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HA PASADO UN POCO MÁS DE UNA SEMANA DESDE que Tsukishima apareció para arruinar todo y que Bokuto huyó del agarre de Akaashi. El transcurso de los días pasa con Keiji esperando a que aparezca el chico de orbes dorados, aunque sea para verla de lejos. El más mínimo vislumbre del mayor sería suficiente para la mayor no sentirse tan mal.
—Hinata. —la suave voz de Akaashi interrumpe al pelirrojo que estaba registrando unos recibos—. Kuroo me dijo que Bokuto-san iba a venir por unas cosas hoy, ¿Podrías darle esto cuando lo veas? —envuelto con suma delicadeza le pasa a Hinata algo parecido a un libro—. Es algo que él quería desde hace tiempo y yo lo había conseguido para dárselo, pero es bastante obvio que no me quiere ni ver.
Con esa pequeña sonrisa natural de sus labios le pide el favor al más bajo, aunque siente que está perdiendo algo que nunca fue suyo. Tal vez eso sea lo que más le duele.
Que Bokuto nunca fue y ni será suyo.
—¿Por qué no se lo das tú? —Shoyo intenta regresarle el presente, pero el chico lo evade poniendo sus manos en los bolsillos de su pantalón—. Úsalo como tu oportunidad para hablarle otra vez.
—Si Bokuto-san quiere hablar conmigo que sea porque quiere, no por los modales de recibir algo.
Finalmente, Hinata acepta y ve a la mayor perderse entre los altos pasillos del local.
Su curiosidad es más grande que su estatura, así que con el mismo cuidado con el que fue envuelto el regalo, el de cabellos naranjas despega uno de sus lados. Y justo como cuando toda esta trágica historia de amor comenzó, el de mirada chocolate no puede disimular su sorpresa, ni siquiera de Kageyama que apareció para su dosis diaria de amor por parte de su nuevo novio.
Al pelinegro el truco de darle celos con Kenma, el nuevo trabajador del local, le dio excelentes resultados.
—¿Conseguiste el anillo con el que te iba proponer matrimonio o Ukai por fin nos aumentará el sueldo? —Kageyama abraza por la espalda al más pequeño intentando comprender la situación.—
