MEDUS| Forcebook + MewGulf

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Antes de ir al jardín botánico, van escaleras abajo al sótano dónde el techo gotea y un pésimo mantenimiento presta olor. La humedad es tan y tan fuerte que todos cubren sus narices tras sus brazos, pero Medus es quién apresura los pasos y alcanza unas ocho jaulas con demonios adentro. Tres de esas jaulas están vacías.

Book tiene las gafas de sol puestas por lo que nadie está en peligro.

Zethar, que estaba sentado, se pone en pie tan rápido como su cuerpo se lo permite. Enrosca sus dedos en dos barrotes adelante mirándolo tal cuál a un héroe. —Book.Viniste, pero ¿Cómo?

—Te lo explicaré todo con tiempo, pero por ahora debemos salir. Mark, abre las jaulas.

—¡Entendido! — Mark hace una voltereta durante el brinco y llega al candado. Con un lengüetazo rompe el candado. Brinca hacia las otras jaulas haciendo lo mismo y liberando más criaturas. Zethar abre su celda, apenas da dos pasos pareciera que caerá, pero quién corre a sostenerlo es View porque Book no se percató para el momento. La delgada chica logra mantener en pie a la criatura minina. Este la observa desde arriba con sus tres ojos. Mueve la cola de lado a lado como normalmente hace. Ella también se le queda viendo sin palabras. —Eres... Muy suave. — Ríe ella.

—Y tu muy fuerte para cómo te ves. — Zethar cree que dice un halago, pero la chica frunce el ceño sintiéndose ligeramente discriminada cuando fuertes golpes provienen de afuera en la botánica. Todos voltean hacia la puerta del sótano como si desde ahí pudieran ver lo que sucede. Pero obviamente, no ven nada.

—Debemos irnos. ¡Ya! — Book ordena. View entrelaza brazos con Zethar, manteniendo una mano en su pecho para guíarlo entonces todos corren escaleras arriba. Mark brinca a uno de los hombros de Force.

Las nuevas criaturas tienen diferentes formas, hay uno cuyo torso y rostro es humano pero la parte inferior tiene patas de escorpión, otra es un tipo de Kraken, únicamente que con ojos negros y orejas elfo cuyas puntas están pintadas en púrpura, hay uno que tiene figura de pato amarillo con patas largas y ojos grandes redondos que lucen alertados. Sus pupilas son muy pequeñas.

•••

Llegan a la botánica y los ocultistas le han puesto la cabeza de cabra a una de las criaturas, que según su molde era un toro y ahora yace sentado en un tipo de trono abarrotado en flores oscuras. Lo han apuñalado en el estómago, la daga es la evidencia de ello. Al sentir la presencia de los chicos, todos los ocultistas miran atrás.

—El elegido está aquí. — Habla una mujer de voz áspera. Según se distingue, la líder de todos. Inmediatamente, alguien enciende las luces del tejado. Todas brillan en púrpura como pequeños destellos en fila y los chicos miran las luces de arriba.

—Contienen brujería mundana, — Escanea Mark. —¡si ella cita la invocación que solo nosotros conocemos--!

La mujer comienza a citar en latín la invocación maligna. Las luces de arriba ayudan al hechizo a manifestarse. Force pega un grito ensordecedor. Cae de rodillas sin dejar de gritar. Su estómago arde con fiebre, su mente no tiene ninguna otra opción que centrarse en el dolor e incluso su garganta duele.

—¡Force! — Book se arrodilla frente a él sujetándolo del hombro mientras que el otro  se sostiene el pecho e hiperventila con la mirada puesta en el suelo. —¿Qué te pasa? ¿Qué tienes?

—Alguien... Intenta... Entrar... ¡En mí! — Vomita una pequeña cantidad de algo blanco. Al retroceder el rostro hay uñas podridas en el charco esparcido. Eso espanta al moreno quién comienza a gritar. —¡No lo quiero dentro! Por favor, no quiero nada.

—Tranquilo, Force, eso no sucederá, ¿me oyes? No dejaré que suceda.

Book voltea hacia la ocultista quién quién ríe enloquecida tras finalizar el hechizo. —¡Ya está! ¡Ya está aquí! ¡Nuestro señor! — Clava las rodillas en el césped oyéndose algunas rocas rodar y dobla el cuerpo hacia delante. Rezando. Dice algunas incoherencias temblando de la emoción e incluso tamborea los dedos a medida que arrastra estos por la tierra. El mundo tiene todo tipo de locos. En primer lugar existen los que verdaderamente han perdido la cabeza. En segundo, los que son cuerdos, pero el mundo les lleva la contraria y en el famoso tercero, los que no saben que han perdido la cabeza. —¡Nuestro señor ha llegado!