Dios abandona, Dios perdona y Dios olvida.
Dios me abandono, Dios me olvido, pero Dios no me perdono.
Bajo la fría noche en invierno, cuando los árboles pierden sus hojas y todo se pinta de un suave y confortante blanco.
El calor del líquido carm...
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Bueno, tal vez se había precipitado un poco al hablar. No se había esperado para nada que uno de los chicos Mukami se atreviera a encerrarlo en un salón.
Por supuesto que esto le molesto en más de un sentido, ¿cual era su intención? No le había dirigido una sola palabra, solo le habían agarrado el brazo así como así, entrando lo al salón vacío de su última clase, cerrando la puerta con seguro.
Suspiro irritado, las cosas estaban llendo bien, una clase tranquila, personas que se acercaban a él solo para conocerlo.
Un vampiro que se había olvidado de su existencia y que no había vuelto aparecer en toda la noche. Si, todo estaba bien, hasta que el extraño rubio de sonrisa juguetona lo arrastró hacia el salón y cerró la puerta con llave.
Los puestos temblaron con fuerza, no es como si pudiera controlar la ira fácilmente, siempre habia tenido ese problema, sus emociones eran demasiado explosivas, inició en el momento en el que perdió su alas.
Cuando fue desterrado a la tierra, Lilith solía enviarle cartas muy a menudo, hablándole sobre las formas de como poder sostener y controlar la emociones de los humanos, por obvias razones nunca pudo hacerlo.
Ahora, apuntó de destruir todo un salón, respiraba pausadamente intentando calmar su ira. Cosa que era completamente difícil. No es que no tuviera poderes, para su yo de hace 80 años, sería fácil abrir una puerta, pero su yo actualmente no era ni la mitad de lo que fue antes.
Ahora no podía utilizar sus poderes a voluntad, al no tener sus alas, su poder era completamente inestable. Ellas creaban un balance pacífico entre sus emociones y poderes, por obvias razones ese balance ya no existía.
—¡Ese maldito!— Exclamó con fuerza. Las ventanas crujieron al punto de romperse por completó—.
Sus ojos brillaban con fiereza mientras apretaba su puños, si no se detenía ahora, acabaría por completo con todo el edificio, no olvidaba el suceso en su cafetería hace unos meses.
Miro por las ventanas rotas, el sol empezaba a salir, ¡¿había pasado horas?! Ninguno de los Sakamaki fue a buscarlo, ahora su ira no sólo iba hacia el único Mukami rubió, ahora estaba completamente enfurecido con los hermanos Sakamaki.
Tuvo la intención de tirarse por una de las ventanas, no sólo era "intención" realmente lo iba hacer, si no fuera porque el menor de los Sakamaki grito con fuerza al verlo sobre el marco de la ventana con intención de dejarse caer y que la gravedad hiciera lo suyo.
—¡¿QUE ESTAS HACIENDO?!— Grito fuertemente exaltado—.
—¿Que parece que estoy haciendo? — Respondió obvió. Alzó una de sus cejas, cosa que irritó al Sakamaki—.
—Te llevamos buscando horas, Reiji esta furioso.— Se acercó a él tomando su brazo para bajarlo de su lugar—.
