APH: Fragmentos

Sabor a Tabaco || ScotEng

Resumen: A Inglaterra le molesta en sobremanera la adicción de Escocia al cigarrillo, y más cuando éste enciende uno después del sexo. ScotEng. One-shot.

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SABOR A TABACO

—Y otros vicios—

Por aquella vez, Inglaterra había ganado.

El aire se había calentado hace mucho rato y ya había perdido la noción del tiempo y espacio luego de que Escocia lo empotrara contra la pared y lo penetrara sin cuidado. Se aferraba con uñas y dientes a su piel caliente, saboreándole el deseo, la sangre hermana y la sal de su sudor. Gemía como un loco a causa de él, le ronroneaba al oído y Escocia, con ese salvajismo que volvía loco a Inglaterra, lo embestía con mayor rudeza hasta hacerlo gritar de placer. Inglaterra enredaba sus piernas en su cintura, enterraba sus uñas en su espalda, se desesperaba de calor entre el cuerpo de Escocia y el muro frío de la habitación. Lo escucha quejarse complacido cuando Inglaterra lo apretaba en ese punto exacto en donde el pelirrojo deliraba a causa de él, y repetidas veces Inglaterra lo hizo. Escocia le sostuvo las manos sobre la cabeza y lo embistió y embistió y embistió levantándole la cara del mentón para alcanzar su boca con la suya. Un beso que ahogó sus jadeos más potentes y todo de allí en más fue un rayo golpeándolos, y posteriormente, quietud.

Acostados en la cama, Escocia fue el primero en hablar.

—Oye, enano—Lo provoca sonriendo, el tono irritante de siempre y ese incomprensible acento que a Inglaterra lo ha hecho arrugar la nariz más de una vez—¿No vas a terminar tu whisky?

Él lo mira a un lado como si quisiera lanzarle todo lo que tuviera al alcance a la cara.

—Ya no—Le dice simplemente—. Ya ves que no necesito estar borracho para tener ganas de follar contigo.

—Eso ya lo sabía—Responde Escocia, aún divertido. Gira hacia su mesa de luz y revuelve en uno de sus cajones hasta dar con un cigarrillo. Lo enciende y aspira su vicio. Uno de los dos que tiene y de los que no pretende deshacerse jamás—. Sólo quería hacerte enojar. Nunca me canso de eso—. Expele el humo. Inglaterra frunce el ceño al ver esa detestable nube en su habitación disipándose hasta desaparecer.

—Zorro—Le escupe. Escocia sonríe de medio lado y vuelve a dar una calada al cigarrillo—. No entiendo este afán que tienes de colarte aquí para hacerme enojar y que después terminemos en esto y QUIERES DEJAR DE FUMAR, MALDITA SEA, SABES QUE DETESTO ESA MIERDA. Y PONME ATENCIÓN CUANDO TE ESTOY HABLANDO.

Escocia gira hacia él y, maldadoso, le tira en la cara todo el humo. Inglaterra se exaspera tanto que se pone a maldecir hasta a su economía y se le lanza encima para quitarle el cigarro. Obviamente no lo consigue. Escocia, muerto de risa, termina de fumar y apaga el cigarrillo en el cenicero donde deja posteriormente la colilla.

—Te pongo atención—Le responde. Se gira en la cama hacia él y le acaricia la mejilla no en gesto tierno, sino burlista—, cuando quiero.

Inglaterra pone los ojos en blanco y prefiere cortar por lo sano.

—Vete a la mierda, maldito escocés—Se gira, dándole la espalda.

El pelirrojo se ríe. Piensa en sacar un nuevo cigarrillo, pero con uno ya es suficiente, han sido muchos vicios por aquella noche. Voltea hacia él y apega su cuerpo a la espalda de Inglaterra, adivinando su respiración y sus latidos, la piel perlada en sudor por el encuentro reciente y sus ojos abiertos. Se le acerca al oído rozándole con el aliento a tabaco y la punta de sus dedos de tacto áspero bajo las sábanas hasta hacerlo estremecer.