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Suspiro mientras miro mi reflejo en el espejo. Veo a una joven de veinte años llena de impurezas en la piel, gorda, con cicatrices en los brazos por ser tan débil, veo un monstruo del que me quiero deshacer sin importar qué. Sin que me oigan, rompo uno de los vasos que tengo en mi cuarto y guardo un par de vidrios en mi mochila, mientras que los otros los escondo debajo de la almohada para no preocupar a mis padres.

Me coloco el bolso en la espalda y bajo las escaleras, viendo por la orilla de éstas a toda mi familia viendo una comedia romántica, lo cual me hace querer vomitar, pero los quiero tanto que aguantaría ver cualquier cosa por ellos, con tal de verlos felices.

—Hija, ¿dónde vas? —pregunta mamá a lo que río nerviosa y suspiro para calmarme.

—Voy a dibujar al parque un rato, mamá —digo yendo a abrazar a los cinco, sonriéndoles, aguantando mis lágrimas.

—No te demores mucho, Ema, ya se hace tarde —comenta papá, haciéndome sonreír por su preocupación.

De verdad me he sacado la lotería con la familia que tengo. Agradezco no tener traumas con ellos y poder contarles cómo me siento, aunque por algún motivo, esto es más fuerte que yo. Este sentimiento asqueroso me gana y les gana, le gana a todo el mundo y eso duele como el demonio.

Esta vez camino fuera de casa, dirigiéndome a la laguna de los patos, mi lugar especial, nuestro lugar especial con Felix, y no puedo evitar derramar las lágrimas que tanto me ha costado soportar con el tiempo. Ojalá fuera más segura como Rachel o más bonita como Olivia, no tendría estos problemas, no me sentiría un asco caminante.

Al llegar a mi destino, voy a sentarme a los pies de un árbol, abriendo el cierre de mi mochila para sacar un trozo de vidrio de los que guardé estando en casa. Sé que no pasa mucha gente por aquí, y si caminan cerca, ignoran todo lo que pasa a su alrededor, por lo que mi objetivo será mucho más sencillo en esta zona. Cuando estoy sacando el pedazo de vidrio, noto otro material rozando mi mano y lo quito de donde está, sintiendo el llanto más honesto que he tenido desde mi estómago y mi garganta, ya que es Platanito, un peluche que Felix me regaló cuando estuve en el hospital.

Aún recuerdo ese día como si fuera ayer, donde me llevaron al hospital por mis primeras cortadas, no fue para nada agradable. Sin embargo, debo admitir que todos mis hermanos me llevaron un regalo cada uno, y no es por presumir, pero tengo a las mejores hermanas y al mejor hermano del mundo. Rachel me regaló una bolsa llena de mis galletas favoritas que de hecho, tuvimos que entrar de mala manera porque el lugar no dejaba que las visitas llevaran comida. Olivia me regaló una croquera y lápices profesionales de colores que hasta el día de hoy no sé cómo usar, y Felix me regaló a Platanito.

Cuando por fin voy a lograr mi cometido, llenándome los brazos de cortes profundos, una mano me detiene y mantengo la vista en ella hasta que me encuentro con la cara de YongBok entre el vidrio y yo, a lo que intento soltarme con rabia y miedo de no poder morir, chillando y llorando sabiendo que él no me va a dejar siquiera empezar.

—¡Ema!

Su voz quebradiza me impide avanzar y lo miro a los ojos, dándome cuenta que él también está rompiendo en llanto como yo.

—Suéltalo, por favor... —suplica sujetando mi muñeca aún.

—Felix, déjame... Déjame hacerlo, te lo ruego —pido al borde del colapso.

Si te cortas, me cortaré contigo —advierte soltando mi brazo— ¿Eso te haría sentir mejor? Sé que estás mal, y estoy aquí contigo, no te dejaré sola. Nunca.

Y entonces, entendí lo que quería decir.


[ . . . ]


Suspiro, pagando el refresco que pedí en una cafetería cerca de la casa que HyunJin señaló como suya. Aún no sé si creer en él, pero me cuesta desconfiar en las personas y al mismo tiempo, es como si no pudiera confiar en nadie. Simplemente tengo un laberinto en el lugar donde debería estar mi cerebro.

Salgo de la tienda y me dirijo hacia la dirección que Hwang me dio, sin dejar de suspirar, mirando debajo de mis mangas las pocas cicatrices que quedan de mis cortes. Ahora dejo de autocompadecer a mi persona y comienzo a mirar los números de las casas, viendo muy confundida y con una ceja alzada la casa, o debo decir mansión donde vive HyunJin.

—No puede ser...

—¡JiHae! —escucho de repente.

Volteo y siento los brazos de HyunJin envolver mi cintura, queriendo hacer que lo golpee. En primer lugar, ¿por qué me ha llamado así? Y segundo, ¿por qué no puede saludar con una reverencia o algo más normal? Maldito millonario misterioso.

—¿Por qué demonios me estás abrazando? 

—Actúa, Ema, viene mi mamá —susurra en mi oído.

Al escuchar aquello, me congelo completamente y dejo que Hwang se separe y tome mi mano. Definitivamente lo voy a matar antes de que me mate a mí con sus muestras de cariño obligatorias y fingidas. 

—¡Mamá! Ella es JiHae, mi novia —dice HyunJin presentándome.

Ahora entiendo por qué me llamó así. También lo hizo con su padre, qué torpe soy a veces.

—Un placer, señora Hwang —murmuro apenas.

—El placer es mío, jovencita —dice con una adorable sonrisa— ¿Por qué no entramos? HyunJin y yo acabamos de ir a comprar para la cena, ¿se quedará con nosotros a cenar?

Voy a decir no, cuando siento el apretón de manos de HyunJin.

—Sí se quedará —dice por mí.

No sé por qué presiento que esta cena será más dolorosa que todos los cortes que hice sobre mi piel alguna vez en la vida. 

—¡Sí, claro! Gracias por la invitación, señora Hwang, me quedaré con mucho gusto —digo haciendo una reverencia y sonriéndole luego.

¿Alguna vez han visto esas revistas de los hogares más caros de Corea? Bueno, la madre de HyunJin se parece a esas dueñas de casa que fingen cocinar y detrás de cámaras tienen como cinco sirvientas haciendo todo por ellas.

Entramos a su casa y no puedo evitar sorprenderme ante todo lo que estoy viendo. Su padre claramente tiene una obsesión con todo lo militar, y por lo que se puede ver, fue uno de los mejores cadetes de su generación con un montón de medallas y trofeos, ¡vaya! No creí que hubiera alguien tan fanático del servicio militar. ¿Acaso a la señora Hwang no le molesta que su marido pareciera tener más fetiches con sus premios que con ella? Debe ser un fastidio.

—¡Pueden usar la piscina si lo desean! —me sorprende la mujer— Estaré en mi dormitorio arreglando unas cosas y luego iré a ver cómo preparan la cena, ¿sí?

¿Preparan? Ya sabía yo que tienen como diez criadas.

—Claro, mamá —dice HyunJin— ¡Recuerda tocar la puerta si vas a mi cuarto!

Espera, ¿qué? No, yo no quiero ir a su habitación. Aunque sí me llama la atención ver lo bañado en oro que debe estar todo ahí dentro.

Espero encontrar algo aquí que me ayude a hallar el paradero de mi hermano de una vez por todas.




MANIAC » stray kids.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora