Distante

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Claire

Mis días aburridos entre si, la única emoción que prevalecía era la total calma, algo que había obtenido desde que el se fue, la única manera de sentirme segura de mi misma y de mis creencias era estar fuera de su vida y yo de la suya.

Todo había cambiado, bajo el miedo, pero había cambiado, la escuela aun sumergida en caos en aquel entonces se había apaciguado, la figura de alguien tan poderoso y violento... alguien imparable, los hizo cambiar, hizo que vieran más allá de sus propias narices.

Todo había valido la pena, pero... ¿a que costo? Perdí a mi amigo, perdí a la persona que tanto quería... aun esos amargos sentimientos que jamás podre decir una vez más, pues nuestros caminos dudosamente volverían a encontrarse.

Aun recuerdo todas esa lagrimas que derrame, cuando supe que por un bien mayor había perdido mi falsa felicidad, quizás y tan solo quizás en otra vida pueda perdonarme a mi misma y a él...

-Claire- Una voz me llamaba, sonaba tan embriagante como su voz, la voz del miedo.

-¡CLAIRE!-

-¿Si? Maestro-

-Fuera de mi clase ahora mismo- lo sabía, nuevamente me había perdido en mis pensamientos.

Con pesades acumulada me levante de mi asiento y me dirigí hacia la salida, que haría ahora, no quería volver a casa y menos con todo esto que mi cabeza cargaba. Lo sabia muy bien era arrepentimiento.

La noche finalmente consumía la larga luz, y a decir verdad tenía algo de hambre, como si nada mi nuevo destino sería algo rico que alegrara mi ánimo, quería estar bien, merecía estar bien. Y así seguí repitiéndome aquellas palabras hasta que los meseros me corrieron del lugar por la hora, estaban por cerrar y yo debía volver a casa.

Caminé por aquella ciudad, pequeña pero cálida, hermosa sin igual, un pueblo donde todos querían ser felices, y con ese pensamiento sonreí, sonreía ante la idea de la felicidad de las personas, no había nada mas gratificante que ser envuelto por todo aquello que genera alegría en esta vida.

Mientras me tomaba un rato para disfrutar mi camino algo de repente me sujeto.

-Oye, eres muy linda, ven conmigo, vamos a divertirnos- un sujeto ebrio que aparentaba los treinta me había tomado del brazo jalándome hacia quien sabe dónde.

-Lo siento señor, no estoy interesada- dije mientras gentilmente me quitaba su mando del brazo

-Vamos, incluso te pagare- Esto era muy molesto, nuevamente quite su mano de mi brazo a lo cual le dirigí una mirada molesta.

-Ya dije que no, por favor déjeme en paz- Realmente estaba molesta ahora a lo cual seguí caminando ignorando todo lo que me decía.

-Perra... tu me obligaste- fue ahí cuando volteé y lo pude ver cargando en contra mía con su habilidad encendida, tenía miedo.

Paso a mi lado y me golpeo en mis costillas, había dolido mucho, y así de me derribo.

-Debiste hacerme caso- dijo mientras, me levantaba del suelo agarrándome de mi camisa.

-La gente como tu debe obede...-

-Vete a la mierda- con toda la fuerza que pude golpee sus pelotas así inclinándolo, bingo debía correr.

Corrí mientras lagrimas salían de mi rostro por el dolor, el sufrimiento de mi cuerpo cada vez se hacia mas presente hasta que llegué a aqu3el lugar, ese parque donde todo comenzó. Lo sabía muy bien ahí cerca vivía el Señor William debía buscarlo para que me dejase esconderme en su casa.

Mientras mas me acerca a aquel lugar más pisadas escuchaba detrás de mí.

Finalmente pude ver a alguien sentado en aquel parque, se parecía al señor William, tenía que ser él.

-Willi...- no pude terminar de hablar cuando una patada me hizo derribar.

-JAJAJA, que débil eres, ni siquiera use mi poder para atraparte perra, ahora veras- lagrimas comenzaron a salir de mi rostro, tenia miedo, miedo a lo que pudiera hacerme...

-Déjala en paz- su voz, esa voz, debía ser por el golpe, pero me alegre, William me iba a sacar de esto.

-O que niño- ¿niño?, el no era un niño, entonces finalmente levanté la vista, fue como lo vi a él... el diablo ok no.

-O que niño- ¿niño?, él no era un niño, entonces finalmente levanté la vista, fue como lo vi a él... John.



Volvimos no me morí, pero pasado mañana me toca otra vez asa que deséenme suerte o se quedan sin su escritor favorito

SanarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora