojo el reloj de mi muñeca. Las cinco y media de la madrugada y oliendo a alcohol, no pude evitar torcer el gesto.

-Ya estaba pensando en intentar entrar por la ventana- me dijo riendo.

-¿Quién eres, Spiderman?

Ella se rió de nuevo y se tumbó en mi cama sin darme tiempo a decir nada más.

-¿Sabes que dentro de dos horas tenemos que estar ya levantadas?- le pregunté molesta.

A veces yo misma era una persona odiosa. Debería estar feliz por que viniese a verme nada más llegar, aunque fuese tan tarde, pero en lugar de eso sólo podía pensar en qué habría estado haciendo y en porqué le había parecido bien que me quedase aquí. Supongo que no tenía nada de confianza en mí misma. De todas formas ella parecía contenta así que no tuve más remedio que intentar olvidar mis inseguridades y sentarme a su lado en la cama.

-¿Qué tal la fiesta?- le pregunté nerviosa.

-Soportable. No había tanta gente como imaginé.

Suspiré sonoramente y ella se volvió a mirarme por fin.

-¿Algo va mal?

-No... sólo... es que pensaba que podríamos estar más tiempo juntas...- reconocí sonrojada.

Ella se quedó pensativa  y después tiró de mí para que me tumbase a su lado.

-No creo que vaya a tener mucho tiempo libre con la mierda esta- dijo señalando los papeles de la gira sobre mi mesita- Pero por lo menos podemos dormir juntas.

Yo le sonreí y le besé fugazmente en los labios.

-Buenas noches- le dije dándole la espalda rápidamente para que no viera que me había sonrojado otra vez.

Estaba nerviosa por dormir en la misma cama que ella, pero dentro de dos horas tenía que estar levantada y dispuesta a pasar el día entero firmando autógrafos y quería que descansase.

-Buenas noches Eri- me susurró al oído mientras me abrazaba.

Pocos minutos después el sonido de su respiración me indicó que se había dormido, intenté hacer lo mismo, pero estaba demasiado nerviosa como para dormir. Me quedé un buen rato allí tumbada a su lado, con su brazo rodeando mi cintura, hasta que finalmente decidí levantarme y me puse de nuevo a revisar los papeles de la presentación. A decir verdad no estaba del todo segura de lo que pasaba. Cuando tienes pareja siempre te sientes insegura pero nunca había sentido nada comparado a esto. No sabía si era por culpa de Kira y de su extraña personalidad o es que yo nunca había estado enamorada de verdad hasta que la conocí a ella. El caso es que a pesar de que ella estuviese durmiendo plácidamente en mi cama yo aún no me sentía tranquila.

Cuando sonó el despertador ya estaba duchada y vestida y fui corriendo a entregarle los papeles a Carlos mientras Kira se duchaba. Los revisamos juntos por enésima vez mientras desayunábamos a toda prisa y cuando estábamos terminando apareció Kira medio dormida en el comedor.

-¿Pero qué llevas puesto?- Preguntó Carlos alarmado.

Ella miró sus vaqueros y su camisa sin comprender dónde estaba el problema.

-¡Te dije que te pusieses un vestido!

-Este tipo se droga- me dijo ignorándole por completo mientras iba en busca de café.

-¡No puede ir así, haz algo!- me suplicó Carlos.

Yo me encogí de hombros. Me costado la misma vida deshacerme de la dichosa gorra, no había forma de que pudiese convencerla para ponerse un vestido en tan poco tiempo. Le dejé una blazer negra y conseguimos que se quitase las converse y se pusiese unos zapatos. Carlos no parecía convencido del todo pero dio su visto bueno al final. Después nos metimos en el coche y nos fuimos a la primera presentación de Kira. Era en unos grandes comerciales, llenos de carteles donde se anunciaba que la famosa Valquiria estaría firmando libros todo el día. Si bien Kira había estado nerviosa desde por la mañana, cuando llegamos al sitio comenzó a ponerse blanca.

Carlos se adelantó para hablar con los organizadores mientras Kira y yo esperábamos a que la avisasen. Ella paseaba de un lado para otro fumando sin parar y yo comenzaba a preocuparme. Quizás sí que fuese demasiado para ella. Había cientos de personas esperando conocerla.

-¿Estás bien?- le pregunté agarrándola por hombros y obligándola a detenerse.

-Creo que sí- dijo nada convencida.

-No te preocupes, lo harás genial. Sólo tienes que hacer lo mismo que en mi facultad, todos estaban entusiasmados contigo.

-No viste la cara que tenía antes de salir- dijo soltando una risa nerviosa.

De pronto todas mis dudas desaparecieron. Era cierto, la Kira que fue a mi facultad parecía muy segura de sí misma pero seguro que había pasado un mal rato teniendo que hablar delante de todos aquellos estudiantes. Y lo había hecho por mí. Igual que ahora. Puede que ella no fuese cariñosa y pareciese distante y fuerte, pero había cosas que le asustaban mucho y aún así las hacía por mí y eso valía más que cien te quieros. Sin pensarlo dos veces la besé y dejé que ella me devolviese le beso despacio, sin si quiera pensar en si habría gente mirándonos. Después le puse la sonrisa más grande que pude y le deseé suerte mientras ella se iba hacia el pequeño escenario que habían colocado justo a la entrada de los comerciales donde ya se arremolinaba una cantidad desmesurada de gente.

Aquel trabajo era agotador. Tras los primeros minutos en los que estaba bastante tensa, Kira se tranquilizó y continuó firmando libros toda la mañana. Carlos y yo revisábamos que todo fuese bien e intentábamos controlar a toda aquella gente que quería lanzarse encima de mi escritora. Yo seguía sorprendiéndome por el efecto que sus libros y ella misma causaban en los demás, no paraba de llegar gente de todas edades completamente emocionados por verla. Kira era sin lugar a dudas la persona más increíble que había conocido en mi vida.

Después de pasar toda la mañana y parte de la tarde entre los gritos y empujones de sus fans, llegué al hotel exhausta. Carlos había vuelto a llevarse a Kira a alguna cena con un escritor famoso a la que yo como becaria no podía acudir y me tocaba de nuevo revisar los papeles para mañana. Así pasó un mes entero. La gira de Kira era un éxito absoluto y yo no tenía ni un segundo para descansar. Tampoco tenía ni un segundo para estar con ella. Aunque gracias a esto las ventas de sus libros se habían disparado de una forma increíble y no se hablase de otra cosa que no fuese ella en la prensa, yo echaba de menos las tardes tranquilas en su casa con sus gatos sin nombre. Entre mis obligaciones diarias estaban llamar a Proust al menos tres veces al día para cerciorarme de que hubiese ido al piso de Kira a llevarles comida y jugar con los gatos, definitivamente ese seguía siendo un tema que la obsesionaba. Igual que yo, a pesar de todo, seguía obsesionándome con el estado de nuestra relación. Llevábamos un mes dando vueltas por el país y aún no habíamos ido más allá de los besos. Es cierto que pasábamos el día trabajando y que por las noches ambas estábamos agotadas pero yo comenzaba a impacientarme. Quería hacer el amor con ella y ya no podía esperar.

El misterio de Valquiria (YURI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora