15

14 3 1
                                    

Pov Aida

Me encontraba en el estudio de Thomas. Me dejó ensallar aquí pero en cierta parte me daba vergüenza tocar frente a él.

— ¿Estás seguro de que me quieres ver ensallar? Te puedes aburrir....

— Segurisimo, quiero verte ensallar.

— Está bien pero no me distraigas, me da cosa que me vean entrenar...

Asintió, me posicioné y empecé a tocar una escalera de notas para acostumbrarme. Thomas solo me miraba fijamente, poniéndome algo nerviosa. Por lo que vi, lo notó.

— Tú tranquila, haz cono que no esté. No quiero incomodarte.

— Eso intento pero me cuesta, ¿si?

— Pues me pondré de espaldas para que no te de vergüenza. — Se giró, evitando mirarme. Solo suspiré por su idea tan extraña.

Me concentré y empecé a tocar algo de Bach, la primera composición que tocaríamos mi hermano y yo. Fui de lento a un tono más normal hasta poder completar la mitad del violín 2, pero perdí el control de nuevo. Dejé de tocar y coloqué el violín en la silla más cercana que tenía para después agacharme y agarrar mi cabeza.

— ¿Aida? ¿Pasó algo? — Se giró para verme y cuando vio como estaba, fue rápidamente hacia mi.

— No puedo... No puedo, es demasiado. — Me encontraba alterada y llorando.

— Aida, ¿qué pasa? — Al verme, me empezó a abrazar y a consolar. — Ya está, no te preocupes...

Correspondí el abrazo, poco a poco iba calmandome hasta que dejé de temblar. Thomas se alejó de mi preocupado mientras acariciaba mi cara suavemente.

— ¿Qué ha pasado? ¿Estás mejor? — Asentí.

— Lo siento, no quería que vieras eso... Este es uno de los motivos del porqué no toco...

— No pasa nada, ¿si? — Lo miré decepcionada de mi misma, ¿cómo era posible que después de todo no me regañase?

— Pero... — Fui interrumpida por él.

— Ni peros ni peras. Déjate llevar y no dejes que el pasado te atormente.

Me sonrió provocando que me sintiera mucho mejor. Se levantó y me ayudó a levantarme, agarró mi violín y me lo pasó. Me puse en posición, siendo observada por Thomas que me sonreía dulcemente.

— Déjate llevar, lo harás muy bien. — Mostraba una sonrisa muy calmada que emitía tranquilidad.

Asentí y volví a tocar, dejandome llevar por los sonidos que emitía el violín. No sentí miedo ni desesperación durante un tiempo hasta que por fin pude terminar esa pieza. Miré a Thomas con alegría, él me aplaudía felizmente por mi pequeño logro.

— ¡Mira, lo he hecho! — Saltaba de alegría, Thomas solo se reía.

— Lo has hecho muy bien, linda. — Dejé mi violín en la silla que usé antes y salté dirección hacía Thomas provocando que él me agarrase al aire.

Estaba muy feliz de mi logro, después de tanto tiempo pude tocar una pieza sin sentir miedo. Inconscientemente empecé a darle besos en la mejilla a Thomas.

— Aida, creo que ya es suficiente. — El pelinegro se encontraba sonrojado por mis besos.

— ¡Perdón! — Me separé, que vergüenza estaba pasando por eso. Solo escuche como Thomas se reía.

— Que linda.... — Susurro mientras me miraba con dulzura.

— ¡Callate! — Lo reclamé mientras agarraba sus hombros.

No nos dimos cuenta que estaba cargada por él gracias a que me estaba sujetando por la cintura provocando que este levantada. Lo miré, mi mirada se suavizó mostrando ternura en mis ojos hacia él.

— Te ves preciosa. — Sonrió.

— Callate, mi amor. — Reí, no era consciente de lo que decía.

— ¿Hay algún problema con que diga lo guapa que eres? — Negué. — Pues acéptalo.

Me bajó de sus brazos lentamente, rodee mis brazos en su cuello y él agarraba mi cintura. Todavía no se nos quitaba esas miradas dulces que estuvimos teniendo, Thomas pasó un mechón de mi cabello por mi oreja para después acariciar mi mejilla.

— Te dije que lo harías muy bien.

— Pues si, tenías razón.  — Le sonreí como tonta enamorada.

— Te quiero, ¿sabías? — Me miraba fijamente con cariño.

— Yo también te quiero, Thomas. — Me reí por lo que había dicho.

Dejé de reír, seguía mirando sus ojo que me dejaba loca. Poco a poco empezamos a acercarnos lentamente hacia la boca del otro hasta por fin unirlos...

《 ♡ 》

— ¿Aida? ¿Estás ahí? — Vi como una mano era agitada enfrente de mi cara.

Sacudí mi cabeza volviendo al mundo real. Thomas se encontraba enfrente mía preocupado ya que no respondía.

— Aida, ¿estás bien? — Dejó de agitar su mano al ver que volví en mí.

— Si, si, estoy bien. — Me encontraba decepcionada, ¿lo que había imaginado no fue real?

— Te noto decepcionada, lo has hecho muy bien, no entiendo porque estar así....

— No es por eso, solo que estaba pensando algo.... — Tenía un pequeño rubor en mi cara.

Thomas entendió que me pasaba, se acercó a mi y depósito un beso en mi mejilla, llamando mi atención hacia él.

— No se si lo que pensaste fue en eso pero ahí tienes. Lo has hecho muy bien, Aida. — Dijo mientras sonreía, me sentí increíble al escuchar ese comentarios que inconscientemente sonreí.

— Gracias... — Miraba a otro lado avergonzada, sacudí mi cabeza y me concentré de nuevo. — Sigamos, ese concierto no se va a hacer solo.

Posicioné de nuevo el violín que tenía en mis manos (que pensaba que estaba en la silla) y volví a tocar mientras que recibía ánimos de parte de Thomas.

AcordesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora