CAPÍTULO 1

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10 AÑOS ANTES

¿Alguna vez has intentado sacarle un juguete de la boca a un perro? Mis abuelos tenían un gigante pastor alemán que cuando se metía algo en la boca que quería, por mucho que tiraras, era imposible quitárselo.

Pues eso era justo lo que estaba sintiendo al intentar abrir mi taquilla del instituto.

—Aaabreeteeee —murmuré a la vez que hacía fuerza hacia fuera durante unos segundos. Le di un manotazo—. ¡Te odio!

—¿Problemas en el paraíso?

Mi mejor amiga se apoyó en la taquilla de al lado de brazos cruzados y una sonrisa de suficiencia mientras me observaba pelearme con esta lata gigante de color roja. Sus ojos azules brillaban con diversión.

—Pues como cada mañana —mascullé. Volví a darle varios tirones pero nada funcionaba. Me puse de espaldas, apoyándome en ella y eché la cabeza atrás suspirando—. Me rindo.

Escuché a Cloe reírse entre dientes a mi lado antes de pasarse su cabello rubio hacia atrás del hombro con un manotazo.

—A ver, déjame probar luchar contra la bestia.

Le hice espacio para dejar hacer su magia, pero tampoco surgió efecto. Cloe era mi mejor amiga desde que tenía uso de razón, y si soy sincera, era mi única amiga. Siempre habíamos sido inseparables aunque últimamente estaba viendo que el instituto nos estaba alejando poco a poco sin darnos cuenta.

Era animadora del equipo de baloncesto del instituto y eso le daba cierta categoría mayor, a diferencia de mí, que por mucho que fuéramos amigas no me convertía a mí en popular, ni siquiera ayudaba a que no se metieran conmigo.

—Tu taquilla es una mierda, tienes que avisar a secretaría —dijo mirándose disgustada sus uñas de gel perfectas. Como acto reflejo miré las mías. No estaban sucias ni mordidas, pero no era una chica que se las cuidara demasiado.

Desde el accidente, había descuidado un poco mi aspecto, ya no le daba tanta importancia como se la daba antes. No es que me hubiera abandonado, básicamente no me resaltaba con rímel mis ojos claros como la miel ni me preocupaba excesivamente que mi cabello castaño, largo y ondulado brillara con mechas más rubias como hacía antes. Me seguía aplicando crema corporal después de ducharme pero nada más y creía que esa era una de las razones por las que Cloe y yo nos estábamos distanciando, aunque ninguna de las dos lo dijera en voz alta.

—Ya lo he hecho, mil veces, pero no me hacen caso. Aunque voy a tener que ir de nuevo a que me la abran o sino no hay forma de poder coger mis libros.

—Y tus libros son muy importantes para ti, son el amor de tu vida—murmuró poniendo morritos de forma sarcástica. 

Se estaba burlando de mí así que rodé los ojos.

El amor de mi vida no eran los libros de biología y matemáticas, tampoco las novelas románticas o la ciencia ficción, sino que lo eran los cuadros y los pinceles. Pero a Cloe no le interesaba mucho esa parte de mi vida, ella simplemente me veía como una friki empollona que solo pensaba en estudiar. A veces me preguntaba cuan realmente amigas éramos.

—Eh, Cloe —susurró una chica apretando el brazo a mi amiga antes de quedarse mirándome con un interrogante en sus ojos—, y...

—¿En serio Kelsie? Llevamos juntas desde primero, soy Ellie.

Me puso una sonrisa forzada pero luego se giró hacia Cloe ignorándome. Rodé los ojos de nuevo.

—¿Qué pasa Kels?

El círculo rojo - #Tú, mi luz (parte I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora