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Todas estas semanas Poseidón se la ha pasado buscando a sus sobrinas sin éxito alguno. Angustiado, envió a los gemelos a inspeccionar cada reino en los cielos e incluso la Tierra, pero no las encuentra. Ahora mismo se encuentra en un pasillo hablando con los gemelos.

-Lo sentimos, no las encontramos. - Habla Love apenada.

-Está bien. Gracias por ayudar. - Poseidón luce arrepentido y consumido por la culpa. Su consciencia no lo deja dormir en las noches y el arrepentimiento ha tomado distintas voces en su cabeza. Voces poderosas.

Atenea se dirige a ellos con los ojos entrecerrados en diversión. Disfruta la agonía de su esposo, ese "bastardo infiel y cobarde" como lo ha llamado varias veces en su cabeza. Su sonrisa labial es una maquiavélica. Se une a él justo cuando los gemelos se van.

-Poseidón.- Finge ternura acariciando su espalda. Él voltea hacia ella tomándola suave de los codos para frotar estos con sus pulgares. Confrontados, sus figuras forman un corazón. De no ser por la infidelidad parecería que todavía hay amor entre ellos.

-Atenea. - Llama suave, dedicado.

-¿Aún nada?

-No se habrían ido sin decir nada. Nadie las ha visto, ¿cómo es eso posible?

-Tranquilo, las encontraremos. No pueden haber ido lejos, seguro vieron a su hermano tan triste que fueron a buscar algo para animarlo.

-Eso espero, Atenea. Son mis sobrinas. Yo... Siento que voy a perder la cabeza si no las tengo. Necesito que estén todos aquí. Ellas y Book.

Atenea guarda silencio entrecerrando sus ojos en maldad. -Amor, quiero que intentemos algo nuevo. Algo que te distraerá.

-Claro, ¿qué tienes en mente, mi amor?

Atenea lo toma de la mano y entrelaza sus dedos con los de él. Lo conduce por el largo del pasillo hasta ingresar el dormitorio. Edward los sigue.

Posan frente la cama. Poseidón se inclina a besarla, pero ella le cubre la boca con sus dedos. Deteniéndolo en seco. Él arruga el entrecejo y se le queda mirando extraño.

-Cariño, ¿harías de todo por mí? - Pregunta Atenea.

-Claro que sí, mi amor.

-Quiero que tengas sexo con tu sirviente, - Mira a la puerta donde Edward está parado al margen. El demonio posaba cabizbajo, pero ante la mención alza la cabeza con lentitud, sus ojos se encuentran con los atrevidos ojos de la diosa. -frente a mí.

Poseidón no puede entender la propuesta, pero también mira a Edward. Confundido. Se siente extraño. Regresa la mirada a su diosa, -No entiendo, mi diosa, ¿por qué quieres que tenga sexo con él?

-A las mujeres nos excitan muchas cosas, querido, y verte con otro hombre me prendería muchísimo. Quiero verlos, oírlos, y correrme con su imagen. - Susurra excitada en su oído. Incluso la manera en la que habla es ardiente.

Poseidón mira a Edward. -Edward, ya oíste a mi esposa. ¿Estarías dispuesto a cumplir su petición?

—Estoy dispuesto a todo lo que me pida usted, señor.

-Ven aquí, Edward.

Él camina con las manos juntas frente su regazo. Se acerca a ellos y Atenea se aleja para sentarse al lado del espejo de la habitación. Se sienta determinada a mirar. Esperando que comiencen la función. Atrás de ellos hay una gaveta que tiene todo tipo de jarrones con aceites.

El espejo muestra las siluetas de los dos hombres.

Poseidón reafirma la nuca del demonio con una mano y se miran a los ojos. El rey de los mares besa al demonio. Lo besa una tras otra vez. Edward ladea la cabeza sin escapar del agarre y comparten otro beso. Sienten la humedad entre sus labios, el suave tacto de la carne, hasta que al fin sus sinhuesos se encuentran. Gimen al enrollar estos, los hacen rotar entre sí, luego vuelven a cerrar un beso.

MEDUS| Forcebook + MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora