𝑑𝑜𝑠

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La rutina era la misma todos los dias; trrabajar, limpiar, cocinar, ordenar y hacer cualquier deber que se le ordenara.

Era agotador, el cansancio físico era simplemente increíble. Sin embargo, si se veía la situación desde un punto de vista optimista, al menos no pasaba frío o hambre y tenía un techo en donde resguardarse de la lluvia y sol. El único inconveniente era el grosero y maleducado jeque.

Era cierto que existían personas desagradables, ¡Pero ese hombre era el extremo!

—Y aún falta... —Suspiró agotada, tomando un momento para recuperar el aire.

Había pasado casi tres horas limpiando y puliendo los pisos. Según tenía entendido hoy realizarían una cena importante y era por ello que el lugar era un caos, gente limpiando aquí y allá, los cocineros preparando los platillos y el demás personal preparando la decoración del lugar.

Miró el piso y sonrió orgullosa, se veía sumamente impecable, lo malo es que todo debía hacerlo a mano. Tomando en cuenta el tiempo y lo inmenso que era el palacio acabaría con las manos destrozadas para el anochecer.

Resoplo cansada y regreso a su labor.—Ya, T/N, no te distraigas. —murmuró para símisma, continuando con lo suyo.

Todo marchaba con tranquilidad, pero como era de esperarse, no todo es color de rosa.

Tras remojar nuevamente el trapo en el balde para comenzar a tallarlo sobre el piso, unas pisadas resonaron en el pasillo. No le tomo importancia y siguió con su deber, tal vez era algún sirviente.

Sin embargo, con el pasar de los segundos las pisadas se oían cada vez más fuertes, lo cual significaba que esa persona venía en su dirección.

T/N arrugo la nariz confundida al sentir como alguien se había parado a su costado y sin titubear levantó el rostro. Inmediatamente se arrepintió de su decisión.

El jeque se encontraba a su lado, mirándola fijamente con un claro gesto de molestia.

—Ahí está mojado, idiota. —habló desinteresado, sin apartar la mirada de la jóven

—¿E-en que lugar, Señor? —miró con atención todo el suelo en búsqueda del lugar que se le había indicado, pero no había nada.

Sin pronunciar palabra alguna, el joven pateó el balde de agua, logrando que la T/C jadeara del susto.

La patada había sido tan fuerte que el balde fue a parar al otro extremo del pasillo, empapando tanto el suelo como las paredes. T/N abrió los labios incrédula, todo el lugar que había limpiando estaba totalmente mojado.

—Ahí. —contestó burlón, mirándola por el rabillo del ojo.— Más te vale hacer bien tu trabajo, ramera.

Y sin más continuó con su camino, pisando las manos de la muchacha en el proceso.

T/N apretó los labios, intentando no llorar, esto era inaceptable. Tomó el trapo y con los animos por el suelo se dispuso a recoger toda el agua que había sido esparcida.

Esto no podía ponerse peor, ¿o talvez si?

—¡¿Qué demonios haces?! —gritó desesperada una de las mujeres encargadas de la supervisión.— ¡¿Porque no haz limpiando?!

—¡He límpido pero.-

—¡Pero nada! —grito histérica, interrumpiendola.— ¡Maldita sea! ¡¿No sabes hacer algo tan fácil como limpiar?! ¡Lárgate!

—Oiga, yo he limpiado. —y nuevamente fue interrumpida.

—¡Te dije que te largaras! ¡Ve a joder a otro lado, niña estúpida! ¡No sabes hacer nada!

Alhelí | ZohakutenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora