23

2.5K 231 48
                                    

Minji

No quería quedarme dormida. Necesitaba disfrutar de aquel momento con Hanni entre mis brazos. Tenerla pegada a mi cuerpo era demasiado cómodo. Se removió en sueños para darse media vuelta y enroscarse junto a mí. Sentir su cuerpo subir y bajar debido a su respiración hacía que yo me relajase y al final acabé dejándome arrastrar por el sueño.

Mi móvil sonó en el medio de aquella comodidad.

¿Quién osaba sacarme del paraíso en el que me encontraba junto a Hanni?

Ella encendió la luz de la lámpara y yo miré la pantalla de mi teléfono en la que se veía el nombre del contacto: Mamá.

Descolgué rápidamente y pregunté qué sucedía ya que no era común que me llamase a las cuatro de la madrugada. Algo importante pasaba.

—Minji, cariño—la preocupación en su tono aumentó mis sospechas.

—¿Mamá?¿Ha pasado algo malo?—por supuesto que habría pasado algo malo, si no no estaría llamando en plena noche.

—Tu padre, Tae y yo estamos de camino al pueblo de los abuelos—la voz de mi madre también parecía angustiada y en cuanto nombró a mis abuelos comencé a temblar esperándome lo peor—. Han llevado a la abuela a urgencias, ha sufrido un derrame y está en estado crítico, no sabemos si sobrevivirá.

Las lágrimas se agolparon en mis ojos y se me cerró la garganta.

—N..no..puede ser—la relación con mi abuela era una de las cosas más especiales que tenía en la vida.

—Minji, escúchame. Respira y tranquilízate. Sé que esto te ha pillado muy lejos de casa y lo primero que se te está pasando por la cabeza es venir hasta aquí, pero no hagas ninguna tontería. Cuando lleguemos al hospital y nos digan qué sucede llamaremos a tus profesores para llegar a un acuerdo sobre dejarte venir o no. 

—Mañana buscaré un bus—me negaba a quedarme de brazos cruzados.

—Minji, no seas testaruda. Mañana veremos si tienes que venir o no, de momento tenemos esperanzas de que todo se pase y la abuela se recupere—en ese momento yo ya tenía las mejillas empapadas a causa de mi llanto.

Sentí una mano encima de la mía. Por lo menos Pham Hanni estaba allí conmigo.

—Quiero que me informéis de todo en cuanto lleguéis—eran muchos kilómetros desde la playa hasta casa y desde casa al pueblo de los abuelos, así que esperaría una señal para ponerme en marcha.

—Te mantendré al tanto de todo, cariño. Ahora trata de descansar, ya hemos avisado a tu profesor Ramón de lo ocurrido, mañana irán a verte y te preguntarán si te quieres unir a la actividad o no.

—No pienso ir, no puedo—dije con la voz entrecortada.

—Ya lo imaginaba. Quédate en el hotel y si las cosas empeoran trataremos de encontrar transporte para que llegues hasta aquí. A nosotros nos quedan tres horas de viaje, en cuanto llegue te mando un mensaje.

—Vale.

—¿Está Daniel contigo?—preguntó mi madre.

—No, estoy con una amiga.

—Por favor que no te deje sola, necesitas compañía en este momento. Y mañana que se quede Daniel contigo, o alguien, pero no te quedes sola, Minji.

—Está bien—noté cómo Hanni apretaba mi mano.

—La abuela se va a poner bien, es más cabezota que todos nosotros juntos y tú lo sabes mejor que nadie—solté una leve risa cargada de dolor—. En cuanto se recupere la llevaremos a casa para que pase una temporada con nosotros. Por favor, intenta descansar, hija y que no se te olvide comer algo aunque se te cierre el estómago, que te conozco.

El PlanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora