— Se llama Peke J.
En realidad se llamaba Excalibur, pero Chifuyu estaba demasiado feliz sentado en el suelo de la recamara junto a Baji, quien le presentaba alegremente al mínimo negro de ojos azules, con la característica cicatriz al borde de una oreja.
— Lo sé.
— ¿Por qué lo sabes? — ambos pelinegros lo miraron con confusión. Pero Baji sacó sus conclusiones antes de que él mismo pudiera pensar en una excusa creíble. — ¡Chifuyu! ¡¿Acaso tú puedes entender el lenguaje de los gatos?!
La acusación sonaba tan seria que el rubio sintió primero ternura y amor que vergüenza. A veces le sorprendía lo lindo que podía ser el mayor sin proponérselo si quiera.
— No Baji-san. Pero Peke J realmente es un buen nombre para él. — esa parte no era mentira, al menos era más fácil de pronunciar que la palabra extranjera. Y el gato parecía responder mejor por aquel nombre de todos modos. — A veces se queda en mi casa, no le he puesto collar porque no sabía que nombre darle. — esa parte si era mentira.
Excalibur, ahora Peke J, lo miró recriminando, como su entendiera la pequeña mentira blanca y lo juzgará por haberla dicho. Chifuyu ahora se arrepentía de pensar que podía comunicarse con los animales, nunca pensó que le jugaría en contra a su propia moralidad.
Baji estuvo conforme con ambas explicaciones, sonriendo ampliamente hasta que el par de colmillo se asomaron bajo sus labios. El rubio estaba encantado con esa imagen visual.
Poco después lo dejó sólo en la habitación para traer un par de bebidas. Afortunadamente era el único en casa, aunque aún permanecía encerrado bajo llave, impidiendo así que pudiera salir del departamento o que cualquier otra persona pudiera entrar. Chifuyu observó en ese tiempo la habitación a dónde había ido a parar en su pequeño juego de atrapar a Exca- Peke J. Todo en ella era realmente algo propio de Baji, desde la librería con mangas donde solo podía reconocer el título de "¡Kota, ven!" por el característico perro que protagonizaba la obra en el lomo cada tomo. Había también un espacio sobre los estantes donde se acumulaban cardas, juguetes y platos para gato. La cama se veía, de cierto modo fascinante, y se otro, peligrosa, al estar en un espacio cerrado contra la pared. El escritorio tenía algunos animales de juguete, del tipo que salían en las maquinitas Gachapon afuera del Árcade, destacando al centro una pantera, una hembra de león - ¿o sería un macho juvenil? - y un tigre. Había un diámetro de espacio libre alrededor de ellos, separandolos del resto de coleccionables. Supuso qué serían algo más importante, o quizá sus favoritos.
Pero definitivamente, lo más llamativo era el uniforme del Dojo, colgado en un gancho a la vista general, presumiendose como un trofeo junto a dos cintas, una Marrón y otra Verde. Sintió curiosidad por aquello, dándose cuenta que, después de meses asistiendo a la residencia Sano para ver a Baji, nunca se enteró que Arte Marcial practicaba realmente.
Anotó mentalmente la duda para preguntarle después. Aunque podía apostar que era Taekwondo o Karate por las patadas y golpes tan firmes que llegaba a dar. Aunque algunas de las técnicas que usaba también parecían ser de Judo, como la que él mismo había usado contra Kazutora la semana pasada.
Su rueda de pensamientos fue interrumpida cuando Baji volvió a entrar al cuarto con dos vasos de jugo y una bolsa de papitas para compartir. Dejó ambas cosas sobre el mueble junto a la cama, sentándose en ella e indicándole al rubio que se subiera con él. Asintió con una sonrisa y se sentó frente a él.
El espacio entre el colchón y el techo apenas era suficiente para que la cabeza pelinegra no se rozara en el. Para Chifuyu no hubo ningún problema de ese tipo, se sintió un poco molesto al darse cuenta cuán bajo era realmente en comparación a otros.
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Dulce infancia [Bajifuyu]
FanficBaji es solo niño, igual que todos sus amigos. Un niño muy enérgico, muy conflictivo y de personalidad fuerte. Uno que no teme enfrentarse a otros por un bien mayor. Aparentemente, la única forma de derribarlo, será a través de su corazón. Y el niño...