CAPÍTULO 7

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Era imposible abrir mi taquilla.

Otra vez.

Ayer no fue como si buscara solución, debía ir de nuevo a secretaría, pero poco me apetecía. Cloe apareció a mi lado con una sonrisa.

—Eh, dichosos los ojos —saludé—, ¿cómo estás?

—Mejor. Ayer no sé qué me pasó, creo que comí algo que me sentó mal, pero una vez lo vomité todo mi estómago volvía a estar feliz.

—Demasiados detalles —musité asqueada. Cloe se rio.

—¡Cloe! —exclamó Kelsie—. Al fin estás bien, qué susto tía. Me alegro de que no sea nada.

—Estoy genial, gracias. ¿Qué tal fue ayer? ¿Me echasteis de menos? —preguntó en voz alta, para ambas, pero ninguna contestó. Yo me tensé. —¿Qué pasa?

—¿Qué le has dicho? —me preguntó Kelsie con el ceño fruncido.

—No le he dicho nada.

Ella resopló.

—Bien, porque siempre te pones toda dramática cuando alguien te hace una broma.

—¿Qué broma? —preguntó mi amiga descolocada.

—Solo le contó Kelsie a todo el instituto que no me habían dado un beso y todos me humillaron.

Kelsie rodó los ojos.

—Exageras, yo no se lo dije a todo el instituto, puede que se lo mencionara a alguien —se encogió de hombros—, pero, venga, ¿humillarte?

La fulminé con la mirada.

—Además—continuó—, qué fueron, ¿un par de comentarios antes del almuerzo? Nadie volvió a decirte nada después, ¿cierto?

Fruncí el ceño.

—Lo que sea, me largo, hasta luego Cloe.

Me apoyé en mi taquilla de espaldas y le di varios cabezazos.

—Siempre estás igual —susurró mi amiga.

—¿Perdona? Solo has escuchado una versión, ¿no puedo contarte la mía?

—No... no me interesa. Siempre te haces la víctima y estoy harta...

En ese momento me giré y empecé a utilizar mi rabia para intentar abrir mi taquilla, pero aun así no lo conseguía. Estaba desesperada cuando una sombra se alzó detrás de mí y después de un tirón consiguió abrir la puerta.

—Gracias —le dije a Nate dándome la vuelta.

Cloe que estaba a mi lado le dio una sonrisa y le tocó el brazo.

—Vaya Nathan, sí que estás fuerte.

—Nathaniel —corrigió él tensando los músculos de su cuerpo.

Yo fruncí el ceño, ¿qué estaba haciendo Cloe?

—Oye este fin de semana hay una fiesta en casa de Verónica, ¿te apetece ir conmigo?

Cloe se insinuó y me dejó totalmente descolocada. ¿Estaba intentando ligar con él delante de mis narices?

Nate me miró a mí fijamente antes de responderle.

—No.

—¿Seguro? Va a ser increíble, tiene piscina climatizada.

—No me interesa.

Cloe puso sus brazos alrededor de su cuello y se acercó a sus labios sin llegar a rozarle.

—Voy a ir muy corta y muy escotada.

El círculo rojo - #Tú, mi luz (parte I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora