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Minji

Me desvelé en medio de la noche con sed. Siempre me pasaba cuando bebía alcohol. También me sucedía una cosa que ya me había ocurrido otras veces y es que tenía que forzar a mi cerebro para reubicarse. No estaba en mi habitación, estábamos de vacaciones y a mi lado dormía una persona. 

Una vez situada de nuevo en la realidad pude sentir su cuerpo a mi lado y cómo este emanaba un calor muy agradable. La respiración de Hanni era pesada y su cabeza se inclinaba hacia mí. Solo nos tocábamos los brazos, pero su aliento chocaba contra mi hombro haciéndome cosquillas y provocándome escalofríos. 

Disfruté de aquella sensación unos segundos y luego cogí mi móvil para poder iluminar el camino hacia mi maleta. Allí tenía una botella de agua, así que salí de la cama intentando no molestar a mi compañera para ir a buscarla. 

No fui tan sigilosa como pretendía y eso hizo que Hanni se removiera un poco. Cogí mi botella y volví a la cama. Allí me senté y pude aliviar mi sed. Estaba a punto de cerrarla, pero Hanni habló.

—¿Me das un poco?—la había despertado.

—Claro—le tendí la botella.

Se enderezó y tomó un sorbo sin apoyar los labios sobre ella, cosa que hizo que se le derramara un poco encima. 

—Mierda—susurró.

Automáticamente estiré mi mano para limpiarle la barbilla.

—Perdón, he mojado la cama—susurró sintiéndose culpable.

—Mientras sea solo agua no me importa—bromeé quitándole la botella. 

—Gracias—volvió a tumbarse—¿Qué hora es?

—Casi las seis, aún tenemos un par de horas para descansar—respondí tras mirar la hora en mi móvil y dejarlo en la mesita.

Me tumbé junto a ella, pero sin querer su brazo quedó atrapado debajo de mi espalda. 

—¡Ay!—se quejó.

Entonces recordé que esa misma tarde se había hecho daño en la muñeca y me quité de encima.

—Lo siento, no me acordaba.

—No importa. Vamos a dormir o despertaremos a Harry y Daniel.

Volví a tumbarme, comprobando esta vez que su brazo no estuviera de por medio. 

—Trae—busqué su mano en la oscuridad.

La encontré y sentí el vendaje bajo mi mano. Rocé por encima del mismo con mis dedos para aliviar su dolor. Era un toque suave, casi un mimo que más tarde subió y bajo por todo su brazo  llegando a su mano. 

—Qué relajante—susurró medio dormida. 

Seguí haciéndole cosquillas hasta que a mí también se me cerraron los ojos. 

Parecía que habían pasado unos diez minutos cuando sonó la alarma. Moví una mano para apagarla, la otra estaba entrelazada con la de Pham Hanni.

¿Habíamos dormido todo el tiempo así? 

Acaricié su piel con mi pulgar.

—Arriba—le dije sentándome en la cama. 

La miré recién levantada. El sol ya iluminaba por completo la habitación. Su pelo estaba revuelto y su flequillo había acabado de punta. Era una imagen tierna y graciosa a la vez. Me soltó la mano y se la llevó a sus ojos para frotarlos antes de intentar abrirlos. 

Me levanté y fui al baño a asearme. 

Cuando salí vi a Hanni de pie con su teléfono en la mano. Me miró y me dio una sonrisa que me puso nerviosa. 

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