"Con amor, Emma" [SwanQueen]

- Operación carta de amor

Aclaración de vocabulario:

*Ancha es Castilla: Es una expresión que proviene del español de España y se utiliza de manera coloquial para animar a otras personas a que actúen de forma libre. Ejemplo: "Si te quieres acostar con él adelante, ¡ancha es Castilla!"

I

(Storybrooke) Presente...

La aventura había llegado a su final. Emma Swan había logrado regresar a su tan querido Storybrooke y, ahora, en la granja de Zelena, el lugar en el que todo aquella locura había empezado, también terminaba. Estaba sentada en el suelo, cazadora roja entre los hombros y rostro cansado. Su cabello se había despeinado con el viaje, pero eso era lo menos importante. Lo sustancial era que había vuelto al mismo lugar y momento en el que se había ido, por lo que, probablemente, nadie habría notado su ausencia.

Salió del granero a toda prisa y la brisa de la noche la embriagó por completo. Llevó su vista al cielo y observó las estrellas de la ciudad que tanto había extrañado. Luego, miró a su alrededor y lo vio. Su preciado coche. Su querido escarabajo amarillo. Se subió a él sin pensar y condujo hasta el porche de la casa de la persona que más había echado de menos el último mes. Era tarde. Lo sabía, pero también sabía que a Regina no le iba a importar que le importunaran su sueño si era con tal de verla a ella.

Se plantó delante del 108 de Mifflin Street y, sin pensárselo dos veces, llamó al timbre. Pasaron unos largos cinco minutos hasta que un ruido en el interior de la casa se escuchó. Emma frunció el ceño confusa, Regina estaba tardando más de lo habitual en bajar. Sin embargo, cuando lo hizo y abrió la puerta, Emma Swan no pudo creer lo que vio ante sus ojos.

"¿Emma?"

La alcaldesa estaba completamente desmaquillada. Su rostro estaba algo pálido, pero sus mejillas y sus labios eran de un conjuntado color carmesí natural. Su cabello azabache se posaba de forma desordenada sobre sus hombros y su pequeño cuerpo estaba cubierto por una prenda de ropa que la morena nunca antes había llevado. Era una sudadera. Una sudadera de deporte. Le quedaba larga de las mangas, por lo que sus manos quedaban escondidas, y sus piernas, desnudas, estaban cubiertas hasta las rodillas por aquella prenda. La rubia la miró extrañada. Esa no era la ropa que Regina solía usar para dormir. La alcaldesa solo llevaba sudaderas si estas eran de Emma y se las había prestado para pasar la noche después de acostarse. Pero... ¿una sudadera verde? Emma no tenía ninguna sudadera verde.

"Emma" repitió Regina algo nerviosa al ver que la sheriff no parecía estar en el mundo de los vivos con ella. "¿Qué haces aquí? Es muy tarde"

"Yo-" la rubia fue a contestar cuando una voz masculina sonó detrás de Regina.

"Cielo, ¿qué sucede?"

Robin de Locksley apareció detrás de Regina Mills, la rodeó por la cintura desde detrás y apoyó su cabeza en el hombro de la reina para observar a Emma. El tipo llevaba unos pantalones deportivos negros y el torso completamente desnudo. Cuando la Salvadora vio a aquellos dos tan juntos, tan cerca... su alcaldesa sin pantalones y ese desecho de ladrón sin camiseta... todo hizo click.

Emma dio un paso atrás, desconcertada, y se llevó una mano al pecho. Su corazón, de repente, latía sospechosamente lento. ¿Cómo había podido ser tan estúpida? Por supuesto que Regina estaba con Robin, ella misma había hecho eso posible. Pero... ¿parecía feliz? Tenía que saberlo, porque, si no fuera así, todo su viaje habría sido en vano. Miró a Regina con atención y usó su superpoder para analizar su lenguaje corporal. Sus pupilas estaban dilatadas y su mirada mostraba preocupación, pero eso era porque a las 12:00pm de la noche, Emma se había presentado en su casa sin explicación y parecía estar a punto de tener un ataque al corazón delante de ella. Por lo demás, no parecía querer que Robin se separara de ella. Él la sujetaba de la cintura y ella acariciaba su brazo con sus delicadas uñas, como movimiento involuntario. Le quería. Por supuesto que le quería. En esa realidad Marian nunca había vuelto y, por ende, Robin y Regina nunca habían roto.