Desperté con el pequeño Gato Sin Nombre Número 6 arañándome la cara. Lo aparté con cuidado y me quedé embobada mirando a Kira que dormía desnuda a mi lado. Aún no podía creerme todo lo que había ocurrido ayer. Por más que intentase poner una expresión normal, una absurda sonrisa de felicidad se expandía por mi rostro haciéndome parecer alguien demente. Intenté centrarme, me levanté y me fui a duchar. Por muy feliz que estuviese, tenía que estar en clase dentro de una hora y mis exámenes finales estaban a la vuelta de la esquina.
Cuando salí de la ducha Kira ya estaba levantada y se había sentado en el sofá a jugar con los gatos. Me dio un suave beso en los labios de buenos días y volví a sonreír como una tonta. No sé cómo voy a acostumbrarme a esto. Recogí mi móvil de la mesa del salón y observé las millones de llamadas perdidas de Sara y mis padres. Me asaltó el pánico pensando que ellos se hubiesen enterado de lo de Kira. Luego recordé que gracias a su contrato de confidencialidad no tenía permitido decir nada sobre ella y llevaba todo el curso fingiendo trabajar para un escritor cualquiera. No tenían porqué relacionarla conmigo. Llamé a mamá y me alivié al comprobar que sólo estaba enfadada por haber dormido fuera de casa sin avisar, mentí diciéndole que estuve en casa de Sara.
Muy pronto tenía que encarar a mis padres y contarles lo de Kira, mucho más si ella quería que viviésemos juntas en serio, pero ahora mismo sólo quería disfrutar de mi felicidad y aprobar mis exámenes. Puse comida y agua a los gatos que ronroneaban a mí alrededor agradecidos e hice café para las dos.
-Sabes que se va a montar una buena después de lo que hiciste ayer ¿Verdad?
Le pregunté intentando cerciorarme.
-¿Te refieres a lo de la tele o a lo que hicimos después en mi cama?- me preguntó ella con una sonrisa burlona.
Me atraganté con él café provocando que se riese de mí.
-¡A lo de la tele, tonta!
Ella se quedó pensativa y la miré con cautela.
-Sí, supongo que sí. He comprado un traje de camuflaje por si las cosas se ponen feas.
-No vas a salir a la calle vestida de camuflaje. Eso es peor que la gorra.
-También compré uno para ti-me contestó encogiéndose de hombros.
Suspiré fingiendo indignación pero luego le sonreí. Me encantaban todas las rarezas de Kira, no podía negarlo. Cuando terminamos el café me dispuse a ir a la facultad, no me daba tiempo a pasar por casa y había ido hasta allí en pijama así que cogí unos vaqueros y una camisa de Kira y me despedí.
-Espera Eri, ¿Puedo ir contigo? No tengo nada que hacer.
Yo la miré alarmada. No era buena idea llevarla a mi facultad pero ella parecía convencida. Finalmente accedí. Ella se vistió de una forma muy parecida a la mía y cogió una mochila.
-¡No puedes llevar animales a la facultad!- le dije cuando vi lo que metió dentro.
-Gato Sin Nombre Número 6 es muy pequeño para quedarse solo.
Le dije que hiciese lo que le diera la gana, bajamos al garaje y cogimos uno de los coches que tenía allí aparcados.
-¿Seguro que quieres ir a clase? También podemos hacer pellas.
-¡No, no tengo los exámenes en nada! No voy a suspender por tu culpa Kira Baker.
Ella puso los ojos en blanco y me sonrió. Llegamos a la facultad atrayendo un montón de miradas curiosas. Estaba segura de que esto no había sido una buena idea pero Kira seguía queriendo ir conmigo a clase. Cuando entramos en el aula sentí que todos nos miraban. Lancé miradas desafiantes a mis compañeros intentando evitar que se acercasen. Sara nos hizo un gesto para que nos sentásemos a su lado mientras nos sonreía como una loca.
-Habéis dejado que esté toda la noche preguntándome que habría pasado... sois crueles.
-Ahora no- le dije a mi amiga incómoda.
Todos seguían mirándonos intrigados.
-Sí, estamos juntas- dijo Kira lo suficientemente alto para que lo oyeran todos.
La miré asombrada. Mis compañeros se pusieron a cuchichear enseguida. Unos nos felicitaron, otros sólo hablaban entre ellos con caras extrañas. Finalmente entró Proust al aula y los murmullos cesaron. Miró a Kira como si no pudiese creérselo pero luego sólo sonrió y comenzó la clase.
-No puedo creer que hayas dicho eso- le dije por lo bajo cuando Proust comenzó a explicar.
-¿Estuvo mal?
-¡Claro que no! Sólo me sorprende. Ah... te has puesto verde.
Kira no tenía buen aspecto. Debía de estar pasando su límite de interacciones sociales.
-Tranquila- dijo respirando despacio para calmarse- Si veo que voy a vomitar se lo echo encima a Álex.
A mi dio la risa tonta y Proust tuvo que regañarnos. Kira aguantó la mañana de clases estoicamente, tosía de forma disimulada cada vez que el gato maullaba desde su mochila y yo me reía como una tonta. Después volvimos a su apartamento hasta que mi madre me llamó de nuevo enfadada preguntándome por qué no había vuelto a casa aún.
-Voy a tener que irme- le dije apesadumbrada.
Ella frunció el ceño.
-Cuando te pedí que vivieses conmigo lo decía en serio Érica.
Me sonrojé un poco y le dediqué una sonrisa tímida.
-No puedo irme de casa sin dar explicaciones.
-Pues dile a tus padres que mañana voy a cenar.
La miré como si hubiera dicho una estupidez.
-Hablo en serio. También quiero conocerlos ¿No?
Asentí cansada. El momento de presentarla a mis padres era el que quería evitar a toda costa pero si íbamos a avanzar en nuestra relación hasta el punto de vivir juntas, no había escapatoria.
-Está bien.
Kira me llevó a mi casa y nos besamos en su coche hasta que mi madre llamó de nuevo. Sin tener más opciones me despedí de ella y subí pensando en cómo iba a decirle todo esto a mis padres, y lo que es peor en cómo se lo iban a tomar.
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El misterio de Valquiria (YURI)
RomanceÉrica es una aplicada estudiante de literatura. Gracias a su profesor, comenzará a trabajar para Valquiria, una famosa y excéntrica escritora. Sin embargo, Valquiria no resulta ser la persona que ella esperaba y conforme más se acerque a ella más di...