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La oscura y fría noche inundaba la habitación en la que estaba, junto con Sukuna.

Debian ser almenos las tres de la mañana y el no era capaz de conciliar el sueño.

No dejaba de pensar en lo que pasó hace horas, cuando terminó de pelear con Mahito.

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Estaba sentado en su regazo, intentando luchar en contra de esa comodidad. Cuando el rey lo tomo de la cintura y lo atrajo hacia el cuerpo de la maldicion.

No le molestó, pero se sentía extrañamente bien, lo cual era raro.

—¿Te diviertes?— Susurro de la nada en su oído.

No pudo evitar sudar. Tenía al rey de las maldiciones en su espalda, cerca de su nuca y susurrando en su oído.

—Si—. Contesto en el mismo tono.

—Me alegro—.

Silencio, solo eso.

Y empezó a ser más consciente de las manos de Sukuna, estaban rodeándolo, en otra circunstancia no le tomaría tanta importancia, pero en ese momento su kimono está destrozado por la pelea, así que era capaz de sentir el tacto de Sukuna.

Se sentía nervioso, no le había prestado atención por qué el rey inundaba su mente, pero ahora mismo está era pocision muy comprometedora.

Intento moverse, pero las manos de Sukuna no lo permitan.

—¿Necesitas algo?— Pregunto, de nuevo, susurrando en su oído.

Gritaba internamente, nunca en su corta vida, el simple hecho de que alguien lo tocara lo había puesto nervioso, y cuando le susurraba era peor.

—T-tengo un poco de sed—.
Dijo lo primero que paso por su cabeza.

Sukuna con uno de sus brazos restantes, sin soltarlo, chazqueo los dedos, y Uraume llegó después de otra presentación para otra batalla.

—Yuuji tiene sed—.

Se sorprendió, nunca le había hablado por su nombre, se sonrojo, sus mejillas ardían.

Uraume se fue y Sukuna volvió a recargar su cabeza en su hombro.

El no pensaba en nada, solo se concentro en ver la pelea.

Pero le sorprendió lo increíblemente meloso y cercano que se había vuelto Sukuna. Era extraño.

No es que estuviera pegado a él y necesitará de su atención, eso sería perturbador, era solamente esos abrazos y ya.

En ese instante, Sukuna acerco su nariz a su nuca cubierta por el collar de cuero, justo en su glándula, y empezó a olerlo, mientras soltaba sus propias feromonas.

Mierda, mierda, peligro, estaba en peligro, no fue consciente de la situación, lo cariñoso que se había vuelto y el hecho de que soltará feromonas, obviamente tenían razón: pre celo.

Sukuna está a nada de entrar en celo, y el es un Omega, joven y sin marca. Estaba en una obvia situación de peligro.

Tenía que huir, se intento levantar pero las manos de la maldicion no se movían, intento aplicar más fuerza, pero como respuesta el Alfa lo sostuvo con sus dos brazos restantes.

Se sacudía, tenía que salir antes de responder inconscientemente a las feromonas del mayor, por qué si respondía el Alfa entraría en celo y probablemente el también, y eso no tenía que pasar.

Sukuna gruño y empezó a esparcir más sus feromonas, tanto que los que peleaban abajo se detuvieron para mirarlos.

Se avergonzó. Las feromonas de mayor empezaban a marearlo, sentía que empezaba a flotar.

Cerezo Sangriento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora