Café con sabor amargo

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— ¿Cuántos años han pasado?— Pregunta el señor Gilbert, en su estado más canoso.— Para todos fue un golpe fuerte.

Limpia la mesa mientras espera una respuesta.

— Cuatro años con exactitud.— Respondo.

— Este lugar estaba lleno de vida con todos ustedes. Y más que todo con las travesuras de Damián.

— Eso es verdad, un chico lleno de energía.— Suelto una sonrisa.

—¿Para ese día se van a reunir todos?- Pregunta mientras se va acercando hacía la mesa para sentarse.— A veces hay que dejar el pasado atrás Layla y seguir....

— Eso hago créeme, pero este lugar está repleto de recuerdos.

Miro hacía la ventana, desviando la mirada al señor Gilbert.

— No creo que esa debilidad le gustara a Damián.— Se levanta y pone sus dos manos en su cintura.— ¿Dónde está la antigua Layla?

— Aún sigue aquí, pero ahora con una sonrisa.

Durante ese silencio, el señor Gilbert se levanta y se dirige hacer lo suyo. Porque yo no soy la única clienta.

Miro detenidamente las paredes llenos de recuadros con fotos, y en cada una de ellas salimos nosotros.

En la primera foto salimos todos con delantal, por haber roto un montón de tazas al señor Gilbert, y como pago teníamos que ser suplentes de los trabajadores. Al final del día nos tomaron una foto por nuestra dedicación.

En la segunda foto se puede observar la competencia de canto que hubo aquí, a la mayoría no le gustó nuestra banda: "los intocables" ya que en lugar de hacer música, hacíamos ruidos jajajajajaja.

En la tercera foto, fue el aniversario del "café feliz", en ese momento el lugar estaba cerrado por la celebración, pero siempre sabíamos dónde el señor Gilbert se encontraba celebrando y por la noche habría el café.

Así que a Damián se le ocurrió la grandiosa idea de hacer un pastel hecho por él mismo, pero eso sí, todos colaboramos para poder hacerlo. Así que en la noche nos escabullimos al lugar y cuando sonó esa campana que se encontraba en la puerta, prendimos todas las luces. Las cámaras empezaron hacer lo suyo y al pobre dueño del café casi le da algo por la impresión.

Pero con un gesto amable y corazón bondadoso que siempre ha tenido lo recibió con mucho amor y lágrimas con el.

— Guarda esto Layla, es su favorito.— Me lo coloca en la mesa.— No quiero que se enoje si no le doy la especialidad de la casa.

— Eso haré señor Gilbert.

Todos somos capaces de borrar circunstancias de nuestras vidas que no queremos recordar. Pero muy pocos son aquellos a los que se enfrentan cuando vuelve a pasar.

El prado del olvido. ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora