Encuentro

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John

Hoy era ese día, mis ojos se abrieron con pesar pues sabia que seria anunciado como Rey legitimo de esta escuela, no quería serlo, era una molestia absoluta, sus ideales corruptos y presencia de una justicia disfrazada de miedo era lo que más despreciaba.

-Vaya mierda-

Me levante de mi áspera cama como pude y dispuesto a hacer mi rutina cotidiana, finalmente después de tantas semanas de cansancio estaba rebosante de energía, quería hacer lo que más me gustaba, aunque lo hiciera solo.

Correr, golpear un costal, desayunar huevos y tostadas, bañarme. Había olvidado lo hermoso que era hacer esto todos los días, que maravilla me había perdido.

Finalmente, listo para la escuela Sali de mi habitación, por el camino murmullos estremecían mi cuerpo, pues la noticia de abandonar el refugio los sacudió fuertemente, estaba realmente tranquilo.

La paz que había añorado mucho tiempo finalmente había llegado, sin darme cuenta estaba yendo por el camino equivocado y ahora que encontré mi razón de ser estaba volviendo a ser yo. Por primera vez en semanas no tenia insomnio, ni pesadillas. Todo era paz.

Las horas transcurrían normalmente y entre clase y clase no se sentía, pues por primera vez no había faltado a ni una sola, estaba orgulloso de mi mismo.

Al terminar la clase debía dirigirme al comedor, donde seria anunciado formalmente.

Me puse de pie junto al ruido de la campana y Sali tan rápido como pude de aquel salón.

Mientras caminaba pensaba lo mucho que había pasado hasta ahora, mis pensamientos me absorbieron hasta que un golpe doloroso en mi pecho me hizo regresar al mundo.

Una peli azul estaba tirada en el suelo mientras se sobaba la cabeza. La conocía muy bien, ese cabello solo podía pertenecer a la sanadora "real" que chiste.

-Fíjate por donde caminas- gimió mientras llevaba una mano a su frente para mirar hacia arriba

Seguramente diría algo como "J-John" mientras tartamudeaba

-¡J-John!- Bingo

Estaba comenzando a aburrirme

-Ah eres tú... Elaine- un tono sin emociones claramente de disgusto, pero un sonrojo delataba mi cara

-¿Quieres bajar tu falda?-

Su mirada viajo de mi cara a su cuerpo una y otra vez hasta que un rubor en extremo adorno su rostro.

-PFFF- había hecho una cara ridículamente graciosa, en consecuencia, la risa broto de mis labios, era divertido.

Su cara aun mas enrojecida ahora por la mirada del alumnado que había salido de quien sabe dónde por entrometidos.

-¿Vas a quedarte ahí?- hable entrecortado mientras extendía mi mano.

El rubor había desaparecido de su rostro, en cambio apareció una expresión de "y a este que bicho le pico" ... Si tan solo supieras que con esto alegraste mi día.

Dudosamente acepto mi mano. Una vez de pie la solté nuevamente.

-Nos vemos- salude con la mano despidiéndome.

Finalmente había llegado a mi destino, abrí aquella puerta donde una gran multitud de personas había recibido mi llegada, pensé que no habría nadie.

Camine mientras alumno tras alumno se movía para no estorbar a mi paso.

Me detuve posándome al lado de un hombre mayor, un hombre que era ridículamente poderoso y un hombre al que yo respetaba. El director.

-Alumnado de Wellston, como saben John es un rango alto, capaz de derrotar a toda la anterior realeza por sí solo-

-Y ahora como todos sabrán se ha vuelto el estudiante más poderoso de esta escuela, por lo tanto, yo en nombre de esta institución lo declaro R...-

-No lo quiero- La energía negra y un dorado brillante de mis ojos aparecieron en mi para reforzar mi punto.

-Me niego a ser Rey-

El alumnado jadeo, lo sabía, anteriormente me había auto declarado rey, pero eso fue por influencia de la ira.

-No quiero tener nada que ver con ustedes, ni con su jerarquía-

-John, no puedes hacer esto, no hay nadie más poderoso que tu-

-¡ARLO!- Grite a todo pulmón

Aquel enorme pelirrubio se movió entre la multitud hasta quedar frente a mí.

-Enfréntame-

-N...-

-¡Es una maldita orden!- el flujo de aura desmedido de mi cuerpo aumento a tal punto que un brillo azul emergió en defensa.

No podría ganar contra mí, pero él lo sabía, entendía que se había equivocado.

Quizás si las circunstancias hubiesen sido diferentes me hubiese gustado llamarlo amigo, pero esos pensamientos no tenían sentido ahora.

-Vamos afuera- comencé a caminar hacia la salida y justo cuando pase a su lado susurre.

-Intenta no morir...- un suspiro entrecortado hizo poner la mayor de mis sonrisas, le daría una paliza aun sin una habilidad.

Llegamos al patio, finalmente después de tanto tiempo me volvería enfrentar a él, sin nada planeado, ni habilidades, ni estrategias, solo el odio de mi corazón contra el suyo.

-Comiencen- la voz autoritaria del director hablo.

Asentimos al unisonó, y con ello la batalla comenzó, corrí, el impulso fuerte en mi sangre viajo por todo mi cuerpo, por primera vez pelearía justamente.

El rubio se puso en postura de lucha, lastima que era muy débil, sin embargo, a cada golpe que daba no parecía afectarle, pues la piel era dura como el acero.

-No pues ganarme John...- tenía razón no podía con él, sin una habilidad seguía siendo un maldito lisiado.

Mis puños dolían, mis piernas ardían, estaba cansado, cansado de todo esto, de esta escuela en particular.

Finalmente me detuve, no iba a ganar esto, no así.

Aura, aura y mas aura brotaban de mi cuerpo, la bruma negra me envolvió totalmente, me estaba quedando sin energía, mi cuerpo pronto comenzó a temblar, este sentimiento hacia mucho tiempo que no lo sentía, el poder estaba creciendo.

La tierra a mi alrededor estallo, y con ello las paredes circulantes se agrietaron, estaba usando demasiado poder, un poder maldito, pero ahora era parte de mi y yo de él.

A mis manos surgieron lazos de energía negruzca imbuidos en unas corrientes eléctricas.

La cara de todo estallo en asombro, había logrado lo imposible, recrear habilidades.

La cara de Arlo paso a una preocupación inmediata, y con ello se envolvió en su barrera.

Mis manos se alzaron y con ello todos mis ataques salieron disparados contra él, la barrera fue hecha añicos al instante, látigos lo atravesaron como si un papel se tratase. Pronto la electricidad lo envolvió haciéndolo gemir de dolor.

Era suficiente, alce mi mano y con la misma pronuncié.

-Renuncio, ahora él es el Rey-

Estaba tan cansado en aquel momento que mi cuerpo empezó a dar vueltas y con ello caí de bruces al suelo, lo ultimo que recuerdo es la mirada compasiva del director y el asombro de todos los demás, añadiendo a un Arlo totalmente herido, pero aun en pie. 

SanarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora