Amiga mía || Hungría x Bielorrusia

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Bielorrusia es un alma que la vida ha arrastrado por terrenos pedregosos. Hungría lo sabe, su existencia no ha sido fácil. ¿Qué sentido tendría el respirar para aquel que tanto ha sufrido? La guerra, el dolor, la miseria; un discurso repetido demasiadas veces durante demasiados años, y aquí estamos, se dice; y aquí estaremos.

Aquí estaré.

Bielorrusia la mira y la eternidad herida, limitada, queda fuera de la caricia de sus manos o los besos que la buscan. El cabello largo, lacio y blanco, hundido en la almohada que recibe sus ruidos y su sudor tan humano como aquellos que murieron años atrás, que mueren ahora y que morirán pronto. Mucho muere también con ella recostada, casi deshecha, como arena tendida, repartida, extensa y tan fácil de desarmar como imposible de extinguir. Con Hungría, todo cansancio desaparece. Y por eso vale la pena seguir.

―Natasha... ―dice ella, con su cabello castaño resbalando por todas partes con ondas ya desprolijas por el calor y la humedad de su respiración. Su súplica va hacia su lado humano, aquel con nombre y apellido, no a la eternidad que duele y está tan manchada como la historia escrita por vidas insignificantes―, yo sé que nunca vamos a dejar que este amor se nos vaya, ¿no es así?

―Nunca.

Y su convicción es tal, que ni aunque pasen mil años y desaparezcan sus cuerpos eternamente jóvenes con una muerte que no dejará rastro, ese amor se irá.

APH: FragmentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora