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El páramo era un lugar hermoso, llenó de vida, alegría y paz. Era ideal para las criaturas del lugar vivir ahí, sin los humanos al acecho todo estaba en armonía, sin embargo después de lo sucedido en el castillo de Aurora, la gran protectora del Páramo se había alejado un poco de todos, Maléfica se sentía fatal, su intención no había sido dañar a la joven , que ella despertará de aquel sueño con el beso que ella le dio en la mejilla había sido un milagro.
La quería, por algo había velado de ella todos esos años, sin embargo hasta ese día no se había puesto a pensar en sus sentimientos.
Cuando todo se calmó Aurora quiso volver con ella , ambas regresaron y estuvieron bien por un tiempo, pero el suave aroma a jasmines de la princesa no la dejaban en paz, la Alfa no dejaba de pensar en la hermosa Omega, ahora la veía diferente y lo intento, intento alejarse pero fue imposible.
El tiempo avanzó y empezaron una cercanía distinta pero que a ambas les gustó, sin embargo Maléfica seguía pensando en que no era digna.
Tenían una pequeña pero la gran hada no se sentía lo suficiente para ambas, no se creía digna de tener esa hermosa familia.
Quiso alejarse pero Aurora no se lo permitió, no la dejo , ella la quería.
— Te quiero solo a ti y a nadie más, eres mi compañera yo te quiero Maléfica, no nos dejes.
— Nunca— vio a la pequeña bebé en los brazos de la princesa y no pudo evitar sonreír, era tan bonita , idéntica a su madre Omega, el cabello dorado y la piel tan pálida como la nieve. No sabía lo que les esperaba pero esperaba que ambas vivirían felices por siempre.
