La contusión cerebral no fue tan grave como aparentaba. Los médicos atribuyeron la pérdida de consciencia prolongada al cansancio exhaustivo que ya había experimentado antes del golpe. No hubo ninguna lesión perceptible en los estudios, salvo por el abultamiento externo al cráneo donde había recibido el impacto y el vértigo benigno al haber estado situado tan cerca de la oreja. Se quedaría en observación un par de días, vigilando la disminución de los mareos y náuseas así como del dolor de cabeza y el estado de confusión esporádica que todavía experimentaba. Después de eso, podría irse a casa con indicaciones y ejercicios de postura para superar las secuelas que pudieran continuar en casa.
Chifuyu estaba feliz de escuchar esa noticia, incluso sintiéndose somnoliento casi todo el tiempo que permanecía despierto.
No recordaba mucho, así que, aunque se había abierto un caso de investigación policíaca por lo que paso, no fue capaz de testificar. Todos, tanto la autoridad de Japón, como su madre, toda la familia Sano, Baji y la señora Matsuno, se habían quedado solo con la versión de Kazutora, quien se mantenía más lúcido y activo pese a la gran cantidad de lesiones físicas que tenia (una de las patadas que recibió había estado muy cerca de romperle una costilla).
Lo había narrado y resumido como ellos dos (Kazutora y Chifuyu) caminando juntos por el distrito comercial, camino al Dojo de la familia Sano. Encontraron un edificio abandonado que se veía interesante y decidieron explorarlo un poco. No esperaban encontrarse con un grupo de vagabundos violentos fuera de sus cinco sentidos. A Chifuyu lo habían noqueado muy pronto con un tubo de metal que estaba por ahí, él había peleado hasta no poder más, y había escapado con Chifuyu en su espalda. Los vagabundos no los siguieron una vez que pusieron pie fuera del edificio.
El resto era su tortuoso camino malherido hasta desplomarse frente al Dojo Sano, intentando buscar ayuda.
Probablemente, solo su madre, la señora Matsuno y los oficiales que tomaron la declaración habían creído realmente esa historia. Mikey había insistido un par de veces para que le dijera la verdad, al menos a él, prometiendo conservarla como el mayor secreto entre ambos. Pesé a las ofertas y tentaciones que dio, no hubo nada que convenciera al pelinegro de hablar. Asegurando que los hechos habían sido tal como los había explicado. Baji también lo intentó, recibiendo exactamente la misma respuesta.
Con Chifuyu el asunto era más delicado. Él decía no recordar casi nada. Ni antes, ni después del golpe en su cabeza. La última imagen que su cerebro había podido conservar, era el encuentro casual que había tenido en el parque con el mayor, dando la casualidad de que se dirigían al mismo lugar.
Baji tampoco creía que le estuviera diciendo la verdad.
Sí se habían coordinado para sostener una mentira, o si realmente las cosas habían pasado así, era una incertidumbre para todos. Considerando el estado de salud de ambos, acordaron no hacer más preguntas.
Gracias a la semana de vacaciones previa al reinicio escolar, Baji tenía la posibilidad de acompañar al rubio en su recuperación. Incluso si los primeros días de la misma fueron más un observarlo dormir toda la mañana, tener cortas conversaciones por la tarde, robarle discretamente las galletas que le mandaban en su menú hospitalario, y regresar a casa con su madre por la noche.
Pero estaba bien así, todavía no podía superar la culpa en su pecho cada vez que esos grandes ojos verdes miraban en su dirección, cada vez que los blancos dientes le sonreían con alegría al verlo entrar por la puerta, o al verlo sentado a su lado cuando despertaba. Su corazón dolía como se sentía aliviado de tener al rubio a salvo.
La soledad de su recamara a oscuras por las noches le había ayudado a pensar las cosas con un poco más de claridad. Sobre Chifuyu, sobre Kazutora, sobre lo que había pasado ese sábado.
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Dulce infancia [Bajifuyu]
Fiksi PenggemarBaji es solo niño, igual que todos sus amigos. Un niño muy enérgico, muy conflictivo y de personalidad fuerte. Uno que no teme enfrentarse a otros por un bien mayor. Aparentemente, la única forma de derribarlo, será a través de su corazón. Y el niño...