06- Percival de Rolo III

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06- Percival de Rolo III

Una mujer increíblemente irritante.

No había palabra menos grosera en el vocabulario de Percy para referirse a ese espécimen femenino con un carácter demoniaco, sin caer en las mentiras.

Hablaba por supuesto de Brigid Íonachta.

Si bien cuando Vax y Vex la presentaron al equipo, parecía de esas criaturas incapaces de matar hasta una mosca. O al menos lo fue hasta que abrió la boca luego de que él se presentara con su nombre completo; Percival Fredrickstein von Musel Klossowski de Rolo III.

"¡Que me jodan! ¡Es el nombre más largo y fastidioso que he oído hasta el día de hoy!"

Los gemelos semielfos se habían reído a carcajadas sinvergüenzas del suceso y luego simplemente le aconsejaron llamarlo por el apodo de Percy, para no sufrir jaquecas.

Y la cosa no mejoró a medida que Brigid convivía más tiempo con Vox Machina.

Además de lo irritante, hablaba y bebía como una salvaje. No tenía el más mínimo recato al momento de expresar sus opiniones y siempre lo cabreaba con comentarios rebuscados acerca de su "modales refinados".

¡Incluso le había creado un apodo! Sr. Estirado.

Esa maldita loca de remate...

Vex le aseguraba que no debía caer en la trampa de las apariencias cuando se trataba de esa semielfa costurera. Más allá de la actitud desvergonzada y los comentarios sarcásticos, Brigid era una mujer increíble y un excelente partido como amiga, aliada e incluso pareja.

Aunque al parecer Percy era el único que todavía no encontraba la forma menos violenta o desagradable de convivir con ella, mientras que el resto de Vox Machina ya la consideraban uno de los suyos. En especial los hermanos del grupo.

Aunque bueno, él mismo de por sí también podía sentirse fuera de lugar cuando viajaba con ellos.

Incluso a veces le avergonzaba admitir que esos dementes sin límites eran sus amigos.

No podía entender del todo cómo es que había acabado dentro de un grupo de mercenarios de mala muerte. Eso ni en su más remota pesadilla habría sido una opción.

Pero la vida era así. Una puta ironía constante que te jodía a cada paso.

Y ahora lo confirmaba con la aparición de esa mujer desinhibida.

Sin embargo, su negativa a intentar convivir de mejor manera con ella, dentro de poco daría un giro de 180 grados en su vida.

Gracias a esas pequeñas sorpresas del destino que surgían de forma espontánea.

Se trató de una noche en que Vox Machina planeaba ir de nuevo a alguna taberna bulliciosa, de preferencia alguna donde no estuvieran vetados con anterioridad, a emborracharse, a vomitar y olvidarse hasta de quienes eran por tener más alcohol que sangre en las venas. Percy podría haber accedido por las malas a ir con ellos, porque incluso Brigid estaría ausente por razones desconocidas, pero se excusó de pésima forma con que ya tenía compromisos esa noche. Poco le importó la insistencia de Vax para que escupiera la verdad con amenaza incluida o las insinuaciones morbosas de Scanlan acerca de que finalmente había decidido dejar de ser un turbo virgen y seguramente iría a divertirse con alguna prostituta. Esa instancia nocturna se la había reservado bajo siete llaves y nadie se lo iba a arruinar.

Emon era una ciudad bastante amplia y así como tenía las peores tabernas y burdeles de mala muerte, también tenía espacios reservados para instancias más... lujosas. Y uno de esos lugares era un antiguo teatro de arquitectura preciosa y elegante, donde cada cierta cantidad de meses, se tocaban las melodías más hermosas y cuyo alcance solo llegaba a los oídos de las clases con privilegios desbordados. Y aunque Percy ahora pertenecía a la gente que se mezclaba en malos pasos, había aprendido a pasar desapercibido entre la baja multitud de individuos chapados en diamantes y oro, con tal de cumplir el capricho personal de perderse en la música de buen gusto.

El Valor de un CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora