La inmensa mansión se presentaba delante de mí, grandiosa e iluminada bajo la luz de la luna. El terreno estaba completamente desierto excepto por los hombres trajeados que se paseaban de un lado al otro, como sombras sin rumbo en completo silencio.
—¿En qué puedo ayudarle señorita? —preguntó el hombre de seguridad que estaba en la caseta justo al lado de la puerta exterior.
Parecía que se tomaban la seguridad muy en serio en este lugar. Iba también vestido con un traje negro, llevaba un pinganillo en la oreja, imaginaba que estaba conectado con todos los vigilantes que había en el interior, y un arma justo en el lateral de su cinturón. Hizo un movimiento poniendo su mano cercana a ella en caso de que yo fuera una amenaza, pero sonreí haciendo ver que no lo había notado.
—Tengo cita con el señor Reed.
—¿Su nombre?
—Soy Alice Anderson.
Decir ese nombre en voz alta lo hacía real, ya no había vuelta atrás.
—Puede usted pasar señorita Anderson, la estábamos esperando.
La puerta de rejas negras se abrió automáticamente hacia un lateral y el hombre me dejó pasar sin decir nada más. Suponía que podía llegar sola hasta la entrada y que ahí habría alguien para recibirme.
El jardín era inmenso y parecía precioso, aunque no se pudiera apreciar a estas horas.
En la brillante noche solo se escuchaba el sonido de mis zapatos de tacón en cada paso que daba por el sendero de losas que atravesaba el jardín y guiaba hasta la puerta principal. Mis manos sudorosas anunciaban que estaba nerviosa, pero sabía que debía ocultarlo, así que crucé el camino con paso tranquilo pero firme. Lentamente estaba metiéndome en la boca del lobo y solo podía esperar salir de ahí con vida.
El sonido de un arma cargándose detrás de mí me hizo titubear en el siguiente paso hasta que escuché su voz.
—¡Alto!
Me detuve con el corazón a mil por hora. No podía creerme que él estuviera aquí, después de tanto tiempo...
Mis nervios ahora eran por un motivo muy distinto y no tenían nada que ver con sentir la boca de fuego de su pistola en mi nuca. Cerré los ojos un segundo intentando tranquilizarme. Necesitaba hacerlo antes de volver a verlo.
—¿Quién eres? —inquirió con voz dura.
No respondí. Me había quedado muda. Reconocería esa voz en cualquier parte del mundo, ronca, grave; pero no era la voz que quería oír y que estuviera apuntándome con un arma. Sin perder más el tiempo me giré deseando ver si había cambiado tanto como yo desde la última vez que nos vimos.
Desde luego estaba más guapo de lo que recordaba, se notaba que habíamos crecido. Sus facciones eran mucho más marcadas, un atisbo de barba corta que lo hacía mucho más maduro, seguía siendo igual de alto, aunque ahora estaba un poco más fuerte. Pero sus ojos seguían siendo los mismos: profundos, paradisíacos.
Un atisbo de sorpresa apareció en su rostro provocando que bajara su arma repentinamente.
—¿Ells? —preguntó con un hilo de voz.
Esta vez fui yo la sorprendida sin poder evitarlo. Estaba empezando mal si no podía esconder mis emociones delante de él.
—¿Te acuerdas de mí? —pregunté.
Él levantó las cejas con incredulidad. No respondió, guardó el arma en su cinturón en un movimiento rápido antes de cogerme del brazo arrastrándome hacia un lateral donde la oscura noche nos engullía y era imposible que nadie nos viera. Me estampó contra una pared y se apoyó en ella con una mano acercándose a mí.
—¿Qué cojones estás haciendo aquí Ellie? Tienes que irte.
—No puedo.
—¿Que no puedes? ¡Saca tu culo de aquí pero ya!
—Nate... —susurré cogiendo su mano.
Fue una reacción automática que nos sorprendió a los dos, ambos descendimos la mirada observando el punto de contacto que unía nuestras manos. Hacía tanto tiempo que no lo veía, que no lo tocaba. Acaricié la palma de su mano, pero entonces lo vi, el tatuaje del círculo rojo en el interior de su muñeca derecha, uno que no estaba ahí la última vez que nos vimos.
No, no, no, no, no, por favor no.
—Así que es oficial, te has unido a ellos.
Intenté que mi voz sonara neutra, había sido entrenada para poner cara de póquer, aunque la situación fuera complicada, y era justo lo que estaba siendo en ese momento; no sabía si lo había conseguido.
No quería que estuviera aquí metido en todo esto, aunque en el fondo deseaba encontrármelo, no podía engañar a nadie. En ese momento recordé aquel día en la azotea, cuando me habló de que lo que queremos y lo que deseamos no siempre iban unidos de la mano, y al fin entendí lo que quería decir.
Nate frunció el ceño y me miró a los ojos antes de pasar su mano suavemente por mi mejilla en una caricia. Quise cerrar los ojos y disfrutar de ese toque que tanto había anhelado, pero no lo hice, no podía apartar mi mirada de él.
—Ells, nena, necesito que te vayas de aquí ahora.
Su voz, tan tierna en ese momento, me recordó a las últimas veces que había hablado con él. Pero no podía irme, ya no.
—Tengo una cita —afirmé seriamente, pensando en el motivo por el que estaba aquí.
—No.
Se apartó bruscamente y pasó su mano desordenando su pelo oscuro como el carbón, tan perfectamente despeinado.
—¿Qué te importa de todas formas? —Levanté su muñeca enseñando el círculo—. Parece que ambos estamos metidos hasta el fondo con toda esta mierda.
Holaaa!!!
Aquí tenéis el prólogo de mi nueva historia. ¿Qué os ha parecido?
⭐Dejad vuestros votos y vuestros comentarios en caso de que os guste, me animaría muchísimo.
🍍También tenéis nueva actualización de mi otra historia: No me llames amor. Te animo a que te pases por allí también y me cuentes qué te parece.
Sígueme también en mi instagram donde cuelgo recordatorios, información de mis libros, recomendaciones de vuestros libros, mensajitos con amor, retos de escritura y post sobre ortografía que no te puedes perder.
Mi instagram: maar.lopez__
Mar🤍
ESTÁS LEYENDO
El círculo rojo - #Tú, mi luz (parte I)
Misterio / SuspensoÉl, callado y misterioso. Ella, tranquila y solitaria. Él guarda un secreto. Ella pronto lo descubrirá volviendo su mundo patas arriba. Mi sueño de ser una artista cambió la última vez que lo vi saltar desde mi balcón alejándose de mí para siemp...