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FLASHBACK (Book con cinco años):

En el Palacio hay un bosque compuesto de árboles de cabezas nube y troncos oro, el suelo es níveo en su totalidad y los “arbustos” en realidad son fragmentos de nubes esparcidas por aquí y por allá en delineados color oro sin afectar su tonado gris. Parece una pista de hielo, nítida y espaciosa. Es un lugar relajante tanto para los dioses como los colibríes que vuelan de aquí a allá o descansan en ramas. Descansando de tardes arduas en el mundo humano. Para los humanos el mundo será difícil, pero para los animales también; el aire es cada vez inaguantable, los mares dañinos y la tierra inhabitable. Lidian con el agonizante hecho de que son perseguidos por la especie con la cuál debían coexistir y amistar desde el comienzo de los tiempos. Los humanos tienen una fuerza increíble, fuerza dada para proteger a las criaturas que no podían velar por sí mismas, pero dale fuerzas a un hombre y este solo pensará en estar en la cima de la cadena alimenticia.

Dejando atrás el complicado asunto de las avecillas, la hermosa madre de Book, una pelirroja al natural con la piel tan blanca como la nieve, nudillos rosados y labios carnosos de intrigantes curvas, camina hasta agacharse de cuclillas al lado de su pequeño lacrimoso bebé. Él sostiene un caballo hecho en madera. —¿Qué te molesta, mi pequeño Medus?

—Los gemelos en el Palacio son malos conmigo

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—Los gemelos en el Palacio son malos conmigo. Me dicen que no soy de aquí y que no puedo ser hijo de Poseidón porque soy muy flojo. No vuelo, no nado, ¿qué hago, mamá? ¿Para qué sirvo? ¿Por qué me amas?

—Bebé, Medus, oye. — Tras dos llamados fracasados para el último sostiene tierna sus rechonchos mofletes y lo voltea a ver. Con su atención exitosamente obtenida, María crea una sonrisa labial alentadora. Mirando a su hijo cómo algo que no tiene precio. Es algo que nadie ni nada puede comprar. El amor por este niño es incondicional e incluso va más allá de lo que la palabra “amor” puede ofrecer. Su único hijo mortal sufría acoso de los demás inmortales por ser “diferente”, pero eso es porque aún es pequeño y ella tiene la mente puesta en lo que va a decir: —Escucha bien, hijo mío, no lo verán ahora porque aún eres pequeño, pero cuando crezcas envidiarán algo de ti que jamás podrán tener. Ni el oro ni los títulos siquiera la inmortalidad, pueden tener lo que un humano tiene: Perseverancia. Los humanos siempre caemos, pero también nos levantamos una tras otra vez. Dirán lo que quieran hoy, pero tú mi pequeño Medus, estás destinado a hacer cosas increíbles. Te amo hijo mío. Todos lo hacemos. Eso jamás cambiará.

—¿De verdad?

—¡Sí! — Ríe ella.

—Mamá, por favor nunca me abandones. — El pequeño Book la abraza apoyando un oído sobre su pecho escuchando los apaciguados latidos del corazón de su madre. Indicando nada más ni menos que ella es solo una humana como él. Una mortal. María le responde el abrazo con uno suyo. Suave y poco notable los menea de lado a lado.

Quiere responder, pero se lleva una mano a la boca al toser. Aturdida mas sin embargo familiarizada recula la mano poco a poco sin permitirle ver al niño y ve un charco de sangre en su palma. María moría lentamente pues sufría de cáncer. Irónicamente ningún dios tenía el poder de curar eso, excepto el Dios Supremo y contactar con él es difícil. Ni siquiera los dioses cercanos dan con él. Dios solo responde a los elegidos en la Tierra.

MEDUS| Forcebook + MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora