𝑡𝑟𝑒𝑠

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La tan esperada cena dio incio a las ocho de la noche y afortunadamente todo había transcurrido con tranquilidad, los invitados bebían y reían a carcajadas gustosos, estaban más que felices por la tan merecida celebración, pues el ejército había logrado recuperar terrenos que habían sido robados por los países vecinos y en recompensa por su logro el jeque decidió festejarlo, con el principal objetivo de motivar a sus hombres en continuar con su labor.

Todo había sido un éxito. O al menos así fue, justo cuando el reloj marcaba las dos y quince de la madrugada, todo cambió.

El lugar se volvió un caos gracias a una de las acompañantes del jeque, la chica le había abofeteado ¿El motivo? Aparentemente pensó que la cena sería dedicada a ella y que Zohakuten le pediría matrimonio, algo ridículo considerando lo reacio que era el jóven.

Claramente al no resultar como lo esperaba la rabia la consumió y en un arranque de ira rompió los adornos, vasijas e incluso los cuadros. Según tenía entendido, el jeque en un incontenible ataque de ira la había estrangulado y dejado al borde de la muerte... por suerte los sirvientes habían convencido al gobernante de soltarla y dejarla con vida pero, aún así pagaría caro su falta de respeto, siendo encarcelada pese a sus incontables súplicas y disculpas.  Ahora solo le esperaba una horrible vida lejos de los lujos a los que había tenido acceso gracias al hombre. Había olvidado su posición y aquello la condenó de por vida.

Mas tarde que temprano el karma le había llegado a aquella chica, ciertamente T/N se sentía un poco mal por el amargo rato que pasó la joven, aunque le daba un poco de satisfacción lo que le pasó, después de todo esa chica se había burlado incansables veces de sus ropas y su trabajo.

Sin embargo aún no podía cantar victoria, después de todo se le había encargado limpiar el desorden.

Suspiró aburrida tomado entre sus manos lo que había sido un jarrón, pues ahora solo quedaban trozos esparcidos en el suelo.

La puerta chirrío al ser abierta y unos pasos resonaron dentro del salón.—Por Allah... Que desastre. —murmuró apenada Omitsu, le entristeciá ver el salón más bonito del palacio hecho trizas.

—Sí. Me toco limpiarlo a mí y ni siquiera ví la pelea. —contestó con recelo T/N, sin dejar de recoger los pedazos de cerámica del suelo.

La mujer se acercó hasta ella y suspiro entristecida al ver lo que quedaba de aquel hermoso jarrón entre las manos de la muchacha.

—El jarrón de la señora... —se lamentó en un susurró.

T/N frunció la glabela confundida y giró el rostro, quedando cara a cara con la mujer.—¿De la señora? —repitió.

Omitsu asintió con la cabeza.

—Ese era el jarrón favorito de la madre de Zohakuten. —explicó pausadamente.— tras su muerte su esposo quedó tan devastado que rompió y quemó todo lo que le recordará a la señora, lo único que nos quedó de ella fue ese jarrón... Ahora entiendo porque Zohakuten se molesto tanto y reaccionó de esa manera.

T/N pestañó confundida y bajo la mirada a lo que quedaba del jarrón, observo los trozos con atención, ¿Enserió ese jarrón era tan importante para él?

—Entonces, casi mata a la chica por este jarrón. —dedujo rápidamente. Arrugó la nariz y negó con la cabeza.— no lo sé, me parece demasiado exagerado el que casi matará a alguien por una decoración. —comentó para regresar nuevamente su labor.

—No seas cruel T/N, entiendelo. Si alguien rompiera lo único que le pertenecía a tu mamá, ¿Como te sentirías?

—No tengo mamá. —contestó cortante, sin dirigirle la mirada a la mayor.

Alhelí | ZohakutenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora