— Aida, ¡explicame por qué estabas con Thomas! — Wendy se encontraba alterada pero a la vez emocionada.
— ¿Hay algo de malo que esté de paseo con un amigo?
—No, pero... ¡Un famoso! ¡Has estado saliendo con un famoso! — Me agarró de ambos brazos y empezó a sacudirme. — ¿Tú entiendes que significa eso?
— ¿Si? No veo nada malo, solo es un paseo y ya. — Dije, Wendy solo suspiró.
— Salir con un famoso puede provocar una polémica, ¿qué pensaran los reporteros y todo el mundo? ¡Van a creer que Thomas sale con alguien!
— Mierda, es verdad. — Me agarré la cabeza, no había pensado en eso. Wen sólo me miraba mientras contenía su risa.
Suspiré, seguí caminando junto a Wendy. Ambas ibamos dirección al pasillo de música, ella se fue a su club mientras que de mi parte, fui hacia el estudio del pelinegro. Al llegar a mi destino, justo cuando iba a abrir aquella puerta, apareció ese guitarrista.
— ¡Buenas tardes, Aida! — Al verme sonrió. Le devolví la sonrisa.
— Buenas tardes, Thomas. — Dije, él se apartó para dejarme pasar. Dejé mis cosas en el sofá que tenían Y procedí a sentarme.
— ¿Qué tal tu día? — Me preguntó mientras agarraba la guitarra y empezaba a prepararla.
— Muy cansado, odio tener que soportar todas esas clases.
— Entiendo. — Lo miré, él solo seguía preparando todo para poder practicar.
Desde el primer día que toqué la guitarra, decidí ir a practicar con Thomas. Solo llevabamos unos 4 días conociéndonos y ya habíamos tenido un paseo que pareció más una cita. Ayer me la pasé bastante bien, me divertí muchísimo junto a él. Estaba tan absorbida por mis pensamientos que no me di cuenta que me estaba llamando.
— Aida, ¿ estás o no estás? — El pelinegro agitaba su mano por mi cara. Asentí ante su pregunta, Thomas me sonrió y me pasó la guitarra. — Quiero hacerte unas preguntas, ¿puedo?
— Claro, no hay nada de malo. — Él se sentó en mi lado con su guitarra, suspiró y me miró fijamente.
— ¿Estás bien? — Lo miré confundida. — He notado tristeza y miedo cuando tocaste el violín en el club de música que hay por aquí cerca.
Me quedé tensan, ¿cómo supo? Sabía perfectamente que mi tocar era triste, melancólico y expresaba miedo pero nadie lo había notado hasta ahora. Tragué en seco y agaché mi mirada, él solo me miraba atento.
— Si tu supieras lo que me pasó hace tiempo... — Levanté mi cabeza, mostrando una mirada sería hacía mi acompañante. — Pero no creo que sea el momento de contarlo, apenas nos conocemos.
Thomas insistió pero me negué por completo, él solo suspiró y empezamos a practicar.
— Empecemos, intenta cambiar acordes con un ritmo de 4 tiempos.
— ¿Cómo va eso?
— Primero haremos acordes fáciles, de un La a un La menor. Con el metrónomo haremos el ritmo, cuando escuches 4 pitidos vas y cambias de acorde. — Encendió el metrónomo, se posicionó y empezó a hacer una demostración.
Me posicioné y empecé a intentarlo, no podía, el ritmo era demasiado rápido a pesar de que era un ritmo normal. Después de varios intentos fallidos, me rendí y suspiré, las yemas de mis manos, estaban rojas.
— Veo que no has podido. — Thomas me dijo mostrando seriedad con los brazos cruzados.
— Lo siento, lo volveré a hacer, no me volveré a equivocar. — Dije y procedí a volver a colocarme. Empecé a cambiar acordes, haciéndome aún más daño en los dedos.
No pude más, llegué a tal punto que mis dedos no podían más, me dolían demasiado y se podía notar lo dañados que estaban. Thomas solo apagó el metrónomo y quitó mi mano del mástil. Se levantó y cerré mis ojos con fuerza, esperando el golpe que recibiría de su parte.
— ¿Por qué cierras los ojos? — Abrí mis ojos con miedo, él me estaba mirando confundido.
— ¿No me vas a pegar? Lo he hecho mal. — Lo miré apenada.
— ¿Pero qué dices? No, no te voy a pegar. Es normal equivocarse y ya, pero no te fuerces, debes de cuidar tus dedos también.
No dije nada, solo agaché mi cabeza. "¿No me va a pegar?" Pensé y en cierta parte me alegra saber que no me iba a pegar.
— Lo dejaremos por un tiempo, tus dedos necesitan descansar. — Asentí. — Y también, ¿por qué dices que te voy a pegar?
— No es nada, tranquilo. — Mostré una pequeña sonrisa débil, él me miró y después suspiró.
— Aida, es mirarte y pienso que eres una canción. — Se sentó de nuevo mientras me miraba fijamente.
— ¿A qué te refieres? — Lo miré confundida.
— Eres como una melodía triste y vacía, esperando su muerte cada día. Pero cuando veo que empiezas a tocar la guitarra, puedo sentir como esa melodía empieza a brillar.
— ¿Qué cosas dices, Thomas? Estás loco...
— Puedes pensar que estoy loco pero... quiero ayudarte, puedo sentir que pides ayuda aunque no lo demuestres. Es por eso que...
Me agarró de ambas manos y me miró con más intensidad. Me sonrojé ante su tacto conmigo, empecé a sentirme nerviosa y como un cosquilleo aparecía en mi estómago. Lo miré, intentando disimular mis nervios pero mi rubor me delataba.
— Es por eso que quiero ser tu guitarra. — Me miró con una mirada decidida y segura, mientras mostraba una sonrisa de oreja a oreja.
Dejame ser la guitarra que ponga los acordes en tu triste melodía.
ESTÁS LEYENDO
Acordes
Romance-Recuerdo la primera vez que usé una guitarra eléctrica, la sensación fue extraña pero me sentí muy bien conmigo misma ¿Por qué era tan agradable sentir las cuerdas dañando mis dedos? "Si sigues así de inútil no conseguirás nada, Aida" "¡Qué decepci...