No te detengas

598 65 2
                                    

John

Las clases habían terminado y con ello mi recuperación por fin se había acabado, horas y horas de charla sin cesar, jamás hubiera imaginado que alguien como ella fuera tan interesante, parecía un pequeño perico, no podía dejar de hablar y con ello las risas adornaron aquella habitación, parecíamos entendernos tan bien.

-¿Nos vemos mañana Elaine?- dije levantándome de aquella cama mientras un enojado doctor entraba a la sala.

-John, te excediste, pero el director no te castigara, oficialmente has sido destronado-

Suspiré con alivio ante sus palabras, estaba tan nervioso de haberla cagado nuevamente, lo sabía para este momento Arlo seria transportado al hospital, ¿Cómo lo descubrí? Simple sonidos de ambulancia adornaban toda la escuela.

-Supongo que si John- hablo mientras tomaba mi mano para levantarse.

Estaba contento, tenía una amiga ahora y aunque no sabía si lo éramos era mejor mantenerse así, a veces el ignorante gana mucho más que el sabio.

Con aquellas palabras nos despedimos, saliendo de aquella sala logre respirar con alivio, finalmente había logrado un cambio, había regresado a las filas de ser un alumno normal, fuera de la jerarquía y de este caos en sí.

Los grandes pasillos finalmente se volvieron tranquilos y rápidos, ya no me preocupaba, era poderoso, más fuerte que cualquiera y estaba seguro que para este punto estaba a la par de Seraphina en su mejor momento, al menos no perdería contra ella.

Seraphina... la melancolía entro en mi corazón, dos años de esfuerzo convertidos en nada, el miedo a su rechazo fue lo que me llevo hasta este punto, el miedo a perderla a ella también y al final de cuentas se había ido, por cuenta propia.

Me detuve una vez, pero volví a estancarme, todos temían al monstruo, todo era lo mismo.

-¡No!, ¡por favor para!- gritos de auxilio y golpes resonaban aquel lugar

Simple un rango medio abusando de uno bajo, nuevamente lo vi, la diversión en un tipo creyéndose mucho por un poco de poder mientras que el sufrimiento en el otro recalcaba mi punto. La sociedad es una mierda.

Seguí caminando, no era mi problema ahora, nunca lo fue y nunca lo será.

-¡Alto!- Una voz muy conocida apareció

-S-Si- Remi había aparecido, mirando furtivamente el conflicto mientras desviaba la mirada para verme también.

-Pudiste haber ayudado-

-No es mi problema- El claro enojo en su rostro se hizo visible, mientras refunfuñaba para sí misma atendió el problema.

Girando sobre mis propios talones salí de ahí, no me necesitaban, nadie lo hacía en esta escuela.

El apresurado caminar resonó en aquel largo pasillo.

-¡Joooohn!- Suspire para mí mismo mientras volteaba hacia atrás

-¿Si... Elaine?- Conteste algo cansado

-Pensándolo bien... ¿no te gustaría acompañarme?, digo solo si puedes...-

-Si... tengo algo de tiempo, ¿pero exactamente a donde vamos...?- mientras preguntaba la mire solo para sorprenderme pues no estaba, gire la mirada exasperadamente para encontrarla, solo para ver que ya estaba varios metros adelante. Esto seria un día largo, muy largo.

El día resulto menos agotador de lo que pensaba, simplemente compramos comida mientras hablábamos de lo más normal, sé que quizás era muy pronto para decir que siquiera nos agradáramos, pero mínimamente nos tolerábamos.

Aquellas tranquilas calles que antiguamente me gustaba transitar, ahora se habían vuelto opacas, sin color ni vida, o al menos eso pensaba mientras mechones de celeste volaban por el fuerte viento, era bonita y tenía que admitirlo.

-Maldigo al que hizo el aire- hablo Elaine mientras refunfuñaba sobre lo mucho que le costaba todos los días cuidar su cabello.

Ante esta situación tan infantil sonreí, cosa que no paso desapercibida por mi acompañante.

-Realmente pienso que deberías sonreír más a menudo... John-

Ese tono, esa voz resonó en mi mente mientras recuerdos inundaban mi ser, todo lo que había hecho, todo lo que había destruido para que alguien dijera esas mismas palabras no había servido de nada, sin embargo, aquí estaba ella, alguien totalmente ajeno a mí recordándome un poco aquella humanidad que se había desvanecido en los rincones mas obscuros de mi alma.

-Gracias...- Con aquellas casi susurrantes palabras mi paso se acero, cosa que no paso desapercibida por mi acompañante la cual sonrió cálidamente mientras comenzaba a caminar más y más rápido intentando alcanzarme.

Lo había dado todo de mí y simplemente nunca fue suficiente, pero era tiempo, mi momento de continuar con mi vida, sin ataduras, sin miedos y sobre todo en la cima de un sistema que podría derribar en el momento que yo quisiera.

Al final de cuentas era el más poderoso. 

SanarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora