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Otro día más de clases y lo peor con tremendo dolor en los dedos, ¿por qué me quedé con ese? Suspiré y proseguí a atender a las clases. Matemáticas, sí, matemáticas, materia que se me da horrible pero apruebo por suerte. Miraba la ventana de vez en cuando, odiaba tener que estudiar algo relacionado a tener que calcular. La voz de alguien hizo que quitase mi mirada de la ventana.

— Escuchen jovenes. — Dijo el director de la escuela. — Se que habrá algún fan de la banda de unos jovenes llamados Thomas Müller, Luis Smith y Bruno Hoffman. Les pido que no los molesten durante su estancia en nuestra escuela, ellos por petición de su manager quieren estudiar así que no interrumpan sus estudios por su fanatismo. Recuerden estudiar,  te tengan buen día jovenes. — Dijo para proceder a abandonar aquella clase.

Un pequeño murmullo invadió el lugar. Quejas y críticas se podían apreciar, algunas fans se venían decepcionadas al ver que no podrán acercarse a sus ídolos o que deberán de evitar agobiarlos porque estarían estudiando, otras se alegraban por poder ver a su banda favorita en su escuela para poder presumilo.

— ¿Por qué querían estudiar en una escuela si tienen dinero para pagarse un tutor privado? — Pensé, mientras miraba el patio de la instalación desde la ventana.

No tenía mucho sentido ir a estudiar en una escuela si podían permitirse estudiar desde sus casas con el dinero que ganan...

Las clases acabaron para empezar otra clase aburrida pero por suerte no vino el profesor, dándonos una hora libre más. Aproveche esa hora para escaparme de la clase, no quería estar en una sala sin hacer nada. Empecé a pasearme por las instalaciones, no sabía que hacer hasta que un lugar se vino a mi mente: el estudio de ese guitarrista del otro día.

Rápidamente fui dirección al aquel lugar, me quedé enfrente de la puerta mientras recobrando el aire. Toque dos veces la puerta, no recibí respuesta y por impulso entre. Los instrumentos seguían ahí, fui directamente a la guitarra, agarrarla y sentarme en la misma silla que usé hace unos días. Empecé a tocar nota por nota, como lo había hecho en la anterior práctica.

— Do, Mi, Re, Do.... — Sentí como alguien me miraba mientras me silbaba.

— ¿Pero que tenemos aquí? Una preciosa chica en el estudio. — El castaño empezó a acercarse a mi, me levanté mientras apretaba mi agarre en el mástil.

— Qué quieres. — Le dije, mostrando seriedad pero mi agarre mostraba lo contrario.

— Linda, no te voy a hacer daño, solo me sorprende que alguien tan guapa este aquí. — Decía mientras sonreía, intentando ¿seducirme?

— Se te da horrible seducir, parecer un violador. De seguro no tendrás novia... — Le dije mientras me quitaba la cuerda de la guitarra.

— ¿Tú tienes corazón o algo? ¡ Qué grosera! — Se le notaba humillado, se dejó caer de rodillas mientras "lloraba".

— Si, si tengo corazón pero no llores, no lo decía a malas solo parecía que me ibas a hacer algo. — Intenté explicarme para que dejase de llorar, las risas de 2 personas llamaron mi atención.

— Una chica te acaba de humillar. — Decía un pelirrojo mientras se moría de risa.

— Hola de nuevo, veo que si aceptaste venir. — Me sonrió aquel pelinegro. — Te los presento. El que está a mi lado es Bruno y el que acabas de humillar es Luis.

— Entonces tu eres Thomas, ese chico de la banda que mencionó el director antes, ¿no? — El pelinegro asintió.

— Oye niña, me caíste bien. Como ya te dijo Thomas, soy Bruno y soy el baterista de la banda y pues Luis es el bajista. — Decía mientras señalaba al castaño que se encontraba sentado.

— Por cierto, ¿cómo te llamas? Me olvidé de preguntarte el otro día, te fuiste rápidamente cuando terminé de recoger el estudio.

— Aida, Aida Wagner.

— Wagner... Me suena mucho ese apellido. — Dijo el castaño mientras se levantaba. Tragué en seco, ¿ya sabían quién era?

— ¡Eres la hija pequeña de la familia Wagner! Esa familia de músicos muy importante y famosa del país.

No respondí ante eso, no quería decir que pertenecia a esa mierda de familia. Pude sentir como me miraban esos tres, agaché mi mirada. Ni quería saber sobre esa familia, todos los recuerdos se apoderaron de mi mente y una ira me ganaba.

— Aida, ¿estás aquí? — Decía el pelirrojo mientras sacudía su mano enfrente de mi cara. — Aparte su mano de mi cara.

— A ustedes les da igual si soy o no de esa familia, no es de su puta importancia. — Dije para dejar la guitarra en aquella silla e irme lo más rápido posible, pude escuchar como Thomas me llamaba pero decidí ignorarlo.

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