Nico

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Esta soñando, pero no es solo un sueño. Observa como grandes portales de un rojo púrpura ominoso aparecen cubriendo casi por completo el cielo de Seúl. 

Thomas Andre a su lado maldice por lo bajo cuando sienten la presencia de tres Monarcas y un ejército de monstruos acercándose, Nico asiente y, el cazador frunce el ceño determinado.  

Nico sonríe mientras se lanza con ferocidad contra esos débiles no-dioses logra mantener su forma mortal por sus aliados cerca de él mientras mata a uno de los Monarcas y hiere cruelmente a los otros dos, pero su sonrisa se desvanece cuando ve que estos Monarcas eran solo una distracción…

(Siente un eco de un dolor agonizante que no es el suyo, la sorpresa y luego el entumecimiento lo sigue. Sus oídos zumban al escuchar el alma de Jin-Woo cantar de negación-dolor-determinación-renacimiento, no han dejado de sonar, él sabe lo que significa, Jin-Woo es mortal a pesar de todo su poder, la muerte es necesaria para el nacimiento de un Dios de la Muerte, entiende aunque eso no le impide estar de luto por la pérdida de la mortalidad de su alma gemela aunque también se alegra porque ya no estará solo por la eternidad.)

Nico deja escapar su sed de sangre por esta ofensa, su control sobre sus poderes se afloja, solo sentir la nueva divinidad de Jin-Woo parcialmente desatada lo castiga.

El Lobo Blanco descomunal junto al Elfo de Hielo se congela después de observar como decapitaba fácilmente a su compañero Monarca. 

El Lobo Blanco parecía bastante aterrorizado cundo se retiró por un portal con la cola entre las piernas. La vista hizo que Nico quisiera reír porque sintió a Jin-Woo atraparlo.

Observa de reojo a Thomas Andre que está arrodillado, un poco golpeado con la ropa desgarrada y nuevas heridas pero aún firme después de enfrentarse al ejército de esos Monarcas para proteger a los mortales cerca de ellos y Nico está satisfecho.

Antes de que pudiera acercarse a la forma arrodillada, el sueño terminó y Nico se encontró de nuevo en su cama con el hambre de un dios abismal instándole a moverse.

Nico observa sin apartar la mirada del cielo gris opaco y la nieve que cae constantemente mientras espera la llegada de su presa, con el recuerdo del sueño aun presente. La temperatura ha bajado aún más, Nox ronda cerca irradiando calor como un horno, devorando con alegría al Gigante de Hielo que los ataco al pisar este mundo helado.

Los Jotun no son monstruos comunes, aunque por lo general solo aparecen en mundos con temperaturas bajo cero. Se suponía que este mundo solo era uno entre los tantos en los que caza.

Lo que significa que alguien había logrado engañar a sus sentidos. Sus sentidos.

No hay ningún monstruo en el universo que pueda hacer eso. Ni siquiera esos no-dioses, excepto otro de su propia especie.

Examina el horizonte, las copas de los árboles nevados. Una parte de él quiere ir a cazar, lo quiere con un hambre y una emoción que nunca antes había sentido. ¿Cómo se sentiría luchar contra una criatura como él? ¿Cómo le iría en una batalla a muerte?

Cuando escucha el aullido del viento y la risa manchada de sangre llevada en sus alas, sabe que no es el único que lo piensa.

Nico se gira, una sonrisa tirando de sus labios mientras una ráfaga de viento congelado golpea su garganta como los colmillos de una bestia. 

"Me has hecho esperar", grita, dejando que su propio poder se eleve. "¿Por qué no te muestras ya? ¿No es aburrido esconderte en las sombras?" 

Una gran cantidad de Jotuns se revelan, pero solo uno de ellos le interesa, sentado sobre un monstruo helado, en la piel de un Gigante de Hielo pero irradiando la energía de un terror abismal, uno que se alinea estrechamente con los propios orígenes de Nico pero con un gusto por el frío y lo profundo, nacido de la escarcha y la nieve en medio de los inviernos de medianoche y nutrido en las asfixiantes profundidades de mil fondos oceánicos. 

La voz de mi alma, (sabe cómo te llamas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora