Siempre amigos

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La noche empieza a caer más deprisa, las risas de mis amigos llenan el vacío de mi soledad. Después de todo recordaré estos bellos momentos cuándo ya no los vuelva a ver.

El alboroto dentro del auto no pasa desapercibido para la gente que está en las calles, doy una vuelta en "U" y acelero para no perder la costumbre de esta horrible carretera que sólo está levantada en su máxima libertad. Después de todo, estaremos en una montaña.

Miro a mis tripulantes desde la ranura del retrovisor, están completamente estupefactos. Los cinturones de seguridad parecieran su única fuente de vida. Qué tan mal manejaré yo para que se coloquen de esa forma.

Sus rostros son tan delatores que ninguno se atreve a decir que tan buena soy, la cara de Cristian muestra indudablemente el miedo de estar aquí. Pero venga, esto no es "rápido y furiosos".

Para no hacer más incómodo el momento ó de hecho si, suelto una gran risa e interrumpo el inquebrantable silencio, de seguro el guasón estaría muy orgulloso de mí.

— ¡La, la... layla! ¿De qué te ríes?— Pregunta Cristhian.

— Lo siento tanto, pero es que se tienen que mirar en un espej...

me vuelvo a reír pero esta vez más fuerte, mi estómago me comienza a doler y las lágrimas que derramo son de completa diversión.

Es increíble como el tiempo pasa tan rápido, un día éramos completos desconocidos y ahora somos una gran familia. Todo gracias al "club de investigadores".

Desde lejos puedo visualizar el gran letrero que indica que estamos llegando, es un enorme arco con el nombre del lugar que he mencionado mucho antes. Así que acelero para entrar en el.

— Es hermoso ¿verdad?— Les pregunto a todos los chicos que no despegan su vista a través del vidrio.— Esto es sólo la entrada, el lugar está un poco más adelante.

Sigo conduciendo, quiero que vean lo asombroso que es este lugar por el cuál Damián tanto lo visitaba. Cada espacio tiene una belleza única, los animales son libres de convivir con los humanos y viceversa, las flores de aquí son únicas y ni hablar de la gran vista que puede ofrecer a los habitantes.

— ¿Pueden ver aquel gran arbol que está aislado de todos los demás?— Les hago una pregunta, ya que están tan inmersos por la belleza.

— Sí, ¿qué tiene en especial?— Pregunta Thom, qué no deja de asombrarse.

— Bueno, ese es el lugar. Pero antes de que me cuestionen, les quiero contar una historia. Nos vamos a estacionar.

En el momento en el que abrimos las puertas del auto, la fuerte brisa nos acorrala por su enorme fuerza. Las hojas parecían estar en un gran baile; donde únicamente éramos simples espectadores de tal espectáculo.

Cristal empezó a sacar las cosas que trajimos con nosotros. Colocó el mantel en el pasto y los platos para sostener la tela delicada en donde nos íbamos a sentar.

— ¿Nos contarás la famosa historia que nos tiene tan intrigado?

Sentada no aparta la vista de mis ojos, Los demás se colocaron muy cómodos para escucharme hablar.

— Así es, ponga mucha atención.

****************

Bajo este mismo árbol hace muchos años, se cuenta una historia no tan alejada de la realidad. Se decía que muchas personas de diferentes lugares sólo venían aquí para desear algo o más bien para que su destrozado sueño se hiciera realidad.

El árbol era mágico de por sí, si las personas querían oro, lo tendrían. Es así como muchos lo llamaron "sagrado" ya que cumplía los sueños imposibles de las personas. Pero nunca imaginaron que su poder podría ir más allá de la muerte y de la vida.

Los antiguos pobladores dicen que una hermosa joven le lloró y le suplicó al mismísimo cielo, que trajeran al hombre del cuál se enamoró perdidamente; y aunque escucharon sus plegarias no imposible para ellos. Le negaron rotundamente algo que no debía ser dado para los simples mortales.

Fue esta la razón de que ella buscara el gran milagro pueblerino. Cómo toda creyente de los rumores no tenía nada que perder, si tenía que vender su alma a cambio de su deseo lo haría.

le pidió al arbol que trajera a su hombre, a su más grande y único amor de la infancia.

Su deseo fue concedido.... pero a cambio tenía que poseer el cuerpo de la persona que lo pidió. Para poder seguir con vida y darle la felicidad a los habitantes.

Cuándo todos se enteraron de lo sucedido, las personas creyeron que la naturaleza estaba en contra de ellos e incluso pensaron que ese árbol era obra del mismísimo diablo.

Los habitantes se alarmaron, temiendo por el gran poder que tenía la naturaleza. Querían quemarlo y contar lo para que jamás volviera a pasar lo mismo.

Pero el cuerpo de la joven estaba incrustado dentro de él, la furia de aquél amor al saber que iba a ser consumido por las llamas de la ira, hizo lo imposible para que los habitantes nunca entraran a este lugar.
Colocó trampas mortíferas y los animales que una vez fueron tiernos se convirtieron en sus peores pesadillas.

Se dice que si le pides algo a este árbol tu deseo se puede cumplir.

*****************

Miro como las luces del pueblo se se empieza a encender una por una, mostrando una luz de amor en cada hogar.

— ¿Tú deseo se te cumplió?— Pregunta Cristal que me saca de mis pensamientos por un segundo.

— Probablemente....

Examino un poco a la hermana de Damián, parece que trata de buscar las palabras adecuadas para decirme algo, pero lo único que hace es arrancar la mala hierba de este lugar.

Así que la levanto de donde está sentada y nos dirigimos al lugar correspondido.

Caminamos tan despacio como si fuera posible y nos acercamos a los chicos, por mi parte le doy una cálida sonrisa a Thom y pongo mi mano izquierda en su hombro, soltando un suspiro enorme.

— Debes estar exhausta.

— Aunque no lo creas así es.— Le sonrío.

— ¿Sabes aquella historia que contaste antes?

— Claro, ¿qué pasa con esa historia?— Lo miro con detenimiento.

— Yo también le pedí algo hace mucho tiempo.— Empieza a reír.— Pero creo que no se cumplió del todo.

Cuándo le iba a preguntar que fue lo que pidió, Thom empieza a gritar y a saltar por ver la primera estrella fugaz.

— Ahora si se podrá cumplir mi deseo Layla.— Sigue gritando a pesar de que estamos cerca de él.

Todos nos empezamos a reír de las travesuras de Cristián. Después de todo, cada uno tiene un niño en su interior. Así que nos acercamos para abrazarnos entre todos.

— Los quiero chicos.— Suelto las primeras palabras.— Quiero que todos sigamos siendo amigos por mucho tiempo.

Miro el cielo después de aquella declaratoria.

— Y nosotros a tí Layla.— Lo dicen al unísono, abrazando nos aún más fuerte.

El prado del olvido. ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora