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— ¿Me dirás la verdad?
— ¡Ah, vete a tu habitación!
Ella no le hizo caso y se acorrucó a su lado. Parecían dos tablas duras hasta que ________ puso su mano en su pecho y una pierna en su abdomen, como si no quisiera dejar salir a su herrero. Hotaru quería parecer incomodo pero simplemente no podía, se colocó en otra posición y quedó cara a cara con _________.
— ¿Qué es lo que quieres saber? — podían sentir sus respiraciones, Hotaru si estaba nervioso pero no ella, se mantenía tranquila.
— ¿Te gusto? — evitó mirarla a los ojos.
— ¿Te vas a burlar si te digo que si? — _________ negó — Entonces si, listo — rápidamente se dió la vuelta, estando a espaldas de la chica.
Hotaru esperaba una respuesta con palabras, pero solo recibió las finas manos de ________ como abrazo por detrás.
— Lastima que seas tan viejo — Hotaru se a girar volvió a mirarla con enojo.
— ¡Supera eso de una vez, estábamos tan bien hasta tu comentario! — _________ se rio, su broma había resultado.
— Es broma, Hotaru. Me gustas a pesar de ser...
— Viejo, si, si.
— De hecho iba a decir que a pesar de ser tan idiota...
Hubiese preferido viejo...
__________ se incorporó y se sentó con la mirada directamente a Hotaru, quien como siempre estaba todo rojo. _________ había escuchado que se ponía así porque nunca había interactuado tanto con alguna mujer, era un inexperto aunque ya tenga un pie en la tumba, ese pensamiento hizo reír a la cazadora.
— ¿Te ríes de mi? — preguntó avergonzado mientras bajaba la cabeza.
— De mí mas que de tí. Jamás te imaginé casado, mucho menos conmigo, te odiaba — sacó la lengua en forma de asco.
— ¿Entonces ya estás segura de casarnos y cumplir los deseos de Tecchikawahara?
— No nos casaremos, deja de ser tan idiota.
— ¡Deja de ilusionarme así entonces, está muy mal! — _________ hizo una mueca de pensé que ya lo sabias — ¿Pero que quieres decir con que no nos casaremos?
— Hotaru, lo lamento, pero ahora mismo me gustaría concentrarme por completo en mi labor como pilar. Es un asunto delicado ahora mismo, mi reputación no es la mejor, ni para mí, ni para tí — sonrió tristemente.
— Ah, eso. Claro, de hecho yo también debo concentrarme en mi trabajo de herrero — volvió a tirarse a la cama para acostarse y tratar de conciliar el sueño al lado opuesto de ella, lo que menos quería era pensar.
